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Las piedras de David el palestino

David no ganó solo por astucia, sino porque creía en lo que defendía. Hoy, el pueblo palestino sigue siendo una encarnación viva de esa dignidad que se niega a ser aplastada

  • MUAZ MUSSA

12/06/2025 04:59 am

Durante más de 77 años, la entidad sionista de Israel se ha destacado por su superioridad militar y tecnológica, reflejando una naturaleza terrorista sin precedentes en la historia, deshumanizando al pueblo palestino y considerando su eliminación y el exterminio de sus hijos un derecho legítimo y una necesidad existencial para la continuidad del proyecto de ocupación. A pesar de esta superioridad, la mentalidad sionista se rehúsa a comprender el profundo vínculo del pueblo palestino con su causa, su tierra y su identidad. Ello, deja a la mentalidad de la ocupación moralmente impotente y completamente desnuda, no solo ante el mundo, sino también ante sus propios colonos y seguidores. La esencia de este fracaso israelí está profundamente ligada al tipo de personalidad que produce el exceso de poder cuando lo posee el ladrón. Esto crea una personalidad arrogante que cree que; lo que no se puede lograr con la fuerza se logrará con más fuerza, generando una extraña mezcla de arrogancia y soberbia que pronto se convierte en un factor fundamental para socavar y aniquilar el propio poder. A lo largo de la inmensa historia de la humanidad, encontramos decenas de ejemplos, profundamente vivos en la conciencia humana, donde el poder ha sido acabado por la arrogancia y la vanidad.

Quizás una de las historias más reveladoras en este contexto sea la del profeta David (la paz sea con él), y cómo, con su honda y su piedra, logró derrotar a Goliat, el epítome de la arrogancia y la soberbia. Nada puede ser más preciso que esta historia para describir la continua campaña de genocidio que libra Israel contra el pueblo palestino. El Goliat sionista, armado con fuerza letal, es arrogante y cree que el poder que le permite aniquilar a un pueblo sin que el mundo se mueva, también le permitirá despojarlo de su derecho a su tierra e identidad y expulsarlo incluso de la historia. El conflicto en este contexto no es puramente material; más bien, es un conflicto entre el ladrón terrorista israelí, y el palestino como dueño del derecho histórico inalienable a su tierra. El poder material de Israel y la propaganda sionista no podrán cambiar la historia, y la victoria absoluta que el gobierno de Netanyahu y la comunidad sionista levantan como lema, no es más que una ilusión.

Israel cuenta con armamento nuclear, aviones F-35, tecnología de espionaje de vanguardia, apoyo diplomático de potencias como EE. UU. Y la mayoría de los países europeos, y una economía integrada a los grandes flujos del capital global, además de un aparato mediático inédito y un control casi absoluto de las trasnacionales de comunicación. Todos esos elementos integrados bajo la ideología más diabólica que ha presenciado la humanidad, - como es el Sionismo - permitieron la creación de la colonia ideal, fabricar un supuesto pueblo y venderlo ante la opinión pública como el pueblo elegido, mientras paralelamente se borra literalmente al indefenso pueblo palestino del mapa y se adueñan de su historia y cultura. Frente a esto, el “David palestino” carente de armas sino de profunda conciencia de su causa e identidad milenaria, responde con inteligencia popular y una voluntad inquebrantable de resistir.

Desde octubre de 2023, la Franja de Gaza, bloqueada por aire, mar y tierra desde hace casi dos décadas, ha sido el epicentro de la ofensiva militar más brutal desde 1948, causando decenas de miles de mártires y heridos y la destrucción total y bárbara de la Franja. sin embargo, lo que debía ser una victoria rápida y aplastante para Israel, se ha transformado en un callejón sin salida político, militar y moral.

Así como David venció con una honda, sus hijos palestinos retomaron las piedras frente al tanque sionista, en una epopeya real vista diariamente en toda palestina. Qué arrogante es el Goliat sionista, sería bueno que la Real Academia Española introduzca la palabra “sionista” como sinónimo de arrogante y soberbio, es un hecho.

Las imágenes de hospitales destruidos, niños mutilados, periodistas asesinados, y barrios reducidos a escombros han recorrido el mundo y minado el relato de “autodefensa” que por décadas blindó a Israel ante la opinión pública occidental. Desde universidades estadounidenses hasta parlamentos en Europa, se alzan voces que antes callaban. La legitimidad de la causa palestina ha resurgido con una fuerza inesperada, retomando el eje moral del conflicto. David no solo lanza piedras: hoy lanza verdades que perforan la armadura mediática del ocupante.

La imagen del héroe ya no es el soldado con uniforme y medallas. Es el paramédico palestino que entra entre bombas a rescatar a una niña. Es la madre palestina que sobrevive al dolor y sigue criando. Es el joven palestino que, con una cámara o un dron rudimentario, documenta crímenes para que el mundo no olvide. Es el Dr. Hussam Abu Safiya que se negó a rendir ante las amenazas y abrazó sus pacientes y su hospital bombardeado por el ejercito sionista.

Gaza, pese a la devastación, no se ha rendido. Como David, resiste sin arrogancia, con la certeza de que su causa es justa. Como David, no teme al tamaño del enemigo, porque conoce la debilidad que esconde la fuerza ilegítima.

Israel, en su obsesión por la victoria absoluta, ha perdido el rumbo. Su genocidio en Gaza ha fracturado alianzas, despertado protestas en todo el mundo, y generado cuestionamientos sin precedentes en el seno de Naciones Unidas, la Corte Penal Internacional y otras instancias que históricamente miraban hacia otro lado. el Primer Ministro de Israel Benjamín Netanyahu y su ex ministro de guerra Yoav Galant son solicitados por la CPI por crímenes de guerra, el Reino Unido Australia, Nueva Zelanda, Canadá y Noruega acaban de imponer sanciones contra dos ministros sionistas Itamar Ben-Gvir y Bezalel Smotrich por incitar violencia extrema, abusos de derechos humanos y desplazamiento forzoso de los palestinos.

El Goliat sionista, sobredimensionado, ha comenzado a tambalear no por la fuerza bruta, sino por el desgaste moral, el aislamiento internacional creciente y la falta de una visión que reconozca el horror que se ha cometido al colonizar a Palestina.

David no ganó solo por astucia, sino porque creía en lo que defendía. Hoy, el pueblo palestino sigue siendo una encarnación viva de esa dignidad que se niega a ser aplastada. Mientras el mundo observa, la historia se reescribe: ya no es un relato de sometimiento, sino de dignidad que desafía, de humanidad que resiste.

Y aunque la victoria definitiva aún esté distante, una verdad es innegable: Goliat ya no es invencible. Y David, aunque herido, sigue en pie.

Muaz Mussa
Refugiado palestino – Analista político
muazjm2021@gmail.com 
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