Los pardo y los sefardíes
En tiempos de ultranacionalismos excluyentes, populismos xenófobos y cuestionamientos a los inmigrantes, es justo reafirmar las contribuciones de la comunidad sefardí al progreso de Venezuela
La presencia de los sefardíes en Venezuela ha sido una de las más fecundas para el desarrollo económico y cultural del país; tanto por sus pioneros hebreos como por la ancestral vinculación de España con América, por medio de la cual muchos se hicieron católicos y enriquecieron nuestro gentilicio judeocristiano occidental.
La recuperación de la nacionalidad española para los descendientes de judíos sefardíes, como reparación a quienes fueron expulsados por los Reyes Católicos en 1492, ha abierto fructíferos lazos culturales entre españoles, hispanoamericanos y venezolanos; tradicional destino histórico de migraciones que fueron siempre bien recibidas por su aporte a la formación de la venezolanidad.
La Asociación Israelita de Venezuela y el Museo Sefardí Morris E. Curiel organizaron una bella exposición que traza el periplo de la familia Pardo a partir de la llegada de don Isaac J. Pardo Abendana, oriundo de Hamburgo, Alemania, en 1841. Bajo la curaduría de Mariela Briceño Pardo y Abraham Levy Benshimol, la exposición exhibe joyas documentales, entre los cuales se aprecia la carta de naturalización que le concede el general civilista, honesto servidor público y presidente de la República, Carlos Soublette, quien, siendo el mismo descendiente de vascos y canarios, fue un gran promotor de las inmigraciones durante sus dos mandatos.
Las familias Soublette y Pardo se emparentaron. Una nieta y dos bisnietas del Gral. Soublette contraen nupcias con tres hijos de don Isaac, y entre sus nietos despunta el historiador Isaac J. Pardo Soublette. Pioneros del telégrafo y de la industria del lápiz en Venezuela, la familia ha dado también artistas plásticos como Mercedes Pardo.
No escaparon los Pardo de los aberrantes tormentos del Holocausto en la Alemania Nazi. Gertrud y Angela Pardo, sobrinas de don Isaac, fueron expulsadas al gueto de Lodz, Polonia, y fallecieron en 1941. Alice Pardo de De Sola y sus hijas Helen e Hilda murieron en el campo de exterminio de Bergen-Belsen, en 1944-45.
En estos tiempos de ultranacionalismos excluyentes, populismos xenófobos y cuestionamientos al aporte de los inmigrantes al desarrollo de las naciones, es justo reafirmar las contribuciones de la comunidad sefardí al progreso de Venezuela.
@lxgrisant
La recuperación de la nacionalidad española para los descendientes de judíos sefardíes, como reparación a quienes fueron expulsados por los Reyes Católicos en 1492, ha abierto fructíferos lazos culturales entre españoles, hispanoamericanos y venezolanos; tradicional destino histórico de migraciones que fueron siempre bien recibidas por su aporte a la formación de la venezolanidad.
La Asociación Israelita de Venezuela y el Museo Sefardí Morris E. Curiel organizaron una bella exposición que traza el periplo de la familia Pardo a partir de la llegada de don Isaac J. Pardo Abendana, oriundo de Hamburgo, Alemania, en 1841. Bajo la curaduría de Mariela Briceño Pardo y Abraham Levy Benshimol, la exposición exhibe joyas documentales, entre los cuales se aprecia la carta de naturalización que le concede el general civilista, honesto servidor público y presidente de la República, Carlos Soublette, quien, siendo el mismo descendiente de vascos y canarios, fue un gran promotor de las inmigraciones durante sus dos mandatos.
Las familias Soublette y Pardo se emparentaron. Una nieta y dos bisnietas del Gral. Soublette contraen nupcias con tres hijos de don Isaac, y entre sus nietos despunta el historiador Isaac J. Pardo Soublette. Pioneros del telégrafo y de la industria del lápiz en Venezuela, la familia ha dado también artistas plásticos como Mercedes Pardo.
No escaparon los Pardo de los aberrantes tormentos del Holocausto en la Alemania Nazi. Gertrud y Angela Pardo, sobrinas de don Isaac, fueron expulsadas al gueto de Lodz, Polonia, y fallecieron en 1941. Alice Pardo de De Sola y sus hijas Helen e Hilda murieron en el campo de exterminio de Bergen-Belsen, en 1944-45.
En estos tiempos de ultranacionalismos excluyentes, populismos xenófobos y cuestionamientos al aporte de los inmigrantes al desarrollo de las naciones, es justo reafirmar las contribuciones de la comunidad sefardí al progreso de Venezuela.
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