Florentino y el Diablo
“Me gusta escuchar el rayo/aunque me deje aturdío…cuando esas voces me llaman, siempre le he respondío”. Florentino
El catire Florentino galopa a media noche, en la oscuridad profunda de la llanura y se dirige a contrapuntear en un joropo tramao donde bailan los peones en algún rancho veguero. En la infinita soledad de la sabana, siente una presencia desconocida y aterradora “cuando con trote sombrío, hay un jinete tras el / negra se le ve la manta, negro el caballo también/ bajo el negro pelo guama/ la cara no se le ve”. La sombra maligna lo reta y amenaza en una copla: “amigo por si atreve/aguárdeme en Santa Inés/ que yo lo voy a buscar/ para cantad con Ud.”. Florentino ignora el miedo, responde y como guapo, temerario, acepta el reto: si gana el diablo antes del amanecer, lo arrastrará al infierno; “sepa el cantador sombrío/ que yo cumplo con mi fe/ y como canté con todos tengo que cantar con él”. Arpa cuatro y maracas truenan adentro del rancho joropero; afuera, en medio del “fiero chubasco”, el río amarronado “pecho de sabana sucia”, va en creciente.
“Súbito un hombre en la puerta, indio de grave postura/ ojos negros, pelo negro, frente dé cálida arruga, pelo de guama luciente, que con el candil relumbra. Un golpe de viento guapo le pone a volar la blusa, y se le ve jeme y medio de puñal en la cintura/ ¡Oiga vale, ese es el Diablo! -la voz por la sala cruza. Mírelo cómo llegó, con tanto barrial y lluvia, planchada y seca la ropa, sin cobija ni montura”. Arranca El Diablo con un seis por derecho, el joropo más rudo del contrapunteo, e inicia el reto con una copla en la que quiere obligar a Florentino a reconocerlo “y diga si anduvo tanta, sabana sin sol ni luna, quién es el que bebe arena, en la noche más oscura”. Florentino no le da el gusto y repica “no quiero ocultar mi sombra, ni me espanto de la suya. Lo malo no es el lanzazo, sino quien no lo retruca: tiene que beber arena el que no bebe agua nunca”.
El Diablo insiste en que Florentino lo evoque y repregunta “si sabe, de su razón y si no, no dé ninguna: ¿quién mitiga el fuego amargo en jaguey de arena pura, quien mata la sed sin agua en la soledad profunda?”. Florentino lo desplanta y de nuevo elude nombrarlo, dice: “¿Qué culpa tengo señores, si me encuentra el que me busca?”. El Diablo lanza su amenaza: “falta un cuarto pa’ la una cuando el candil parpadea, cuando el espanto sin rumbo con su dolor sabanea, cuando Florentino calla porque se le va la idea, cuando canta la pavita, cuando el gallo menudea”. Florentino. “Cuando el gallo menudea, la garganta se me afina y el juicio se me clarea. Yo soy como el espinito que en la sabana florea; le doy aroma al que pasa y espino al que se menea”.
El Diablo contrataca “con plantaje y bulla de ala no se cobra la pelea. Vaya poniéndose alante pa’que en lo oscuro me vea”, para intimidar y mantener a Florentino a la defensiva, quien le responde “atrás y alante es lo mismo pa’l que no carga manea. El que va atrás ve pa’lante y el que va adelante voltea…ni que yo fuera lechuza en campanario de aldea, para cantar en lo oscuro con esta noche tan fea”. El Diablo otra vez amenaza: “una cosa piensa el burro y otra el que arriba lo arrea. ¡Ay catire Florentino! escuche a quien lo previene: dele tregua a la porfía pa’que tome y se serene, si no quiere que le falle la voz cuando se condene”. Florentino “…mientras el cuatro me afine y la maraca resuene, no hay espuela que me apure ni bozal que me sofrene, ni quien me obligue a beber, en tapara que otro llene.
… Coplero que canta y toca su justa ventaja tiene: toca cuando le da gana, canta cuando le conviene”. El Diablo “si su destino es porfiar, aunque llueva y aunque truene, le voy a participar, amigo, que en este duelo, yo no le vengo a brindar miel de aricas con buñuelo. Si se pone malicioso no me extraña su recelo, que al que lo mordió macagua bejuco le para el pelo”. Florentino “entre cantadores canto, entre machos me revelo, entre mujeres me sobra, muselina y terciopelo, cuando una me dice adiós, a otra le pido consuelo”. El Diablo “los gallos están cantando, escúchele los cantíos, los perros están aullando, recuerde lo convenío. Zamuros de la Barrosa del alcornocal del Frío, albricias pido, señores, que ya Florentino es mío”.
