Espacio publicitario

Es muy grave el obligar niños a comer

El experto en nutrición Basulto: “Hasta el 85% de los padres obligan a comer a sus hijos”

  • ALEJANDRO ANGULO FONTIVEROS

06/02/2020 05:00 am

El obligar a los niños a comer es una conducta repugnante: principia –colmo de la crueldad– por hacer sufrir a quienes no pueden defenderse y es una especie de tortura por infligirles una indudable aflicción psicológica.

Me desagrada calificar así la conducta de quienes, por lo general, desean es el bien de los niños y alimentarlos; pero a estas mentes impermeables es aplicable lo que Cantinflas dijo en una de sus películas: “¡No me ayudes así, compadre!”. Y también, a más alto vuelo, lo que enseñó Freud: “Cuando se comienza cediendo en las palabras se termina cediendo en el fondo”. Esta incongruencia –de querer hacer el bien y causar un mal– se origina en el gravísimo defecto de no valorar el respeto como la primera condición indispensable en el trato humano. Cuando se sabe que el respeto es la virtud socializadora por excelencia y siempre se le cultiva, no se asumen actitudes de esa índole y en tal abstención está el respeto a sí mismo y a la propia dignidad, que también resplandece en el respeto a la dignidad de los demás. “La manera más completa y profunda de ser hombre, de sentir la dignidad de ser hombre y de sentirla a la vez y admirarla en los demás”, está significada en la palabra griega “Eleuthería” y según Uslar Pietri “no hay ninguna palabra más hermosa”.

Los niños también merecen respeto. Para forjar adultos sanos es indefectible hacer felices a los niños. Aquella tortura se evidencia aún más con la continuidad diaria. Es patético ver llorar niños obligados a comer, lo cual ha provocado hasta peligrosos atragantamientos: si los que quieren tragar se atragantan a veces, con mucha mayor razón quienes no quieren. No frustremos –atormentándolos con sufrimientos psicológicos– la poca o mucha posibilidad que tienen de ser felices en la “Isla de gracia, de frescura y de dicha, edad de oro de los niños”, como cantó el poeta y Nobel de Literatura Juan Ramón Jiménez. No sólo es un irrespeto que llega a maltrato y aun a tortura, sino que constituye una perfecta ineducación para el niño así constreñido y para los circunstantes: es un modelo de conducta que realza la violencia (lo más detestable que hay) para atropellar la libertad de las personas.

La educación opera sobre la base de ejemplos. Se ha de enseñar a los niños el respeto a los demás y en primer término a la libertad ajena y de sí propio. El hacer –sin verdadera necesidad– tabla rasa de la libertad de los niños va del todo en contra de la filosofía pedagógica de Rousseau, para quien “El niño debe ser educado por y para la libertad y libre en todos sus actos. No se le obligue a hacer aquello que no desea hacer ni se le prohíba aquello que le place”. Tal es el espíritu de su doctrina educativa, que fulgura en ese imperecedero monumento pedagógico “Emilio”, levantado a la educación de los niños y cuya magnificencia prosista y poética justifican que sea un clásico de la educación y literatura universal por aquel gran filósofo del siglo XVIII, seguidor de los clásicos y Descartes y notable cooperador de Voltaire y de la Enciclopedia, que parteó el Contrato Social y la Revolución Francesa. Otro principio esencial de Rosseau es educar la sensibilidad (del corazón y de la conciencia) e inspirarles con el “Arte de la beneficencia” “sentimientos de conmiseración y de piedad que convienen al hombre digno de este nombre (…) y una compasión que se aplique a disminuir los males y a consolar las miserias”.

Por eso el tan noble cuan talentoso maestro Simón Rodríguez, imbuido en esa filosofía de Rousseau que mandaba respetar la libertad incluso en los niños, dejándolos libres en lo posible, halló su Emilio ideal y educó así al niño Simón Bolívar, quien al decir de Blanco Fombona, “es el primer hombre moderno, quizás el único, que haya sido educado para hombre libre. Él exageró un poco y se convirtió en Libertador”. Uslar Pietri lo juzgó así: “Venezuela no ha apreciado debidamente a Simón Rodríguez. No nos hemos dado cuenta de la dimensión gigantesca de este hombre. No hubo en América Latina en todo el siglo XIX un hombre que tuviera una visión más adelantada del problema social y educacional hispanoamericano”. Por eso el sabio Simón Rodríguez pudo dar estos consejos tan admirables y simples: “Acostumbren al niño a ser veraz, fiel, servicial, comedido, benéfico, agradecido, consecuente, generoso, amable, diligente, cuidadoso, aseado; a respetar la reputación y a cumplir con lo que promete”.

El español Julio Basulto asegura: según la Academia Americana de Pediatría no se debe obligar a comer a un niño (tendrá menos esperanza de vida) “porque su cerebro sabe qué comer”. Y que eso tiene relevancia incluso penal: “En los comedores escolares miles de niños padecen a diario (…) Es irrespeto al niño y causa sufrimiento, angustia, humillación, vómitos y en Harvard aseguran que anorexia, bulimia y obesidad”. Pediatrics indica que ello, “antiético y denigrante”, le causa traumas; la muy grave obesidad y lo separa de sus padres en lo emocional.

aaf.yorga@gmail.com
Siguenos en Telegram, Instagram, Facebook y Twitter para recibir en directo todas nuestras actualizaciones
-

Espacio publicitario

Espacio publicitario

Espacio publicitario

DESDE TWITTER

EDICIÓN DEL DÍA

Espacio publicitario

Espacio publicitario