El nacimiento de Cristo y El Prado
El arte se antepuso a las clases, a la esclavitud y a la misma servidumbre. El arte en sí privilegiado en su origen, alcanzó finalmente un mensaje unificador
El misterio santo del nacimiento de Cristo ha inspirado a lo largo de los siglos la espiritualidad humana. La Iglesia Católica en su extraordinario mecenazgo de otros tiempos -criticado por algunos -ha legado a la humanidad una producción artística envidiable que conforma lo mejor del espíritu creador del hombre. Basta apreciar la magnificencia de las catedrales en lo que representa la arquitectura, la escultura y la pintura, el ornato que logró superar en tiempos pasados la ignorancia de las mayorías y la injusta separación y división social.
El arte se antepuso a las clases, a la esclavitud y a la misma servidumbre. El arte en sí privilegiado en su origen, alcanzó finalmente un mensaje unificador, un sentido de fe superior que no debía excluir a ninguno, como era la esencia, más allá de las distinciones, de las miserias y las debilidades humanas.
Al observar la colección extraordinaria que el Museo del Prado alberga como patrimonio universal nos sorprende su variedad, su riqueza y su extensión, representativa del arte en los últimos siglos.
Entre los más antiguos, destaca por ejemplo el: “Tríptico de la Adoración de los Magos”, del maestro Alemán Hams Memling, cuya obra se estima entre los años 1470 y 1472. Nos presenta a los reyes serenos, reflexivos, dos de ellos de rodillas ante el niño mientras uno de ellos se encamina hacia el resto.
Allí también se encuentra el maravilloso simbolismo de la obra: “La Adoración de la Reyes Magos” del Maestro de la Sisla, perteneciente a la Escuela de Avila del año 1500. Los nobles viajeros reverentes saludan al niño y a su madre con preciosos regalos que reconocen la divinidad del señor.
Con un estilo similar, elevando la dignidad del niño y de sus visitantes, con un San José similar, en traje rojo, como si fuese el mayor de todos, la virgen y el niño dimanando en contraste divinidad, aparece la obra: “La Adoración de los Magos”, copia atribuida a Roger van der Weyden entre los años 1460 y 1470.
No ajena a ese estilo magnífico la: “Adoración de los Reyes Magos” de Blesius, elaborada hacia el año 1515, nos muestra a una virgen María hermosa y a un niño que extiende sus brazos hacia quien lo observa.
Ya en el siglo siguiente el estilo se transforma, deja su anterior rigidez y la pintura adquiere aspectos más humanos y reales. En la; “Adoración” de Juan Bautista Maino, del año 1649, si bien conserva la nobleza de los trajes, aparece un niño negro que ayuda a sostener el presente que se le ofrecerá a Jesús.
Por su parte, en fecha anterior, el Greco sobresale con su genio en la: “Adoración de los Pastores” (1612-1614), humildes y sencillos, conmovidos ante el Señor y la virgen hermosa reflejando su piedad y dignidad, su singular amor, aproximando sus manos al pequeño Salvador, mientras los ángeles arriba custodian y glorifican el admirable nacimiento.
Otra obra sublime que presenta de manera especial la santidad de la familia de Jesús, es la: “Adoración de los Magos” del español Pedro Nuñez del Valle, pieza de 1631, que a diferencia de las otras presenta a otros actores diferentes que acompañan a los Reyes con un séquito mayor como ha debido ser de acompañantes y sirvientes en el largo trayecto hasta Belén donde Cristo nació para gozo de Dios y bendición de los hombres.
El Museo del Prado, uno de los más emblemáticos centros del arte en Europa, ha cumplido 200 años de fundado. Sus colecciones son extraordinarias y constituyen en la actualidad uno de los más importantes patrimonios de España y del mundo.
jfd599@gmail.com
El arte se antepuso a las clases, a la esclavitud y a la misma servidumbre. El arte en sí privilegiado en su origen, alcanzó finalmente un mensaje unificador, un sentido de fe superior que no debía excluir a ninguno, como era la esencia, más allá de las distinciones, de las miserias y las debilidades humanas.
Al observar la colección extraordinaria que el Museo del Prado alberga como patrimonio universal nos sorprende su variedad, su riqueza y su extensión, representativa del arte en los últimos siglos.
Entre los más antiguos, destaca por ejemplo el: “Tríptico de la Adoración de los Magos”, del maestro Alemán Hams Memling, cuya obra se estima entre los años 1470 y 1472. Nos presenta a los reyes serenos, reflexivos, dos de ellos de rodillas ante el niño mientras uno de ellos se encamina hacia el resto.
Allí también se encuentra el maravilloso simbolismo de la obra: “La Adoración de la Reyes Magos” del Maestro de la Sisla, perteneciente a la Escuela de Avila del año 1500. Los nobles viajeros reverentes saludan al niño y a su madre con preciosos regalos que reconocen la divinidad del señor.
Con un estilo similar, elevando la dignidad del niño y de sus visitantes, con un San José similar, en traje rojo, como si fuese el mayor de todos, la virgen y el niño dimanando en contraste divinidad, aparece la obra: “La Adoración de los Magos”, copia atribuida a Roger van der Weyden entre los años 1460 y 1470.
No ajena a ese estilo magnífico la: “Adoración de los Reyes Magos” de Blesius, elaborada hacia el año 1515, nos muestra a una virgen María hermosa y a un niño que extiende sus brazos hacia quien lo observa.
Ya en el siglo siguiente el estilo se transforma, deja su anterior rigidez y la pintura adquiere aspectos más humanos y reales. En la; “Adoración” de Juan Bautista Maino, del año 1649, si bien conserva la nobleza de los trajes, aparece un niño negro que ayuda a sostener el presente que se le ofrecerá a Jesús.
Por su parte, en fecha anterior, el Greco sobresale con su genio en la: “Adoración de los Pastores” (1612-1614), humildes y sencillos, conmovidos ante el Señor y la virgen hermosa reflejando su piedad y dignidad, su singular amor, aproximando sus manos al pequeño Salvador, mientras los ángeles arriba custodian y glorifican el admirable nacimiento.
Otra obra sublime que presenta de manera especial la santidad de la familia de Jesús, es la: “Adoración de los Magos” del español Pedro Nuñez del Valle, pieza de 1631, que a diferencia de las otras presenta a otros actores diferentes que acompañan a los Reyes con un séquito mayor como ha debido ser de acompañantes y sirvientes en el largo trayecto hasta Belén donde Cristo nació para gozo de Dios y bendición de los hombres.
El Museo del Prado, uno de los más emblemáticos centros del arte en Europa, ha cumplido 200 años de fundado. Sus colecciones son extraordinarias y constituyen en la actualidad uno de los más importantes patrimonios de España y del mundo.
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