Florentino ´si usté dice que soy suyo será que me le he vendío, si me le vendí me paga porque yo a nadie le fío. Yo no soy rancho veguero que le mete el agua el río, yo no soy pájaro bobo pá’estar calentando nío”. El Diablo “se le anudará el tañío, cuando yo mande a parar el trueno y el desafío”. Florentino “cuando esas voces me llaman, siempre les he respondío.¡Cómo me puede callar coplero recién vestío!”. El Diablo “mano a mano y pecho a pecho ando atizándome el brío, y sangrando a los rendíos con la punta’e mi puñal que duele y da escalofrío”. Florentino “puñal, sáquelo si quiere a ver si repongo el mío. Duele lo que se perdió cuando no se ha defendío”. El Diablo “por eso es que me lo llevo, con la nada por avío, en bongo de veinte varas, que tiene un golpe sombrío. Y vuelvo a cambiarle el pie a ver si topa el atajo”.
Florentino “cuando se fajan me gusta porque yo también me fajo. Zamuros de la Barrosa del alcornocal de abajo: ahora verán, señores, al Diablo pasar trabajo…Usté que se alza el copete y yo que se lo rebajo. No se asusten compañeros, déjenlo que yo lo atajo, déjenlo que pare suertes, yo sabré si le barajo; déjenlo que suelte el bongo pá’que le coja agua abajo; antes que Dios amanezca se lo lleva quien lo trajo; alante el caballo fino, atrás el burro marrajo ¡Quién ha visto dorodoro cantando con arrendajo! El Diablo ¡Ay catire Florentino!, cantor de pecho cabal, qué tenebroso el camino que nunca desandará, sin alante, sin arriba, sin orilla y sin atrás. Ya no valen su baquía, su fe ni su facultá, catire quitapesares arrendajo y turupial”.
Florentino “de andar solo esa vereda los pies se le han de secar, y se le hará más profunda la mala arruga en la faz; porque mientras llano y cielo me den de luz su caudal, mientras la voz se me escuche por sobre la tempestá, yo soy quien marco mi rumbo con el timón del cantar…que no manda marinero donde manda capitán. El Diablo “ceniza será su voz, rescoldo de muerto afán, sed será su última huella náufraga en el arenal, humo serán sus caminos, piedra sus sueños serán, carbón será su recuerdo, lo negro en la eternidá, para que no me responda, ni se me resista más. Capitán de la Tiniebla es quien lo viene a buscar. Florentino “mucho gusto en conocerlo tengo señor Satanás. Zamuros de la Barrosa salgan del Alcornocal que al Diablo lo cogió el día queriéndome atropellar. Sácame de aquí con Dios Virgen de la Soledá, Fiel Madre de los Dolores dame el fulgor que tú das, ¡San Miguel!, dame tu escudo, tu rejón y tu puñal, Niño de Atocha bendito, Santísima Trinidá”. (En compases de silencio negro bongo que echa a andar ¡Salud, señores! El alba bebiendo en el paso real).
@CarlosRaulHer
“Súbito un hombre en la puerta, indio de grave postura/ ojos negros, pelo negro, frente dé cálida arruga, pelo de guama luciente, que con el candil relumbra. Un golpe de viento guapo le pone a volar la blusa, y se le ve jeme y medio de puñal en la cintura/ ¡Oiga vale, ese es el Diablo! -la voz por la sala cruza. Mírelo cómo llegó, con tanto barrial y lluvia, planchada y seca la ropa, sin cobija ni montura”. Arranca El Diablo con un seis por derecho, el joropo más rudo del contrapunteo, e inicia el reto con una copla en la que quiere obligar a Florentino a reconocerlo “y diga si anduvo tanta, sabana sin sol ni luna, quién es el que bebe arena, en la noche más oscura”. Florentino no le da el gusto y repica “no quiero ocultar mi sombra, ni me espanto de la suya. Lo malo no es el lanzazo, sino quien no lo retruca: tiene que beber arena el que no bebe agua nunca”.
El Diablo insiste en que Florentino lo evoque y repregunta “si sabe, de su razón y si no, no dé ninguna: ¿quién mitiga el fuego amargo en jaguey de arena pura, quien mata la sed sin agua en la soledad profunda?”. Florentino lo desplanta y de nuevo elude nombrarlo, dice: “¿Qué culpa tengo señores, si me encuentra el que me busca?”. El Diablo lanza su amenaza: “falta un cuarto pa’ la una cuando el candil parpadea, cuando el espanto sin rumbo con su dolor sabanea, cuando Florentino calla porque se le va la idea, cuando canta la pavita, cuando el gallo menudea”. Florentino. “Cuando el gallo menudea, la garganta se me afina y el juicio se me clarea. Yo soy como el espinito que en la sabana florea; le doy aroma al que pasa y espino al que se menea”.
