Del eje intestino-cerebro
Un dato revelador: hay células del intestino, que cuando se inflaman, pueden infiltrarse en el cerebro y contribuir al daño neurológico. No es ciencia ficción, es ciencia publicada en Nature hace pocos días
Hoy, gracias al trabajo pionero de investigadores como Eric Topol, sabemos que el intestino y el cerebro son interlocutores permanentes —y que su conversación puede marcar la diferencia entre la salud y la enfermedad.(1) A través de señales excitables, hormonas, metabolitos microbianos y respuestas inmunológicas, nuestro intestino regula funciones tan diversas como el apetito, el estado de ánimo, la inmunidad y, como sabemos ahora, incluso la neuroinflamación asociada a enfermedades como el Alzheimer o el Parkinson.
Un dato revelador: hay células del intestino, que cuando se inflaman, pueden infiltrarse en el cerebro y contribuir al daño neurológico. No es ciencia ficción, es ciencia publicada en Nature hace pocos días. Y, por si fuera poco, ciertas bacterias intestinales —como Helicobacter pylori, la misma que alguna vez culpamos por las úlceras— pueden secretar proteínas que bloquean la formación de placas amiloides, aquellas que definimos como sello de muchas enfermedades neurodegenerativas. Pero más allá del asombro científico, esta revolución ya se traduce en terapias concretas. El auge de medicamentos basados en hormonas intestinales, como los agonistas del receptor GLP-1 (semaglutida u Ozempic) transforman el tratamiento de la diabetes y la obesidad. Fármacos como Amycretina, Ecnoglutida u Orforglipron no solo ayudan a perder peso, sino que también reducen la inflamación sistémica y cerebral.
Un dato revelador: hay células del intestino, que cuando se inflaman, pueden infiltrarse en el cerebro y contribuir al daño neurológico. No es ciencia ficción, es ciencia publicada en Nature hace pocos días. Y, por si fuera poco, ciertas bacterias intestinales —como Helicobacter pylori, la misma que alguna vez culpamos por las úlceras— pueden secretar proteínas que bloquean la formación de placas amiloides, aquellas que definimos como sello de muchas enfermedades neurodegenerativas. Pero más allá del asombro científico, esta revolución ya se traduce en terapias concretas. El auge de medicamentos basados en hormonas intestinales, como los agonistas del receptor GLP-1 (semaglutida u Ozempic) transforman el tratamiento de la diabetes y la obesidad. Fármacos como Amycretina, Ecnoglutida u Orforglipron no solo ayudan a perder peso, sino que también reducen la inflamación sistémica y cerebral.
No es exagerado afirmar, por tanto, que estamos ante una nueva medicina: una que no combate síntomas aislados, sino que busca restaurar el equilibrio dinámico de todo el sistema humano. Y he aquí lo extraordinario: aún antes de que estos medicamentos logren su efecto clínico total, ya modifican el eje intestino-cerebro, restaurando su armonía. Ese sutil diálogo entre bacterias, neuronas y hormonas se convierte en el nuevo lenguaje de la salud. Esta no es solo una tendencia científica, es la antesala de una medicina más holística, más inteligente y profundamente humana.
@rrangelaldao
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1. https://erictopol.substack.com/p/the-gut-brain-axis-takes-center-stage
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