¡Vuelvan caras!
Con esta batalla el ejército español, en virtud de la derrota magistral ante un contingente muy inferior pero muy diestro, los españoles quedaron deprimidos, cuyo precio pagaron en Boyacá
Arribamos al bicentenario de una batalla y/o combate táctico, durante la guerra de independencia de Venezuela, a orillas del río Arauca (hoy, municipio Achaguas) con miras a rediseñar, si era necesario, las acciones en campañas venideras, tal y como la que ya Bolívar planificaba, para la independencia de la Nueva Granada, hoy Colombia.
Conocida, sobremanera, la táctica de guerra hecha muy popular, desde entonces, en la historia de Venezuela, y la actitud capciosa, en medio de un schok convulsivo del general Páez con el grito ¡Vuelvan carajo!, como táctica de contraataque al simular una huida, cuando “El Centauro del Llano” al mando de unos 153 jinetes del ejército patriota, con lanzas de unos dos metros de largo en mano, enfrentó a unos 1200 de la caballería española del ejército de Pablo Morillo, cuya infantería, en virtud de la arremetida frontal de los patriotas, buscaron asilo entre el bosque caluroso y húmedo del lugar de combate, e hicieron cesar los cañones realistas ante las lanzas y bayonetas de los soldados de Páez, gracias a la disciplina y coraje forjados durante las batallas de El Yagual, Mucuritas, Mantecal libradas entre (1816-1817), cercanos a los Potreritos Marrereños/Mata del Herradero, donde logra una victoria espectacular, haciendo honor al refrán: “El llanero es del tamaño de la circunstancia que debe enfrentar”, puesto que no peleaba según las reglas de academia militar alguna, sino de sus criterios, analizando detalle a detalle (retrospectiva de las batallas en las que había participado).
Con esta batalla el ejército español, en virtud de la derrota magistral ante un contingente muy inferior pero muy diestro, los españoles quedaron deprimidos, cuyo precio pagaron en Boyacá (puente del río Teatinos, 6/8/1819), donde Bolívar selló la independencia de la Nueva Granada.
Aunque el número de combatientes parecía desproporcionado, el adiestramiento que ya acreditaba a las tropas de Páez, una vez planificada por El Libertador, durante 1818, la Campaña del Centro, propició en arrojo y audacia de los llaneros ante las huestes realistas. Los sobrrevivientes del combate merecieron la “Cruz de los Libertadores”.
Unos dos años más tarde -24/6/1821- Páez se cubriría de gloria en el campo de Carabobo.
Isaimar@gmail.com
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