El Diablo contrataca “con plantaje y bulla de ala no se cobra la pelea. Vaya poniéndose alante pa’que en lo oscuro me vea”, para intimidar y mantener a Florentino a la defensiva, quien le responde “atrás y alante es lo mismo pa’l que no carga manea. El que va atrás ve pa’lante y el que va adelante voltea…ni que yo fuera lechuza en campanario de aldea, para cantar en lo oscuro con esta noche tan fea”. El Diablo otra vez amenaza: “una cosa piensa el burro y otra el que arriba lo arrea. ¡Ay catire Florentino! escuche a quien lo previene: dele tregua a la porfía pa’que tome y se serene, si no quiere que le falle la voz cuando se condene”. Florentino “…mientras el cuatro me afine y la maraca resuene, no hay espuela que me apure ni bozal que me sofrene, ni quien me obligue a beber, en tapara que otro llene.
… Coplero que canta y toca su justa ventaja tiene: toca cuando le da gana, canta cuando le conviene”. El Diablo “si su destino es porfiar, aunque llueva y aunque truene, le voy a participar, amigo, que en este duelo, yo no le vengo a brindar miel de aricas con buñuelo. Si se pone malicioso no me extraña su recelo, que al que lo mordió macagua bejuco le para el pelo”. Florentino “entre cantadores canto, entre machos me revelo, entre mujeres me sobra, muselina y terciopelo, cuando una me dice adiós, a otra le pido consuelo”. El Diablo “los gallos están cantando, escúchele los cantíos, los perros están aullando, recuerde lo convenío. Zamuros de la Barrosa del alcornocal del Frío, albricias pido, señores, que ya Florentino es mío”.
Florentino ´si usté dice que soy suyo será que me le he vendío, si me le vendí me paga porque yo a nadie le fío. Yo no soy rancho veguero que le mete el agua el río, yo no soy pájaro bobo pá’estar calentando nío”. El Diablo “se le anudará el tañío, cuando yo mande a parar el trueno y el desafío”. Florentino “cuando esas voces me llaman, siempre les he respondío.¡Cómo me puede callar coplero recién vestío!”. El Diablo “mano a mano y pecho a pecho ando atizándome el brío, y sangrando a los rendíos con la punta’e mi puñal que duele y da escalofrío”. Florentino “puñal, sáquelo si quiere a ver si repongo el mío. Duele lo que se perdió cuando no se ha defendío”. El Diablo “por eso es que me lo llevo, con la nada por avío, en bongo de veinte varas, que tiene un golpe sombrío. Y vuelvo a cambiarle el pie a ver si topa el atajo”.
Florentino “cuando se fajan me gusta porque yo también me fajo. Zamuros de la Barrosa del alcornocal de abajo: ahora verán, señores, al Diablo pasar trabajo…Usté que se alza el copete y yo que se lo rebajo. No se asusten compañeros, déjenlo que yo lo atajo, déjenlo que pare suertes, yo sabré si le barajo; déjenlo que suelte el bongo pá’que le coja agua abajo; antes que Dios amanezca se lo lleva quien lo trajo; alante el caballo fino, atrás el burro marrajo ¡Quién ha visto dorodoro cantando con arrendajo! El Diablo ¡Ay catire Florentino!, cantor de pecho cabal, qué tenebroso el camino que nunca desandará, sin alante, sin arriba, sin orilla y sin atrás. Ya no valen su baquía, su fe ni su facultá, catire quitapesares arrendajo y turupial”.
Florentino “de andar solo esa vereda los pies se le han de secar, y se le hará más profunda la mala arruga en la faz; porque mientras llano y cielo me den de luz su caudal, mientras la voz se me escuche por sobre la tempestá, yo soy quien marco mi rumbo con el timón del cantar…que no manda marinero donde manda capitán. El Diablo “ceniza será su voz, rescoldo de muerto afán, sed será su última huella náufraga en el arenal, humo serán sus caminos, piedra sus sueños serán, carbón será su recuerdo, lo negro en la eternidá, para que no me responda, ni se me resista más. Capitán de la Tiniebla es quien lo viene a buscar. Florentino “mucho gusto en conocerlo tengo señor Satanás. Zamuros de la Barrosa salgan del Alcornocal que al Diablo lo cogió el día queriéndome atropellar. Sácame de aquí con Dios Virgen de la Soledá, Fiel Madre de los Dolores dame el fulgor que tú das, ¡San Miguel!, dame tu escudo, tu rejón y tu puñal, Niño de Atocha bendito, Santísima Trinidá”. (En compases de silencio negro bongo que echa a andar ¡Salud, señores! El alba bebiendo en el paso real).
@CarlosRaulHer
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