Árbol que nace torcido...
Desde ese entonces, abiertamente, la mayoría de los dirigentes de los partidos que integran la PU, actúan conforme a los intereses de los EEUU en Venezuela, como señaló “premonitoriamente” Barboza
“A veces uno sabe de qué lado estar, simplemente viendo quienes están
del otro lado”.
Leonard Cohen
del otro lado”.
Leonard Cohen
Desde que en mayo del 2022, la gente del denominado G4; integrado por los seguidores de Henry Ramos Allup en AD; la gente de Julio Borges, en Primero Justicia; la camarilla de Leopoldo López, Juan Guaidó, en Voluntad Popular; los directivos de Un Nuevo Tiempo (UNT) de Manuel Rosales, a los que se sumaron; Roberto Enríquez, de una de las facciones de Copei; Delsa Solórzano, de Encuentro Ciudadano y, Baggio Pirelli, de Convergencia, se reunieron en Panamá con el embajador de los EEUU en Venezuela, que despachaba desde Bogotá, James Story, y designaron como vocero de la llamada Plataforma Unitaria (PU), a Omar Barboza, mucha agua ha corrido bajo el puente.
El año anterior, en abril 2021, Juan Guaidó, a la sazón líder de la oposición venezolana, había anunciado al país el “nacimiento” de la Plataforma Unitaria (PU). No se atrevían, como todavía no lo hacen, a firmar el acta de defunción de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). Esa es la tarjeta que tienen registrada en el CNE.
En junio, el CNE decidió la rehabilitación de la tarjeta de la MUD para que participaran en las mega elecciones regionales y municipales de noviembre de ese mismo año. Los resultados, como siempre, no se correspondieron con las expectativas que se habían imaginado y más de uno llegó forzado a la cita de Panamá, que sirvió para reunificarse, trazar la directriz de las primarias presidenciales, y designar al señor Barboza como vocero de la PU. Comenzaba mal esa alianza, al necesitar la bendición del enviado estadounidense.
Comenzaba Barboza a “desandar” el camino que había trazado como presidente de UNT el 26 de agosto 2011, cuando con el título de “Una Visión Consular”, escribió en el diario Últimas Noticias: “Son los dramáticos efectos que sufren actores políticos de un país cuando entregan su independencia y actúan como cónsules de otras naciones. La oposición en Venezuela está sufriendo de este síndrome: se siente tan vinculada a las políticas del Departamento de Estado, que basta con agitar cualquier trapo rojo que indique una contrariedad con aquellos intereses para que brinquen presto a pasarse a su lado, sin medir las consecuencias que sus actos tienen para la opinión que representan y para el país”.
Desde ese entonces, abiertamente, la mayoría de los dirigentes de los partidos que integran la PU, actúan conforme a los intereses de los EEUU en Venezuela, como señaló “premonitoriamente” Barboza: “Los nuevos dirigentes políticos que están formando el estado mayor opositor parece que están en competencia para ver quién es más garantía para el Departamento de Estado”.
Fue ese mismo Omar Barboza, quién como secretario ejecutivo de la PU, facilitó la organización de unas primarias con candidatos inhabilitados, pero con el beneplácito del “norte”, y además fue factor principalísimo en la operación que María Corina Machado realizó para apoderarse de la PU, y convertirse en la máxima líder de ese sector, junto con el ex embajador Edmundo González Urrutia, a quien a regañadientes aceptó como candidato presidencial, para luego convertirlo en uno más de sus “adulantes más cercanos”.
En repetidas oportunidades hemos afirmado que ese liderazgo actúa como simples operadores de los verdaderos jefes de la operación política anti venezolana, evidenciando un serio problema de soberanía política. Es demasiado obvio que su línea política se decide en Washington DC.
La carta que MCM le envió a Donald Trump, el pasado 31 de mayo, es una evidencia: “Gracias, Donald Trump, por su firme compromiso con la libertad y la democracia en Venezuela. Otorgar una exención muy limitada a las compañías petroleras para preservar sus activos en Venezuela es una medida inteligente y estratégica (…) Además, posiciona a las empresas estadounidenses para liderar cuando se restablezca la democracia (…) Una vez que Venezuela sea libre, restauraremos el Estado de derecho, abriremos nuestros mercados, protegeremos la propiedad privada y nos convertiremos en un socio seguro y confiable de Estados Unidos (…) Trabajamos, luchamos y avanzamos. Hasta el final. Venezuela pronto será el mayor socio de Estados Unidos en la región”.
Mientras tanto, MCM y sus socios, siguen aplaudiendo cualquier medida del gobierno estadounidense contra los migrantes venezolanos, perseguidos y estigmatizados en ese país, y a la “la vera” de las iniciativas del plenipotenciario Marco Rubio y los congresistas; María Elvira Salazar, Mario Díaz-Balart y Carlos Giménez, quienes siguen planificando “maldades” para intentar desestabilizar al gobierno de Venezuela.
