El comercio libre es la herramienta más poderosa para lograr la prosperidad mundial
En un mundo que lucha contra la desigualdad y la incertidumbre económica, la liberalización del comercio sigue siendo una de las herramientas más poderosas para lograr una prosperidad mundial compartida
En todo el mundo, la gente está tomando conciencia sobre los beneficios de un comercio más libre. Tras años de fatiga por el libre comercio y de creciente proteccionismo, la mayoría de los estadounidenses dice ahora que Estados Unidos debería perseguir el libre comercio mundial, mientras que la Unión Europea está cerrando acuerdos de libre comercio tan rápido como puede, e incluso los rivales geopolíticos regionales China, Corea del Sur y Japón han acordado una mayor cooperación.
La amenaza de una guerra arancelaria mundial ha llevado a muchos a la conclusión de que todo el mundo sale ganando cuando los países se especializan en aquello en lo que son mejores. Esta visión optimista contrasta con la visión del comercio como un juego de suma cero que otros países han ganado. Sin embargo, las desventajas del libre comercio son reales: las imágenes del “Cinturón del Óxido” de los Estados Unidos -región del Noreste y Medio Oeste que experimenta desde hace décadas un proceso de desindustrialización- han pasado a representar las repercusiones negativas del libre comercio no sólo entre los votantes estadounidenses, sino también en todo el mundo. Kilómetros de fábricas antaño poderosas quedaron silenciadas y comunidades antes orgullosas fueron devastadas cuando las empresas trasladaron su producción al extranjero.
La amenaza de una guerra arancelaria mundial ha llevado a muchos a la conclusión de que todo el mundo sale ganando cuando los países se especializan en aquello en lo que son mejores. Esta visión optimista contrasta con la visión del comercio como un juego de suma cero que otros países han ganado. Sin embargo, las desventajas del libre comercio son reales: las imágenes del “Cinturón del Óxido” de los Estados Unidos -región del Noreste y Medio Oeste que experimenta desde hace décadas un proceso de desindustrialización- han pasado a representar las repercusiones negativas del libre comercio no sólo entre los votantes estadounidenses, sino también en todo el mundo. Kilómetros de fábricas antaño poderosas quedaron silenciadas y comunidades antes orgullosas fueron devastadas cuando las empresas trasladaron su producción al extranjero.
Ambas cosas pueden ser ciertas. Los beneficios y los costos de las políticas de libre comercio no repercuten por igual. Los países ricos se benefician relativamente menos de un comercio más libre, y parte de su mano de obra soporta una carga desproporcionada. A pesar de ello, las investigaciones realizadas por economistas del Copenhagen Consensus muestran que un comercio más libre sigue siendo abrumadoramente bueno, incluso para los países ricos.
El modelo económico de los investigadores estudia qué ocurre si aumentamos el comercio mundial un 5%. Los costos son reales y considerables. En todo el mundo, para todos los trabajadores y hacia el futuro, el costo actual sería de casi un billón de dólares. Esta cifra se obtiene sumando las repercusiones en los salarios de los trabajadores afectados que pierden su empleo, o pasan a desempeñar funciones peor remuneradas, o abandonan la fuerza de trabajo.
El modelo económico de los investigadores estudia qué ocurre si aumentamos el comercio mundial un 5%. Los costos son reales y considerables. En todo el mundo, para todos los trabajadores y hacia el futuro, el costo actual sería de casi un billón de dólares. Esta cifra se obtiene sumando las repercusiones en los salarios de los trabajadores afectados que pierden su empleo, o pasan a desempeñar funciones peor remuneradas, o abandonan la fuerza de trabajo.
Alrededor del 92% de ese costo se produce en los países desarrollados, en lugares como el Cinturón del Óxido. Al fin y al cabo, es allí donde se encuentran la mayoría de los mercados expuestos a las importaciones. Es donde los salarios son más altos y los trabajadores corren más riesgo de que productos más baratos o mejores, procedentes de países pobres, entren en los países ricos. Estas pérdidas son reales: un billón de dólares es una suma enorme para cualquiera.
Pero también debemos recordar los beneficios sustanciales del libre comercio. De hecho, el mismo cambio que hizo que las fábricas abandonaran los antiguos centros industriales también impulsó increíbles economías de escala y permitió a los consumidores de todo el mundo comprar productos baratos y a menudo bastante bien fabricados en grandes tiendas.
Se estima que los ciudadanos estadounidenses de clase media obtienen un 29% de su poder adquisitivo, del comercio exterior. En otras palabras, el estadounidense promedio de clase media puede comprar casi un tercio más por cada dólar que si no hubiera comercio internacional. El efecto es aún mayor, un 62%, para una décima parte de los consumidores estadounidenses más pobres.
Si contamos los beneficios del libre comercio en los países ricos de la OCDE, estos son muy superiores a los costos: 6,7 billones de dólares. En total, esto significa un rendimiento de 7 dólares por cada dólar de costos. Sí, los gobiernos deberían esforzarse más por ayudar a los trabajadores que se verían más perjudicados por un comercio más libre, pero incluso después de abordar los costos de casi un billón, hay más de 6 billones de dólares en beneficios que se pueden disfrutar en todo el mundo rico. Cualquier gobierno sería insensato si ignorara estos beneficios mucho mayores, a pesar de sus considerables costos.
Además, la investigación demuestra que el libre comercio es enormemente beneficioso para los países más pobres. Por eso es una tragedia que los políticos hayan abandonado por completo la agenda multilateral del libre comercio. Cuando los países más pobres del mundo están mejor, el mundo entero es un lugar más fuerte y estable.
Los países de ingresos bajos y medios-bajos, que albergan a 4.000 millones de personas, sufrirán algunos costos derivados de un comercio más libre, pero éstos son relativamente bajos: 15.000 millones de dólares. Sin embargo, los beneficios de un comercio más libre ascenderían a la fantástica cifra de 1.4 billones de dólares. Como las economías de los países más pobres son mucho más pequeñas, se trata de un negocio mucho mayor. Y como sus costos son mucho menores, por cada dólar de costo se obtienen 95 dólares de beneficio. Es un asombroso rédito de la inversión.
En un mundo que lucha contra la desigualdad y la incertidumbre económica, la liberalización del comercio sigue siendo una de las herramientas más poderosas para lograr una prosperidad mundial compartida. Aunque sus costos, especialmente en los países desarrollados, son reales y deben abordarse con políticas más inteligentes y justas, sus beneficios son demasiado significativos para ignorarlos. Con casi 7 dólares de rendimiento por cada 1 dólar de costos para las naciones ricas, y un extraordinario rendimiento de 95 dólares para los países más pobres, un comercio más libre es una ganancia para todos. El camino a seguir no es el proteccionismo, sino una reforma para garantizar que los beneficios del comercio no sólo sean mayores, sino que también se compartan mejor.
(*) Dr. Bjorn Lomborg es presidente del Copenhagen Consensus Center y visiting fellow en Hoover Institution de la Universidad de Stanford. Su último libro es “Lo que sí funciona”.
(*) Dr. Bjorn Lomborg es presidente del Copenhagen Consensus Center y visiting fellow en Hoover Institution de la Universidad de Stanford. Su último libro es “Lo que sí funciona”.
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