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¡Póngame el petróleo en cero!

Mientras se incrementa la animosidad pública ante las crecientes penurias como la falta de comida, el régimen insiste en estimular mayor dependencia de creaciones burocráticas improvisadas

  • MIGUEL BAHACHILLE

03/12/2018 05:00 am

En una acción de soberbia, arrogancia e ignorancia, propias de personajes rústicos con poder, el entonces presidente Chávez vociferaba en cadena nacional (2009) cuando la cesta petrolera venezolana promediaba 83 dólares por barril y una producción cercana a 3 millones de barriles diarios: “póngame el petróleo en cero dólares y Venezuela no entrará en crisis”. Es decir que su imagen bastaba para estabilizar la economía. Sin embargo hoy todo el pueblo padece la crisis generada por aquella “inspiración” que ha reducido la producción petrolera a 1.197.000 barriles diarios (cifras OPEP).

Maduro bajo la misma “línea socialista”, con igual soberbia que su antecesor (el líder eterno), ofrece 20.000 becas estudiantiles a jóvenes colombianos que anhelen estudiar en Venezuela mientras el 40% de la población escolar del país "deja de asistir a la escuela por falta de alimentación (Encuesta de Condiciones de Vida: ENCOVI).

Las cadenas
En gobiernos democráticos fidedignos, la cadena es un recurso del Estado al que se recurre para informar sobre asuntos relevantes o en casos de emergencia frente a peligros ciertos que atenten contra la seguridad de la República. Cuando se abusa de ellas para hablar de jácaras inútiles durante horas, pierde su efecto comunicacional. Chávez no cesaba, ahora tampoco Maduro, en su afán de recurrir casi a diario a las cadenas para divulgar obras de gobierno que no existen. No se trata de “exceso de democracia” como alegan sus mecenas. Por el contrario es una invasión compelida de los hogares tratando de persuadir a la familia para que vea obras que sólo ve el oficialismo. El mismo principio de “póngame el petróleo en cero”.

Las obras
La sobreexposición presidencial es vista hoy como “montaje forzoso” del régimen para esconder su ineptitud. Hablar de insignificancias durante horas, nada aporta al famélico que merodea por calles buscando comida o el que espera durante horas para abordar un transporte público. En los agraviados 40 años se echaba mano de las cadenas para destacar las obras constatables de cada administración. Producción petrolera, kilómetros de carreteras, número y ubicación de hospitales, escuelas, dispensarios, hidroeléctricas, viviendas con sus detalles en zonas debidamente zonificadas, eran datos públicos constatables al alcance de todo el país.

¿Qué ocurre hoy?
Es cierto que la reacción pública es más receptiva a los efectos visuales que a la lectura, sin embargo la tozuda propaganda del régimen por todos los medios audiovisuales para insistir con un “socialismo equitativo” carente de contenido, genera sentimientos contrarios al propósito buscado. Se eluden los conflictos reales fragmentando el modelo de comunicación. Así el presidente y sus coadjutores siguen paralizados en conjeturas efectistas. No administran el país democráticamente porque no saben hacerlo.

La realidad
Ningún funcionario público se refiere a la agobiante inflación que hunde al país. Tampoco a la deficiencia de servicios públicos como la dotación de energía eléctrica, agua, comunicación, gas doméstico, seguridad urbana y rural, transporte público, mantenimiento del pavimento en vías, deterioro de los espacios recreacionales, etc. Asumamos el caso del estado Vargas. La retórica inútil está a ojos vista de los moradores y visitantes del litoral luego de 19 años de los daños causados por la vaguada. Resalta una costosa propaganda en el trayecto hacia las playas mientras “el turista” no puede evitar la visión de escombros y basuras acopiados en las trochas; de viviendas arruinadas, hoteles invadidos, inestabilidad de cerros, etc.

No hay planes
Toda decisión gubernativa es útil si no se cimienta en propósitos auténticos. El país necesita no sólo de ciudades habitables con tráfico fluido; también mejores escuelas y hospitales y, en general, de instituciones sociales capaces de encauzar los conflictos sociales previsibles. ¡Pero no! Mientras se incrementa la animosidad pública ante las crecientes penurias como la falta de comida, el régimen insiste en estimular mayor dependencia de creaciones burocráticas improvisadas, ineficientes y corruptas.

miguelbmer@gmail.com
@MiguelBM29
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