Cómo afirmó en días pasados, Eglée González Lobato en X: “El verdadero problema es que EEUU no puede seguir imponiendo candidatos en Venezuela, ni financiando élites opositoras que viven del daño a los venezolanos mientras el país sufre y la soberanía se vacía de sentido”.
Esa oposición no aprende. Definitivamente, “árbol que nace torcido, nunca su rama endereza”.
El año anterior, en abril 2021, Juan Guaidó, a la sazón líder de la oposición venezolana, había anunciado al país el “nacimiento” de la Plataforma Unitaria (PU). No se atrevían, como todavía no lo hacen, a firmar el acta de defunción de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). Esa es la tarjeta que tienen registrada en el CNE.
En junio, el CNE decidió la rehabilitación de la tarjeta de la MUD para que participaran en las mega elecciones regionales y municipales de noviembre de ese mismo año. Los resultados, como siempre, no se correspondieron con las expectativas que se habían imaginado y más de uno llegó forzado a la cita de Panamá, que sirvió para reunificarse, trazar la directriz de las primarias presidenciales, y designar al señor Barboza como vocero de la PU. Comenzaba mal esa alianza, al necesitar la bendición del enviado estadounidense.
Comenzaba Barboza a “desandar” el camino que había trazado como presidente de UNT el 26 de agosto 2011, cuando con el título de “Una Visión Consular”, escribió en el diario Últimas Noticias: “Son los dramáticos efectos que sufren actores políticos de un país cuando entregan su independencia y actúan como cónsules de otras naciones. La oposición en Venezuela está sufriendo de este síndrome: se siente tan vinculada a las políticas del Departamento de Estado, que basta con agitar cualquier trapo rojo que indique una contrariedad con aquellos intereses para que brinquen presto a pasarse a su lado, sin medir las consecuencias que sus actos tienen para la opinión que representan y para el país”.
Desde ese entonces, abiertamente, la mayoría de los dirigentes de los partidos que integran la PU, actúan conforme a los intereses de los EEUU en Venezuela, como señaló “premonitoriamente” Barboza: “Los nuevos dirigentes políticos que están formando el estado mayor opositor parece que están en competencia para ver quién es más garantía para el Departamento de Estado”.
Fue ese mismo Omar Barboza, quién como secretario ejecutivo de la PU, facilitó la organización de unas primarias con candidatos inhabilitados, pero con el beneplácito del “norte”, y además fue factor principalísimo en la operación que María Corina Machado realizó para apoderarse de la PU, y convertirse en la máxima líder de ese sector, junto con el ex embajador Edmundo González Urrutia, a quien a regañadientes aceptó como candidato presidencial, para luego convertirlo en uno más de sus “adulantes más cercanos”.
En repetidas oportunidades hemos afirmado que ese liderazgo actúa como simples operadores de los verdaderos jefes de la operación política anti venezolana, evidenciando un serio problema de soberanía política. Es demasiado obvio que su línea política se decide en Washington DC.
La carta que MCM le envió a Donald Trump, el pasado 31 de mayo, es una evidencia: “Gracias, Donald Trump, por su firme compromiso con la libertad y la democracia en Venezuela. Otorgar una exención muy limitada a las compañías petroleras para preservar sus activos en Venezuela es una medida inteligente y estratégica (…) Además, posiciona a las empresas estadounidenses para liderar cuando se restablezca la democracia (…) Una vez que Venezuela sea libre, restauraremos el Estado de derecho, abriremos nuestros mercados, protegeremos la propiedad privada y nos convertiremos en un socio seguro y confiable de Estados Unidos (…) Trabajamos, luchamos y avanzamos. Hasta el final. Venezuela pronto será el mayor socio de Estados Unidos en la región”.
Mientras tanto, MCM y sus socios, siguen aplaudiendo cualquier medida del gobierno estadounidense contra los migrantes venezolanos, perseguidos y estigmatizados en ese país, y a la “la vera” de las iniciativas del plenipotenciario Marco Rubio y los congresistas; María Elvira Salazar, Mario Díaz-Balart y Carlos Giménez, quienes siguen planificando “maldades” para intentar desestabilizar al gobierno de Venezuela.
Cómo afirmó en días pasados, Eglée González Lobato en X: “El verdadero problema es que EEUU no puede seguir imponiendo candidatos en Venezuela, ni financiando élites opositoras que viven del daño a los venezolanos mientras el país sufre y la soberanía se vacía de sentido”.
Esa oposición no aprende. Definitivamente, “árbol que nace torcido, nunca su rama endereza”.
JOSÉ GREGORIO RODRÍGUEZ R.
jotaerre577@gmail.com
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