Aunque lo hemos dicho muchas veces, hoy más que nunca tenemos que afirmar que el camino económico de los países tiene que ir por la vía del desarrollo de los mismos, la desregulación y eliminación de requisitos y trámites, apartando las ideologías.

Y en el caso de Venezuela, esto pasa por desregular la economía.

Desde hace años nos hemos acostumbrado a que todo se regule: las exportaciones, las transacciones financieras, el comercio, la industria, los permisos, solo para mencionar algunos sectores.

Y, demás está decir de la regulación que pesa sobre el tipo de cambio y una multiplicidad de rubros que tal vez ni recordemos, pero están allí y conllevan múltiples problemas económicos a la hora de dar resultados.

Complicaciones

Pero, mientras existen estas regulaciones, por otro lado, existen las complicaciones derivadas de los trámites para todas y cada de las áreas que tiene que ver con las importaciones y las exportaciones, lo que hace aún más compleja la situación.

Aunque se ha tratado de modernizar sectores, como el caso de la banca y otros rubros, lo cual es el camino correcto y es positivo, para temas como las exportaciones e importaciones, el exceso de pasos a seguir y los requisitos para cada uno, lo dificulta todo.

Los trámites en línea están bien, pero el exceso de los mismos es lo que perjudica, complicando sus aplicaciones para el venezolano común.

Las exportaciones no tradicionales

Las exportaciones no tradicionales de las que tanto se habla, todavía siguen requiriendo muchos pasos.

Además, se siguen pidiendo infinidad de requisitos para permisos de exportación que hoy en día no deberían existir.

Al contrario, la economía nacional debería estar a la vanguardia y dejar de imponer tantos controles para que ella pueda establecer sus propios mecanismos de crecimiento y autocontrol.

Aunque desde la época del presidente Hugo Chávez y ahora con el actual Ejecutivo que también ha mandado varias veces a reducir los trámites, parece ocurrir los mismo que las alcabalas: no deben existir, pero allí están y lejos de facilitar dificultan las cosas.

Se deben de reducir también los trámites en los ministerios y organismos oficiales que, además son muchos, pero lamentablemente, hasta las mismas iniciativas requieres permisos.

En el Interior

Y solo estamos hablando del problema a nivel de la administración central.

Pero, si nos vamos al Interior del país, los temas regionales y municipales complican mucho más las ganas de los sectores de la economía en los estados de salir adelante.

Además de los permisos nacionales, los sectores también tienen la carga de las alcaldías, los impuestos, los trámites y papeleos municipales y regionales que parece que nunca se acaban.

Y esto ocurre a pesar de que hay una ley que se hizo para estandarizar precisamente lo que tiene que ver con los impuestos, la Ley de Armonización de Impuestos.

Ahora que vienen elecciones en las alcaldías y municipalidades, uno de los puntos a plantear para que se solucione es el de los impuestos y la cantidad de papeleo y burocracia alrededor de la economía regional.

En el caso de los impuestos, la Ley de Armonización terminó por no cumplirse debidamente y las alcaldías terminaron por imponer una cantidad casi incontable de impuestos.

Entonces el tiempo se va en pagar impuesto tras impuesto y no se instrumentan mecanismos de cancelación ágiles y armónicos, como el caso de los peajes que hacen falta para mejorar las carreteras.

Además, somos un país fronterizo geográficamente abierto, caribeño y en el medio entre sur y Norteamérica, por lo que deberíamos tener una economía más simple y moderna.

El autor fue ministro de Industria y Comercio y presidente de CAVIDEA.

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