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La perpetua enemistad

Guzmán Blanco decidió que su sucesor sería esta vez el doctor Juan Pablo Rojas Paúl, en su opinión había llegado el tiempo para los civiles en el Gobierno, por eso entregó el poder y se retiró a París

  • JIMENO JOSÉ HERNÁNDEZ DROULERS

01/04/2020 05:00 am

El político Liberal Manuel Modesto Gallegos escribió un libro titulado “Memorias”, en el cual se pueden encontrar interesantes datos de la política venezolana entre los años que abarcan desde los tiempos de Guzmán Blanco hasta los de Cipriano Castro.

Un capitulo de esta obra está dedicado al episodio entre los generales Antonio Guzmán Blanco y Joaquín Crespo en 1887, después del bienio conocido como “La Aclamación” y que sería el ultimo periodo presidencial del Ilustre Americano. Crespo fue Presidente de la República entre 1884 y 1886, antes de “La Aclamación”.

Aquel año ya se alborotaba la prensa en torno al tema de quien sería el sucesor, mientras el general Crespo se frotaba la barba pensando en un nuevo turno en la Casa Amarilla, pensaba éste sería la recompensa por su “Deber Cumplido”, al contener a los reaccionarios y devolverle la más alta magistratura a Guzmán Blanco.

Sobre los eventos menciona Gallegos lo siguiente:

-Temporalmente se ausentó de Caracas el general Guzmán Blanco en viaje a Carabobo, emprendido en vía marítima desde la Guaira hasta Puerto Cabello y luego a Valencia, regresando por los Valles de Aragua, con el fin de en Maracay, tener una conferencia con el general Crespo.-

El llanero, al ser informado de la reunión, estaba seguro que sería elegido por el jefe para sucederlo una vez más.

-Llegó a Maracay donde todavía con alguna fe lo esperaba el general Crespo, pues le era muy duro creer en la injusta inconsecuencia de un hombre, a quien con excepción de su honor y de su hogar, todo lo había sacrificado para servirlo con lealtad y abnegación, de lo cual acaba de dar una inequívoca prueba, devolviéndole el Poder, a pesar de las fuertes corrientes que lo impulsaban a lo contrario; y preparándole una franca y cariñosa recepción, lo esperó en su propio hogar.-

Lo cierto es que en la conferencia de aquella tarde, sin miramientos o rodeos, Guzmán Blanco le hizo saber que no debía contemplar la idea de una nueva elección para el bienio 1888-1890, porque eso sería la misma bochornosa comedia montada por los hermanos Monagas, alternándose el poder entre José Tadeo y José Gregorio, espectáculo para el cual no se prestaría.

-Se convertía, desde aquel momento el señor general Guzmán Blanco, por sí y ante sí, en arbitro absoluto de los destinos de la República.-

Después de lanzar aquel balde de agua fría en las barbas del llanero, procedió a explicarle que debían acordar en la designación de un candidato para el futuro bienio, que ambos pudiesen comprometerse a sostener.

La respuesta de Crespo ante semejante propuesta fue simple: -A mi me parece que en el concepto de usted, yo debo haberlo hecho muy mal en el periodo que acaba de fenecer, y si eso es así, no puedo servir para designar, ni sostener ningún candidato para la Presidencia de la República, y me creo demás en el país, de donde al separarse usted de aquí, me comenzaré a preparar, para con mi familia, ausentarme, dejándolo en completa libertad de disponer de los destinos de Venezuela.-

Llama la atención que el “Ilustre Americano” pensaba que la vuelta de Crespo a la Presidencia constituyese una penosa función como la protagonizada por los hermanos Monagas, pero no lo fue cuando él recibió la magistratura durante el año de “La Aclamación”.

Después de lo que dejo aquí narrado, aquellos dos importantes personajes, quedarían separados para siempre. “El Tigre de Santa Inés” cumplió su promesa de abandonar el país junto a su familia.

Guzmán Blanco decidió que su sucesor sería esta vez el doctor Juan Pablo Rojas Paúl, en su opinión había llegado el tiempo para los civiles en el Gobierno, por eso entregó el poder y se retiró a París para jamás regresar a Venezuela.

En 1888 Joaquín Crespo estaba radicado en la isla de Trinidad, a pocas leguas de las costas orientales, donde se encontraba bien vigilado por los espías del nuevo Presidente. Centenares de cartas informaban, con nombre y apellido, sobre todos aquellos que se acercan a la residencia isleña del General. Las misivas describían, con lujo de detalle, como muchos eran bienvenidos en su morada, lo agasajaban con obsequios, solicitaban su consejo y conspiraban. Él a todos les decía que, con las ganancias de la naviera, había comprado un moderno arsenal fabricado en Bélgica dotado de fusiles, carabinas automáticas, piezas de artillería pesada y más de un millón de tiros.

Estaba listo para irse a la guerra para derrocar al Presidente Rojas Paúl, no se embarcó antes en su aventura sin escribirle una carta a Guzmán Blanco para devolverle una famosa espada que éste le había regalado como símbolo de la perpetua amistad en días lejanos de su unidad dentro del Partido Liberal Amarillo.

Así quedó sellado un nuevo pacto entre ellos, el de la perpetua enemistad.

Jimenojose.hernandezd@gmail.com
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