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Los exilios

En 1948 se elegía a Rómulo Gallegos como Presidente de la República. Se pensaba entonces que el país estaba encaminado por el sendero democrático, hasta que se produjo el golpe militar

  • JIMENO JOSÉ HERNÁNDEZ DROULERS

15/01/2020 05:00 am

De los setenta y tres años que vivió Rómulo Betancourt, casi dos décadas las pasó siendo un perseguido político, sufriendo las penurias del exilio, en dos oportunidades. La primera durante los tiempos del general Juan Vicente Gómez, después de los eventos acontecidos durante los carnavales de 1928, cuando se rebeló contra la dictadura y tuvo que buscar nuevos horizontes.

Logró escaparse del país para merodear por el Caribe y el Sur del Continente hasta establecerse en Costa Rica, donde militó en el Partido Comunista Costarricense. Tras la muerte del “Benemérito”, acontecida la noche del 17 de Diciembre de 1935, regresó al país, pero los marxistas eran perseguidos y tuvo que sumergirse en la clandestinidad.

Los primeros días de Agosto de 1936 los periódicos “Orve” y “El Popular” anunciaron la edición secreta de un libro, sin autor responsable o pie de imprenta. Se trataba de una obra que tildaban de trabajo peligroso, pues su objetivo era formar un compendio de nombres de posibles comunistas, figuras cuya tendencia de pensamiento representaba una amenaza para el país y el heredero del hombre de La Mulera, general Eleazar López Contreras.

El 14 de ese mes, “Fantoche”, semanario dirigido por Leoncio Martínez, o “Leo”, publicó un extenso e indignado editorial en el que confirmaba el rumor rodado por “Orve” y “El Popular”. Según el mismo Leo: -Alguien que lo ha leído, de quien tuvimos los datos, no titubea en llamarlo “Biblia de la infamia”- Era un libro que llevaba por título real el de “La verdad de las Actividades Comunistas en Venezuela”, y puede ser considerada como una de las piezas más curiosas de la bibliografía nacional, además de una de las que produjo mayores consecuencias políticas y marcó polémica de la Venezuela del Siglo XX.

Las cavilaciones de Leo en “Fantoches” se entienden como una manera o táctica de dilación que pretendía evitar o retardar el viraje definitivo del nuevo Gobierno hacia la derecha y la represión. Exponiendo que con la publicación de éste, se verían en riesgo las concesiones democráticas arrancadas al régimen lopecista con la jornada de protesta del 14 de Febrero de aquel año, que derivó en el acuerdo de liberación de presos políticos, la demolición de La Rotunda y el lanzamiento de los grillos al mar en Puerto Cabello con el discurso del poeta Andrés Eloy Blanco, también estudiante de la generación de 1928, los que rompieron el celofán. También advertía el editorialista que varios personajes de la joven generación antigomecista estaban adscritos a la burocracia del lopecismo, curados de antiguas veleidades comunistas, socialistas o democráticas.

El bendito texto ese fue bautizado por la gente como el “Libro Rojo” y señalaba como comunistas a personeros del régimen al Secretario de Gobierno del Distrito Federal, el Prefecto del Departamento Capitalino y al propio Secretario Privado del Gobernador, Elbano Mibelli. Todo un escándalo para la época, imagine usted el zafarrancho.

La inquietud de la militancia de izquierda ante la aparición de este “Libro Rojo” estaba más que justificada. La Constitución de 1931, sancionada en tiempos de Gómez, únicamente prohibía la propaganda comunista, pero la de 1936 consideraba como “traidores a la patria” a todos aquellos que: -proclamen, propaguen las doctrinas comunistas y anarquista, pudiendo en todo tiempo el Ejecutivo Federal, hállense o no suspendidas las garantías constitucionales, impedir la entrada a territorio de la República o expulsarlos de el, por el plazo de seis meses a un año si se tratare de nacionales o por tiempo indefinido si se tratase de extranjeros, a los individuos afiliados a cualquiera de las doctrinas antedichas, cuando considerare que su entrada al territorio de la República o su permanencia en él pueda ser peligrosa o perjudicial para el orden público o la tranquilidad social.-

Lo cierto es que desde la publicación del “Libro Rojo” comenzó la cacería de brujas. En aquel momento se acusó de comunista a los que realmente lo eran, así como también a ex comunistas que venían del exilio, gente de mentalidad liberal que buscaba la ruptura con el pasado gomecista y solicitaban el establecimiento de un régimen republicano y democrático.

Betancourt, quien se identificaba con el marxismo, fue perseguido y permaneció en la clandestinidad durante casi dos años. Finalmente fue expulsado por orden del gobierno de López Contreras. Todos aquellos que conocieron al guatireño durante estos dos primeros destierros, dicen andaba de un lugar a otro, siempre con el tema de su país natal como obsesión.

Regresó al país en tiempos de la presidencia del general Isaías Medina Angarita, para sumarse al golpe de Estado del 18 de octubre de 1945 que derrocó al gobierno con el propósito de instaurar un régimen de transición, uno que garantizara la constitución de diversos decretos, ley de emergencia y convocar a elección libre, directa y secreta de un nuevo Presidente de la República.

El 19 de octubre, día después del levantamiento cívico militar que depuso a Medina, Betancourt fue designado Presidente Provisional de la Junta Revolucionaria de Gobierno.

En 1948 se elegía a Rómulo Gallegos como Presidente de la República. Se pensaba entonces que el país estaba encaminado por el sendero democrático, hasta que se produjo el golpe militar del 24 de Septiembre de 1948. Betancourt se vio obligado a sufrir otro exilio, que duraría una década y sería el más largo de sus dos exilios antes de llegar otra vez a la Magistratura.

Jimenojose.hernandezd@gmail.com  
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