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Y me visitaste

Visitar a los presos, organizar una atención de esos hermanos es una tarea que ennoblece a la Iglesia, y muestra el rostro sufriente de Jesucristo

  • FERNANDO CASTRO AGUAYO

27/09/2019 05:00 am

“Hay que agradecer a Dios todo lo que hemos recibido, y hay que convencerse que cada uno potencialmente pudiera estar en la situación de los reclusos”. 

“Estuve preso y me visitaste” (Mt 25, 36). Este es uno de los signos de los bienaventurados: la sensibilidad para compadecerse de quienes están privados de libertad. 

El día 24 de septiembre, tradicionalmente, los privados de libertad celebran a la Virgen de las Mercedes. Esta advocación surge por el impulso de Dios en la Iglesia de inspirar un fuerte movimiento en favor de la redención de los cautivos a partir del siglo XIII. Hoy, hay miles de formas de estar privado de libertad, aunque la tradicional es la de aquellos que están en los sitios de reclusión en espera del proceso o cumpliendo sentencia. 

Mi experiencia en la visita a los lugares de reclusión es muy gratificante. Conversar con ellos, compartir sus inquietudes, sus miedos, sus culpas, sus alegrías y tristezas es de gran provecho espiritual para el recluso, pero sobre todo para uno. En un lugar, hay un grupo de señoras mayores que se dedican a escribirles cartas a los presos: ellos esperan esa correspondencia: es un consuelo. Estas señoras crecen humana y espiritualmente con ese servicio: tienen iniciativa para hacer el bien. 

Hay que agradecer a Dios todo lo que hemos recibido, y hay que convencerse que cada uno potencialmente pudiera estar en la situación de los reclusos. La mayoría han recibido malos ejemplos, o han estado en el lugar inoportuno en el momento menos oportuno. 

Debería haber una movilización para que no haya lugar de reclusión que no sea visitado por personas de buena voluntad y con fe en Jesucristo. Que podamos ejercitarnos en la compasión, en las pequeñas ayudas y sobre todo en que sepamos valorar lo que tenemos muchas veces sin ningún merecimiento. 

La fuerza para hacer el bien se consigue en las obras de misericordia. Visitar a los presos, organizar una atención de esos hermanos es una tarea que ennoblece a la Iglesia, y muestra el rostro sufriente de Jesucristo. 

fcastroa@gmail.com
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