Luego del fracaso del gobierno intentando por 20 años sustituir al empresariado venezolano para impulsar la economía con rusos, chinos, empresarios bolivarianos privilegiados, el ALBA, apuntalando a nuevos gremios, con funcionarios públicos expropiando, militares, cooperativas, comunas y empresas de producción social, queda claro que los únicos factores que mantiene la economía respirando, que pueden atraer inversión y aumentar producción y los sueldos, son el sector privado venezolano (tradicional y el emergente). 

Ya está más que probado que ni los turcos ni los rusos ni los chinos están dispuestos a invertir la suficiente cantidad de dinero para reversar la caída en el PIB de 40% y el deterioro de la infraestructura en los últimos 4 años. Ambas naciones sufren retrasos en el pago de las préstamos otorgados a Venezuela y no confían en la gerencia ni en la eficiencia socialista. Los europeos y los estadounidenses no pueden invertir en petróleo y oro por las sanciones de Trump y tampoco lo harán en otros sectores debido al sistema cambiario poco transparente y el control de precios que les impide repatriar sus dividendos. El gobierno tampoco posee fondos propios para inyectar a la economía debido a que todas las empresas del Estado y las expropiadas están en gigantesco déficit y cubrirlo es la causa de la hiperinflación. 

Creo que para romper el hielo y poder sentarse con el gobierno nacional y revisar las políticas económicas erradas, los gremios empresariales y Fedecámaras en particular deben tomar acciones correctivas dentro de sus instituciones. Deben reconocer que en el pasado sus instituciones sufrieron desviaciones de sus misiones y fueron utilizadas por subgrupos del empresariado para buscar privilegios particulares en los gobiernos de turno y para cerrar el paso a la iniciativa de otros empresarios. Muchas veces sirvieron para crear un capitalismo de amigotes y para frenar el dinamismo de la verdadera economía de mercado, de la libre competencia, de la suma de iniciativas y de la creación de productos y servicios. Ese abuso de algunos grupos empresariales dentro de Fedecámaras y otros gremios generó un irrespeto hacia el empresariado en general. Por eso los socialistas del siglo XXI, como una persona traumatizada que le impide ver el potencial de una relación funcional, han buscado tantos sustitutos y controles a los empresarios pero sin éxito. El gobierno debe superar los traumas y debe evitar privilegiar nuevos actores o de crear empresarios en laboratorios y auditar su gasto fiscal. Y por otro lado, Fedecámaras y demás gremios deben garantizar nuevas normativas internas que garanticen que sus instituciones no serán usadas para crear capitalismo de amigotes. 

@alejandrojsucre