Un país apagado
Simplemente llegamos al llegadero, por años de estulticia, aprovechamientos indebidos e ineptitud. Quienes no tienen la menor noción de eficacia apagan a un país.
Todos hemos vivido el drama del apagón, con sus consecuencias mortales, con todas las molestias, con la incomunicación. Sabíamos del deterioro del sistema eléctrico nacional. Todos recordamos las explicaciones estrambóticas de los antecedentes. El interior había sido más golpeado que Caracas, pero esta vez nos tocó ser toda una nación apagada.
No vale la pena referirse a las explicaciones oficiales, si explicaciones pueden llamarse. Simplemente llegamos al llegadero, por años de estulticia, aprovechamientos indebidos e ineptitud. Quienes no tienen la menor noción de eficacia apagan a un país.
Un comentario merece una reacción aparecida en las inefables redes sociales, en parte dirigido y en menor parte espontáneo. Se trata de los ataques contra Guaidó culpándolo bajo el argumento de no haber pedido la intervención militar extranjera. Eso responde a lo que en esta terminología grosera de hoy llamamos trolls, bots, laboratorios sucios o como se quiera. Había advertido sobre los peligros que acecharían al joven presidente si llegase al ejercicio real del poder, pues es necesario advertir que no lo tiene, pero el adelanto de una “indignación” en contra suya hace de esos peligros algo presente en el primer punto de su agenda, ya ni siquiera en la segunda.
Aparte del oportunismo inaudito de desviar la natural rabia hacia Guaidó, hay también elementos “naturales”. La señora que gritaba en mi vecindario “intervención militar extranjera ya” es la muestra de una molestia erizada que pretende resultados inmediatos y que cree ver líderes que no le resuelven y apelan al instinto básico de “aquél en quien confiamos” no nos soluciona el problema, uno que es de todos. En buena medida, la expresión el país se apagó no se refiere solamente a la ausencia de electricidad. Se refiere también a la sindéresis. Y más favorable al régimen, consta de una impotencia manifiesta y de cómo una crisis como la que hemos vivido (el uso del pasado es conjetural) hace brotar una falta absoluta de criterio. Las masas quieren tocar sin fabricar y miran a la nada, aun cuando la nada nada sea.
Me hace recordar a la señora que en el gobierno de CAP me paró en la calle para gritarme “locoven nos quiere ahora cobrar una cosa que llaman IVA”.
teodulolopezm@outlook.com
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