Carora, junto a Barquisimeto y El Tocuyo, son los tres centros urbanos sobre los cuales se organizó en el siglo XVI el poblamiento colonial del actual estado Lara, constituido formalmente en 1881. Carora celebró el pasado 7 de septiembre cuatrocientos cincuenta años de fundación, en condiciones muy limitadas por la crisis que hoy envuelve al país. Sin embargo, por encima de esos obstáculos hemos conocido iniciativas surgidas del seno de la sociedad caroreña que han tratado de hacer de este aniversario un encuentro con la historia.
Como quedó muy bien establecido por el historiador caroreño Ambrosio Perera, en su pequeño pero documentado libro Historia de la fundación de Carora, publicado en 1934 y reeditado en 1995, la ciudad fue fundada en 1569 por el capitán Juan de Thejo, vecino y encomendero de El Tocuyo, con el nombre de Nuestra Señora de la Madre de Dios de Carora. Pero este primer asentamiento fue prácticamente destruido por las poblaciones autóctonas de ajaguas y gayones que habitan la zona antes de la llegada de los europeos, lo cual explica que el 19 de junio de 1572, el capitán Juan de Salamanca haya proclamado la fundación de una nueva ciudad, en el sitio de Bariquigua, con el nombre de Ciudad del Portillo de Carora.
Por mucho tiempo, para los caroreños había sido Salamanca el fundador en 1572 de la ciudad. Pero Ambrosio Perera pudo aclarar documentalmente el acto fundacional, lo cual nos da a entender que la conquista y poblamiento hispano de nuestro país tardó varias décadas en consolidarse, no sólo debido a las dificultades del medio geográfico sino también por la resistencia de nuestras comunidades indígenas a la dominación española.
Una versión de la historia
En el marco de este aniversario es que aparece la obra Carora. Una historia inconclusa, cuyo autor es el educador Emerson Corobo Rojas. Este libro es el resultado de sus estudios de Maestría en Historia en la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado y ha sido publicado por la Fundación Buria con el apoyo de una serie de amigos del autor, con el propósito de incorporar en el debate del presente una versión de la historia de Carora entre los siglos XVI y XXI.
La obra está dividida en cuatro capítulos, iniciando con el contexto europeo del que forma parte la historia de Carora, como ciudad hispánica y colonial, ya que la misma responde al proceso de expansión imperial de España y de la Europa Occidental en nuestro continente. El cronista se quedaría en el detalle local del suceso. El historiador, para explicar, debe ubicar el fenómeno en el contexto mayor de sus interrelaciones. Ese es el camino que se impone el autor en su relato, al partir de lo que denomina el “testimonio cosmopolita”.
Seguidamente, pasa al estado Lara, territorio que en nuestros estudios regionales hemos denominado “región Barquisimeto” forjada en el espacio geohistórico que constituyen para finales del siglo XVIII las jurisdicciones de El Tocuyo, Barquisimeto y Carora, para cerrar con la fundación colonial de la ciudad de Nuestra Señora de la Madre de Dios de Carora. Ya entrado en el periodo republicano, el autor trabaja en el tercer capítulo aspectos demográficos, sociales y económicos de Carora, tras la búsqueda de la formación de su capital comercial en el siglo XIX.
Bases materiales y humanas
En el último capítulo el autor dedica sus pesquisas a la formación de las bases materiales y humanas de la riqueza económica caroreña del siglo XX, donde aparecen innovaciones como el ganado “raza Carora”, emblema de una ganadería de proyección internacional, la formación del capital comercial en el siglo XIX que junto al latifundio son los antecedentes de un proceso de acumulación interna de capital que dio lugar a la constitución del Banco de Lara, a empresas pasteurizadoras, centrales azucareros y centros comerciales y de servicio que han traspasado, primero la ciudad de Carora para establecerse en Barquisimeto, y luego, al propio estado Lara para transformarse en firmas nacionales e internacionales.
Esta historia narrada por Emerson Corobo es, pues, un aporte a la comprensión histórica de una ciudad y su gente que tienen ganado un puesto destacado en la Historia de Venezuela. De la ciudad artesanal y comercial del siglo XIX, hemos pasado a una comunidad de hombres y mujeres que en el siglo XX han aportado a la región y al país ejemplos de innovación y emprendimiento que el historiador debe estudiar en momentos en que el país venezolano necesita de sus mejores voluntades para superar el estado de deterioro económico y social en el que nos encontramos. Sólo el trabajo disciplinado, el conocimiento aplicado y el querer hacer, nos permitirá superar con éxito este nuevo desafío. Y en esa historia que viene, Carora tiene mucho que decir y enseñar.
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