No acepto palomitas
Está claro que no es posible volver al pasado y cambiar los hechos, pero sí existe la posibilidad de evitar que ciertas situaciones vuelvan a presentarse en el futuro
Entre el 20 y el 23 de abril de 1949, se llevó a cabo en París el Congreso Mundial por la Paz, en el que participaron artistas y escritores tan destacados como Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Diego Rivera y Matisse. Urgía sensibilizar a la opinión pública acerca de la importancia de promover el desarme, en un contexto especialmente delicado, debido a la amenaza nuclear.
El cartel del evento fue diseñado por Pablo Picasso a partir de la litografía de una paloma blanca, a la cual más tarde se referiría Neruda al recibir el Premio Nobel de Literatura en 1950: “La paloma de Picasso vuela sobre el mundo, nívea e inmaculada, llevando a las madres una palabra dulce, de esperanza, despertando a los soldados con el roce de sus alas para recordarles que son hombres, hijos del pueblo, que no queremos que vayan a la muerte.”
El cartel del evento fue diseñado por Pablo Picasso a partir de la litografía de una paloma blanca, a la cual más tarde se referiría Neruda al recibir el Premio Nobel de Literatura en 1950: “La paloma de Picasso vuela sobre el mundo, nívea e inmaculada, llevando a las madres una palabra dulce, de esperanza, despertando a los soldados con el roce de sus alas para recordarles que son hombres, hijos del pueblo, que no queremos que vayan a la muerte.”
Pero ¿por qué una paloma es el símbolo de la paz?
En la iconografía Cristiana, está asociada al Espíritu Santo, pero la tradición tiene su origen específicamente en el Génesis, en donde representa la reconciliación y la esperanza en el relato de Noé.
Tras cerrarse las cataratas de los cielos y detenerse el diluvio, las aguas decrecían gradualmente sobre la tierra “y reposó el arca en el mes séptimo, sobre los montes de Ararat”.
Soltó entonces Noé una paloma que regresó al arca, pues no encontró donde posarse. Noé aguardó siete días y volvió a soltarla. Esta vez “la paloma volvió a él a la hora de la tarde; y he aquí que traía una rana de olivo en el pico; y entendió Noé que las aguas se habían retirado de sobre la tierra” (Gen 8: 6-22).
La imagen de la paloma, volando con la rama de olivo en el pico, ya se encontraba representada en las antiguas catacumbas paleocristianas, y es símbolo de la concordia entre Dios y la humanidad.
Hay muchas personas que, ante el conflicto, sueltan sus palomitas, tratando de comprobar si ya ha bajado el nivel de las aguas. Mensajes cordiales, noticias curiosas o canciones son enviadas como si no hubiera pasado nada, mientras el emisor aguarda, atento, a ver si ya ha bajado el nivel de las aguas. Se confía en que el tiempo lo cura todo y en que es posible retomar las relaciones una vez que se aplaque el dolor o la ira.
Pero no se puede encomendar al olvido la solución de los problemas. Nadie puede formar parte de la solución de un conflicto sin tener noción de las causas que ocasionaron el mismo.
Si bien el sosiego puede ser un contexto más fértil para poner en común los respectivos sentimientos, no basta con sobrepasar los impasses como si nada hubiera ocurrido. Es preciso, además, el propósito de enmienda, la comprensión de las causas del malestar del otro para evitar que se repita el comportamiento que desató el malestar de la parte agraviada.
Está claro que no es posible volver al pasado y cambiar los hechos, pero sí existe la posibilidad de evitar que ciertas situaciones vuelvan a presentarse en el futuro.
Hace falta mucha humildad (y en ocasiones mucho valor) para acometer una conversación acerca de lo ocurrido. Pero hablar permite a cada persona comunicar sus emociones, preocupaciones y necesidades, lo que ayuda a la otra parte a comprender mejor la situación y a empatizar. Asimismo, se pueden aclarar malentendidos, evitando que se mantengan interpretaciones erróneas si las hubiera.
No: no es posible ni justo actuar como si no hubiera ocurrido nada, omitir las excusas y obviar el reconocimiento del impacto de nuestros actos en las otras personas. Y, más que pedir perdón, es necesaria la evidencia de que hemos comprendido.
linda.dambrosiom@gmail.com
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