Han pasado más de cien días del gobierno del presidenteTrump y ya es posible tener una idea de lo que significa para ese país y para el resto del mundo.

En primer lugar Trump ha tratado de darle un revolcón al sistema político estadounidense. En la medida en que ha tomado decisiones sin consenso, él se ha convertido en una bola de fuego, cuestionando de igual manera sacras instituciones y retando a quien exprese dudas sobre el creciente poder presidencial.

En segundo lugar, Trump ha tratado de reconfigurar el escenario mundial cuéstionando el rol de la Unión Europea y los enfrentamientos entre Rusia y Ucrania y entre Israel y Palestina. A su vez, su gobierno ha tratado de fomentar el papel de los países árabes importantes en la búsqueda de la paz mundial.

Desde el punto de vista económico y comercial, la Casa Blanca se ha centrado en la aplicación de una serie de aranceles con el fin de volver a fomentar la economía estadounidense supuestanente atrapada por unas importaciones masivas.

Desde otra visión más radical, el presidente Trump ha cuestionado la presencia de indocumentados en territorrio de EE UU e inició un plan extremo de deportacionea fuertenente criticado

A los cien días del gobierno de Trump ya es posible calificarlo: es un presidente anti-estatus quien ha querido transformar a su país de forma express. No ha podido hacerlo. Las marañas del poder en Washington se lo han impedido en parte.

A su vez, el presidente Trump pertenece, aunque no lo parezca, a la tradición idealista en las relaciones internacionales en el mundo, lo cual lo lleva a creer que los fenómenos militares no van más allá de lo estrictamente bélico. Es decir, Trump no se da cuenta que hay intereses econónicos detrás de los combates que no quieren que estos finalicen

En síntesis, el gobierrno de Trump marca un hito en la historia reciente de los Estados Unidos. Sin embargo él ha encontrado variados obstáculos a la hora de llevar adelante sus propósitos.

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