La sampablera
La prisión de Castro llevó a muchos a alegar que su renuncia era innecesaria, pero Gual insistió en la necesidad de un documento con la renuncia
Corría el mes de agosto de 1859 cuando empezó a arder el incendio de la Guerra Federal en Venezuela. El año antes había caído el gobierno de los hermanos Monagas gracias a la Revolución de Marzo, alzamiento liderado por el general Julián Castro, quien quedó encargado de la Presidencia como provisional, pero no era muy diestro para mantener rienda firme en el poder.
Al principio optó por formar gobierno con el bando conservador, viéndose forzado a lidiar con el movimiento federal encabezado por Juan Crisóstomo Falcón, Ezequiel Zamora, y Antonio Guzmán Blanco. Algo cambió la opinión del Presidente, se percató del impulso que cobraba el alzamiento de los rebeldes por todo el país, la situación era en extremo peligrosa. Por ello, al enterarse que la mesnada federal se acercaba al centro, pensó era buena idea entenderse con sus líderes.
El Comandante de Armas de Caracas, coronel Manuel Vicente de las Casas, al darse cuenta que Castro comenzaba a dar síntomas de querer saltar la talanquera, ordenó ponerlo preso en el acto por traidor. En ese momento comenzó a reinar un desorden generalizado en toda la República. Con el Presidente preso la situación se complicó aún más, la situación política continuaba siendo precaria, amenazando con echar por tierra el régimen acéfalo.
La cosa se complicaba, la soberanía condujo a que se llamara al Designado, que fue Pedro Gual, pues Manuel Felipe Tovar estaba ausente. La prisión de Castro llevó a muchos a alegar que su renuncia era innecesaria, pero Gual insistió en la necesidad de un documento con la renuncia, que Castro no quería firmar, ya que le parecía una humillación. Aquello fue mas enredado que un kilo de estopa.
Lo cierto es que la cercanía de las fuerzas federales tuvo el mismo efecto sobre el Comandante de Armas de Caracas que con Castro, al igual que hizo el Carabobeño, pensó en la oportunidad de unirse quienes contemplaba podían salir airosos en el conflicto, eso de juntarse a ellos si piensas que no puedes vencerlos.
De las Casas mantuvo preso al Presidente y decidió congregar sus tropas en la Plaza Bolívar, donde se volvió contra el gobierno y se declaró partidario de los federales. La maniobra no contó el apoyo civil que éste esperaba, quedando en una situación de desconcierto que aprovecharon hábilmente los conservadores para estabilizarse en el poder. Al notar que el gobierno lograba cierto equilibrio y la estratagema de unirse a los federales no fue respaldada por la gente, optó por volver sus pasos y, como si nada hubiese sucedido, se reintegro a las fuerzas estatales.
Mientras todo esto sucedía, enterándose de la primera parte de los acontecimientos anteriores, pero sin conocer el desenlace de los mismos, el jefe federalista Pedro Vicente Aguado, quien dominaba el puerto de La Guaira, resolvió marchar al mando de sus tropas en dirección a la capital, donde esperaba ser recibido con júbilo por la población que apoyaba a los rebeldes federales.
Llegaron a Caracas el dos de agosto en horas de la tarde. Esperaban encontrarse con las tropas que pensaban unirían fuerzas con las de Aguado, pero el jefe federal se llevó una terrible sorpresa. Los batallones “Cinco de Julio” y “Constitución” los recibieron dando la orden de fuego, dejando llover plomo sobre las filas enemigas. Empezó así el enfrentamiento entre los de Caracas y La Guaira que se extendió desde el cerro El Calvario hasta la Plaza San Pablo, una fiera batalla a punta de bayoneta y machete en la que se vertió sangre a chorros y los cadáveres se fueron apilando rápido en el piso. La pelea duró cuatro horas, el sol caía por el Oeste cuando cesaron los disparos, gritos y se dejó de ver gente correteando como loca por las calles.
Este combate es, probablemente, uno de los más grandes y violentos que se desarrolló en la ciudad de los techos rojos durante el Siglo XIX, todo un despelote. Los caraqueños vieron consternados, hundidos en la confusión y caos, como la contienda dejó mas de sesenta muertos, un centenar de heridos y números detenidos. También es considerado por muchos historiadores como el hito que marca el inicio de la Guerra Federal, beligerancia que azotó el país durante cinco años para dejarlo en ruinas.
