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Lobo acompañado

La animadversión a Israel rompe muchos esquemas de lógica y equidad. Es muy evidente que todas las personas de bien están en contra de la violencia, que todos abogan por la resolución de conflictos en forma pacífica

  • ELIAS FARACHE S.

27/05/2025 05:03 am

Yaron Lischinsky y Sarah Lynn Milgrim, dos miembros del equipo de la Embajada de Israel en Washington fueron asesinados a quemarropa a la salida de un evento en Museo Judío de la Capital el pasado miércoles 21 de mayo de 2025. Un hombre de treinta años, al grito de Palestina libre, es el autor detenido breves momentos después.

Este incidente es uno que se teme en todas las comunidades judías del mundo y también en Israel. Un denominado “lobo solitario”, actuando por su cuenta y motivado por su odio a Israel, los judíos y su identificación a la causa palestina. Puede ser un militante convencido de su iniciativa, puede ser alguien que se hace eco de las condenas y el ambiente que muchas veces prevalece en contra de Israel y sus acciones. Otras tantas, en concordancia con aquellas campañas que deslegitiman a Israel y su derecho a la existencia como estado judío. Lo cierto de todo es que las víctimas son inocentes personas que acertaron a estar cerca del pistolero o atacante de turno.

La animadversión a Israel rompe muchos esquemas de lógica y equidad. Es muy evidente que todas las personas de bien están en contra de la violencia, que todos abogan por la resolución de conflictos en forma pacífica. La guerra en Gaza es una ya muy larga y cruel. Pero muchos de quienes condenan a Israel y sus acciones no hacen lo mismo para con la contraparte. Pocas veces, si no es que ninguna, hemos visto a quienes acusan a Israel de cualquier barbaridad pedir la liberación inmediata de los rehenes, o presentar alguna condolencia por los muertos del lado que con tanta disposición y vehemencia condenan.

Yaron Lischinsky y Sarah Lynn Milgrim eran una joven pareja comprometidas para casarse en breve. Una noche en un evento cultural se transformó en la última de sus vidas. Como una madrugada del 7 de octubre de 2023 un grupo, bien apertrechado y decidido proveniente de Gaza, cegó la vida de cientos de personas que asistían a un concierto en el sur de Israel, la de otras que estaban en sus residencias cercanas a Gaza en el sur de Israel, y la de quienes estaban en sus residencias de los kibutzim. Además, doscientos cincuenta rehenes, de los cuales quedan aún unos cincuenta secuestrados sin fe cierta de vida de algunos, y seguridad de ser cadáveres una veintena.

Cuando en universidades prestigiosas se han llevado a cabo largas e intensas campañas condenando a Israel, cuando jefes de estado como el de España o Francia, países respetables y con influencia comprobada, cuando en la media internacional se presenta una sola cara de la moneda y de forma muchas veces distorsionada, no se puede pretender que los militantes en contra de Israel no se vean empoderados y apoyados. Y no se puede evitar que aparezcan lobos solitarios, aquellos que, a costa de su propia vida, pero primero la de otros, pretendan hacer justicia o llamar la atención sobre algo cuya atención está más que llamada.

El asesino de Yaron Lischinsky y Sarah Lynn Milgrim actuó en solitario al momento de apretar el gatillo varias veces y terminar con la vida de la pareja, y con la libertad propia que gozaba hasta ese momento. Pero no se puede decir que ha estado solo en su iniciativa. Lo ha alimentado una gran cantidad de informaciones falsas, posiciones sesgadas y planteamientos equivocados. Su crimen, horroroso al liquidar a dos personas inocentes de cualquier cargo, es una acción precisamente criminal además de cruel. Injustificada bajo cualquier criterio, pero alimentada por quienes se han convertido en acompañantes virtuales de lobos solitarios, no tan solitarios y sí muy desquiciados.

Después de este asesinato ha venido lo de siempre: las condenas de rigor al asesino, porque no hay otra. Uno que otro llamado condenatorio a Israel, como de costumbre. Poco para resolver la crisis de los rehenes, una de muy fácil resolución: la deposición de las armas del grupo que ha perdido una guerra y mantiene rehenes israelíes y dos poblaciones en vilo: la israelí y la gazatí.

Al escribir esta nota las negociaciones en Qatar parecen de nuevo estancadas. La campaña militar sobre Gaza parece recrudecer, Hamas no da signos de rendición y los rehenes no aparecen. Israel es presionado y condenado, pero no hay voces ni acciones fuertes para presionar a Hamas y sus aliados, ni a las terceras partes que sirven de interlocutor a un grupo proscrito pero activo.

Los lobos solitarios no son tales. Son lobos que pertenecen a una gran manada de lobos, que se atreven a actuar en la práctica de una teoría avalada por una manada ya no tan virtual. Lobos aupados, lobos manipulados, lobos crueles.

No son lobos solitarios. Son lobos mal acompañados.

Elías Farache S.
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