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Pinceladas de vida (Fragmentos de un diario 2019)

Me angustia que caigamos en el conformismo, en la falta de certeza de que la situación no va a mejorar. Cada día es un paso atrás, un verdadero retroceso en la necesaria civilidad...

  • RICARDO GIL OTAIZA

26/04/2020 05:00 am

23 de marzo
No me gusta la lluvia y mucho menos las tempestades. Disfruto los días soleados y de verano. He reflexionado en torno de este aspecto de mi personalidad y lo atribuyo a que en mi niñez, cuando caían los aguaceros, con truenos y relámpagos, mi madre se angustiaba y comenzaba a rezar El Trisagio y oraciones a San Gerardo para que se llevara la tempestad a otros rincones del planeta. Cierro los ojos y me llega la imagen de mamá rezando y encendiendo velas a los santos, y me conmociono hasta el extremo del abatimiento. En cambio, los días de mucho sol los asocio con los paseo familiares, con los viajes a distintos rincones del país, a las tardes de agosto cuando mis hermanos y yo jugábamos en el patio de la vieja casona en la que pasé casi mis primeros cinco años de existencia. Sol y felicidad son en mi cabeza sinónimos y un binomio indisoluble.

Siempre he considerado el sábado como el mejor día de la semana, igual que en el caso de las tempestades, tal noción me llega de la tierna infancia, cuando mamá se quedaba en la casa (porque no tenía que ir a dar clase en la escuela) para poner las cosas en orden. Los sábados mis hermanos y yo podíamos jugar a nuestras anchas sin tener que pensar en las tareas escolares. Era el día más feliz de todos.

24 de marzo
Publiqué en la prensa nacional un artículo titulado Nuestra ética, en el que planteo el divorcio que hay entre el permanente enunciado de principios y valores de nuestra parte (también de las organizaciones), y lo que se expresa a diario en nuestra realidad familiar y social. Planteo el denominado concepto del ethos según el teólogo suizo Hans Küng, en el que se ahonda en la necesidad de hacer de los principios y de los valores partes de nuestra interioridad, lo que debería traducirse en forma de vida. Si bien desde el punto de vista gramatical y lingüístico ética y ethos tienen la misma connotación, no es así desde el ángulo de la filosofía. En otras palabras, de nada nos vale hablar de la ética o enumerar aquí o allá largas listas de principios y de valores, si no los hemos asumido como parte de nuestro ser. De allí la incongruencia permanente en nuestro entorno entre el decir y el actuar, lo que se traduce a su vez en sufrimiento social, y a veces en tragedia.

31 de marzo
Volvemos a la oscuridad, a la ausencia de tecnología y de redes sociales. Cierro los ojos y me siento un personaje decimonónico, atávico, que no halla reacomodo en el presente. ¡Cuánto sufrimiento social!

Me angustia que caigamos en el conformismo, en la falta de certeza de que la situación no va a mejorar. Cada día es un paso atrás, un verdadero retroceso en la necesaria civilidad. Definitivamente, la solución está en nuestras manos. La sociedad no se puede mimetizar. Hay que salir del letargo en el que nos encontramos. Todo es decadencia. Qué patético resulta ver paralizado el país. 

La universidad luce desmontada, casi extinta. Unos pocos “quijotes” seguimos luchando por mantenerla abierta. Los vándalos hurtan sus equipos frente a la mirada cómplice de unos vigilantes inermes, mal pagados, desmotivados, sin sentido de pertenencia a nada. Igual sucede con la parte académica: tanteando aquí y allá en medio de la oscuridad de nuestros días.

Ahora todos los días de la semana parecen domingo por la tarde. La ciudad desolada, sin servicios públicos y sin comercio. ¡Fin de un tiempo histórico!

@GilOtaiza

rigilo99@hotmail.com
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