Un hecho curioso, sobre el asunto de este afamado rebate en la Plaza de San Pablo, es que de aquel suceso histórico y memorable se originó la palabra caraqueña “Sampablera”, que en el habla popular del venezolano significa una gran pelea o alteración masiva del orden público.
Jimenojose.hernandezd@gmail.com
Al principio optó por formar gobierno con el bando conservador, viéndose forzado a lidiar con el movimiento federal encabezado por Juan Crisóstomo Falcón, Ezequiel Zamora, y Antonio Guzmán Blanco. Algo cambió la opinión del Presidente, se percató del impulso que cobraba el alzamiento de los rebeldes por todo el país, la situación era en extremo peligrosa. Por ello, al enterarse que la mesnada federal se acercaba al centro, pensó era buena idea entenderse con sus líderes.
El Comandante de Armas de Caracas, coronel Manuel Vicente de las Casas, al darse cuenta que Castro comenzaba a dar síntomas de querer saltar la talanquera, ordenó ponerlo preso en el acto por traidor. En ese momento comenzó a reinar un desorden generalizado en toda la República. Con el Presidente preso la situación se complicó aún más, la situación política continuaba siendo precaria, amenazando con echar por tierra el régimen acéfalo.
La cosa se complicaba, la soberanía condujo a que se llamara al Designado, que fue Pedro Gual, pues Manuel Felipe Tovar estaba ausente. La prisión de Castro llevó a muchos a alegar que su renuncia era innecesaria, pero Gual insistió en la necesidad de un documento con la renuncia, que Castro no quería firmar, ya que le parecía una humillación. Aquello fue mas enredado que un kilo de estopa.
Lo cierto es que la cercanía de las fuerzas federales tuvo el mismo efecto sobre el Comandante de Armas de Caracas que con Castro, al igual que hizo el Carabobeño, pensó en la oportunidad de unirse quienes contemplaba podían salir airosos en el conflicto, eso de juntarse a ellos si piensas que no puedes vencerlos.
De las Casas mantuvo preso al Presidente y decidió congregar sus tropas en la Plaza Bolívar, donde se volvió contra el gobierno y se declaró partidario de los federales. La maniobra no contó el apoyo civil que éste esperaba, quedando en una situación de desconcierto que aprovecharon hábilmente los conservadores para estabilizarse en el poder. Al notar que el gobierno lograba cierto equilibrio y la estratagema de unirse a los federales no fue respaldada por la gente, optó por volver sus pasos y, como si nada hubiese sucedido, se reintegro a las fuerzas estatales.
Mientras todo esto sucedía, enterándose de la primera parte de los acontecimientos anteriores, pero sin conocer el desenlace de los mismos, el jefe federalista Pedro Vicente Aguado, quien dominaba el puerto de La Guaira, resolvió marchar al mando de sus tropas en dirección a la capital, donde esperaba ser recibido con júbilo por la población que apoyaba a los rebeldes federales.
Llegaron a Caracas el dos de agosto en horas de la tarde. Esperaban encontrarse con las tropas que pensaban unirían fuerzas con las de Aguado, pero el jefe federal se llevó una terrible sorpresa. Los batallones “Cinco de Julio” y “Constitución” los recibieron dando la orden de fuego, dejando llover plomo sobre las filas enemigas. Empezó así el enfrentamiento entre los de Caracas y La Guaira que se extendió desde el cerro El Calvario hasta la Plaza San Pablo, una fiera batalla a punta de bayoneta y machete en la que se vertió sangre a chorros y los cadáveres se fueron apilando rápido en el piso. La pelea duró cuatro horas, el sol caía por el Oeste cuando cesaron los disparos, gritos y se dejó de ver gente correteando como loca por las calles.
Este combate es, probablemente, uno de los más grandes y violentos que se desarrolló en la ciudad de los techos rojos durante el Siglo XIX, todo un despelote. Los caraqueños vieron consternados, hundidos en la confusión y caos, como la contienda dejó mas de sesenta muertos, un centenar de heridos y números detenidos. También es considerado por muchos historiadores como el hito que marca el inicio de la Guerra Federal, beligerancia que azotó el país durante cinco años para dejarlo en ruinas.
Un hecho curioso, sobre el asunto de este afamado rebate en la Plaza de San Pablo, es que de aquel suceso histórico y memorable se originó la palabra caraqueña “Sampablera”, que en el habla popular del venezolano significa una gran pelea o alteración masiva del orden público.
Jimenojose.hernandezd@gmail.com
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