“No vamos a permitir que la posible corrupción de unos pocos tumbe el mayor gobierno progresista de la UE” declaró el líder del PSOE y presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, ante la sacudida sísmica que ha causado, en su partido y en la sociedad española, el destape de un esquema de corrupción que implica a tres miembros de su círculo más íntimo, operadores de sus decisiones para mantener en un puño -el suyo- la estructura partidista, restringiendo su capacidad deliberativa y fiscalizadora. El trío de Ábalos, Santos Cerdán y Koldo (sí, podría ser el nombre de un grupo de vaudeville de carretera), nada menos que el ahora exministro de Transportes, el entonces secretario de Organización del PSOE, y un rufiancillo menor, habrían amañado contratos públicos para construir carreteras exigiendo sus tercermundistas mordidas por adjudicar las obras entre los contratistas designados. Digamos, que una operación de más bajo pelambre es difícil de encontrar, salvo hacerse pasar por ciego un domingo en la mañana después de misa.

La Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, obtuvo grabaciones de conversas telefónicas donde los truhanes reclamaban su parte de la mordida, detectaban nuevos kilómetros de carreteras para hincarle el diente, y hasta de “chicas” hablaban de manera adolescentemente procaz. Como en una trama de la Commedia dell’Arte -con alta tecnología contemporánea- resulta que las grabaciones fueron hechas por un miembro del “trío tóxico”, nada menos que Koldo, el plomero del grupete, y requisadas por la UCO durante su investigación. Cómo se repite el mismo guión una y otra vez, y se insiste en reeditarlo sabiendo que siempre hay un traidor a bordo, es un enigma. ¿No deberían pasar The Usual Suspects en las academias de malhechores como materia obligatoria?

Pero, vamos, cualquiera se equivoca y escoge la manzana podrida en un tonel de manzanas sanas, y hasta la lustra y la mima con ahínco, pero cuando el primer gusanillo asoma la cabeza en la superficie lustrosa, es síntoma de que algo está podrido en… la fruta y es de sabios deshacerse de ella antes de que te convierta en naturaleza muerta. Pero no, el ciudadano presidente Sánchez se negó a aceptar lo evidente hasta que ya era demasiado tarde. Y, entonces, recurrió a la coartada favorita del progresista acorralado en su propia maraña: la derecha universal intenta destruir -aprovechándose de unos cuantos descarriados- un proyecto portador de cambio e igualdad para todo el mundo: “Hemos venido a mejorar la vida de la gente, a combatir la desigualdad, y a defender las libertades. Y no vamos a permitir que nada nos aparte de esos anhelos en los que millones de personas han depositado sus esperanzas”, reza un párrafo de la carta enviada a la militancia por el secretario general para intentar solventar lo sucedido y apaciguar los ánimos.

Es decir, que visto que lo que está en juego es tan grande y noble, no se puede permitir que unas migajas de corrupción lo aparten de La Moncloa. Por tanto, la lucha continua, pero para que el ciudadano Sánchez se mantenga en el poder, a costa de lo que sea, a pesar de haber demostrado su falta de criterio para escoger sus socios: Pablo Iglesias y sus podemitas en su momento, Carles Puigdemont y el secesionismo catalán para resetearse en el poder, y ahora el trío de Ábalos, Santos Cerdán y Koldo, para garantizar la asfixia del partido deliberativo y plural que una vez fue. Al ciudadano Sánchez, secretario general del PSOE y presidente del Gobierno de España, solo le queda una salida esterilizada: dimitir o que lo dimitan. PSOE, aparta de ti este Sánchez.