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Cuando los vientos soplan a favor

El nuevo gobierno de Trump exhibe sus colmillos políticos, económicos y diplomáticos. Su agenda internacional es ambiciosa

  • ORLANDO VIERA-BLANCO

20/05/2025 05:00 am

La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca abre una ventana geopolítica de alto impacto para América Latina: la oportunidad de aplicar una estrategia coordinada para enfrentar, debilitar y eventualmente provocar el cambio anhelado en Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Durante su primer mandato (2017-2021), Trump marcó una ruptura con el enfoque de diálogo y acercamiento hacia estos regímenes, que predominó bajo la administración de Barack Obama. Su gobierno aplicó sanciones severas, presionó a través de organismos multilaterales y los aisló diplomáticamente. El segundo mandato es otra historia, podría ser más decisivo. Pero hay que saber aprovecharlo y trabajarlo. Polarizar en torno a Donald Trump, es un sensible error.

Contexto internacional [2025]

La dinámica internacional es muy distinta a la de años anteriores: i.-Aislamiento creciente: Cuba, Venezuela y Nicaragua han perdido legitimidad regional. El descontento social interno es alto, especialmente en Venezuela, donde la inflación, la migración masiva y el deterioro institucional no cesan; ii.-Giro conservador en América Latina: Países como Argentina, Ecuador, Paraguay y El Salvador han endurecido su política exterior hacia los autoritarismos, lo que facilita la creación de una coalición hemisférica; iii.-Debilidad estructural interna: la economía cubana está en su peor momento, Maduro sobrevive a base de represión y Nicaragua es un régimen cerrado, económicamente dependiente de remesas y exportaciones a EE.UU.

Trump contaría con aliados clave: i.-Unión Europea: Aunque con diferencias internas, Bruselas ha endurecido su postura frente a Maduro y Ortega por violaciones de DDHH. ii.-La OEA a pesar del cambio de administración, bajo presión estadounidense podría jugar un papel más firme en el aislamiento diplomático; iii.- Estrategias de Bloqueo: Sanciones financieras [PDVSA en Venezuela o GAESA en Cuba), prohibición de comercio energético y de terceros países que colaboren con los regímenes (como Irán, Rusia, España o China), aíslan más al régimen; iv.-Congelación de activos internacionales de altos funcionarios y sus familias, suspensión de visados y expulsión de diplomáticos, operadores financieros y grupos criminales, todo lo cual viene acompañadas de la Ley Contra Enemigos Extranjeros, recientemente decretada por Trump [Ver infra].

La justicia penal internacional

Un aspecto innovador sería la activación sistemática de mecanismos de justicia internacional: i.-Apoyo abierto a las investigaciones de la Corte Penal Internacional (CPI) sobre crímenes de lesa humanidad en Venezuela esencialmente por la Unión Europea y países en Latam como Chile, Uruguay, Panamá o Argentina [que lo han hecho]; ii.-Impulso de comisiones internacionales de la ONU y OEA para documentar abusos en Venezuela, Cuba y Nicaragua; iii.-Promoción de juicios universales en terceros países bajo el principio de jurisdicción universal (Argentina, Alemania, Canadá); iv.-Recompensas y programas de testigos protegidos.

La Ley de Enemigos Extranjeros otorga al presidente de los EEUU amplios poderes para ordenar la detención y deportación de enemigos extranjeros. Aprobada en 1798 cuando EEUU creyó que entraría en guerra con Francia, la ley establece que "siempre que haya una guerra declarada [...] o se perpetre, intente o amenace con cualquier invasión o incursión depredadora" contra los EE. UU., todos los "súbditos de la nación o gobierno hostil" podrán ser "aprehendidos, restringidos, asegurados y eliminados como enemigos extranjeros".

La unidad estratégica entre aliados regionales y actores internos es clave. La combinación de presión con una salida negociada viable, debe incluir garantías limitadas a quienes faciliten la transición. El apoyo a la oposición democrática interna es un claro mensaje de tutela y respaldo del presidente Trump, como debe ser igualmente esencial, la reciprocidad en términos de coordinación, buena comunicación y gratitud. Maria Corina debe pulir y consagrar su relación con EEUU. Actores que critican o se desmarcan de Trump vinculados a la oposición, generan una percepción de división inconveniente. Llamar a votar en Venezuela es quimera y normalización.

Trump, María Corina Machado y la oportunidad de una transición en Venezuela

El retorno de Donald Trump a la presidencia de EEUU podría representar el respaldo más firme que haya recibido la oposición venezolana en más de una década. En el centro de este posible giro estratégico se encuentra María Corina Machado, la líder opositora que ha logrado revitalizar el movimiento democrático en el país, ganando con contundencia las primarias de octubre de 2023, desafiando la persecución del régimen de Nicolás Maduro.

Trump podría activar un frente internacional con gobiernos afines (Argentina, Ecuador, Paraguay, Panamá, Costa Rica y, atención, Chile, Colombia y Brasil) para exigir condiciones electorales limpias y respaldar el liderazgo de Machado en foros como la OEA, el BID o la ONU. El respaldo a Maria Corina y Edmundo Gonzalez comporta elevados esfuerzos de unidad política, redes ciudadanas internacionales abiertas e inclusivas, y aproximaciones alineadas con EEUU y Europa. Lamentablemente seguimos demostrando fracturas y exclusión en muchas tareas y grupos de interés. Trump lo ve, lo sabe y se aparta.

Existen factores de desgaste y liderazgo resonantes. La fatiga interna del gobierno es elocuente por los altos niveles de corrupción, deserciones en el ejército y una economía colapsada que sólo sobrevive por remesas, minería ilegal y tráfico ilícito. La legitimidad de María Corina es percibida como firme, incorruptible y no negociable. El desgaste internacional de Maduro es palmario. Aunque mantiene el respaldo de Rusia, Irán, Cuba y China, ha perdido capacidad de operar globalmente. Su narrativa de “víctima del imperialismo” no tiene eco.

En otro sentido existen desventajas: [Maduro] tiene el control total de las instituciones; mantiene el poder sobre el TSJ, el CNE, el ejército, la fiscalía y los cuerpos represivos […] Aunque María Corina conserva un sólido liderazgo, sectores pragmáticos, soterrados o lagartos, normalizadores de oficio [Capriles, Brito, Ceballos, Bernabé] son usados por el régimen para dividir al electorado y justificar elecciones “tolerables”.

Estos actores-de una oposición tarimada y frívola-han adoptado una postura disfrazada y tartufa, participando en procesos electorales cooptados y controlados, que contribuyen a la legitimación del poder oficialista. Esta situación genera divisiones dentro de la oposición, desacredita la legitimidad de su lucha, de pulmón a la legitimidad de las instituciones oficiales y rompe las alianzas políticas externas, generando frustración y fatiga interna.

¿El inicio real de la transición en Venezuela?

Donald Trump ha encendido las expectativas de liberación en América Latina. El rescate reciente de 5 venezolanos en la embajada de Argentina en Caracas, demuestra la vulnerabilidad oficialista y la voluntad de la administración Trump de accionar con operaciones selectivas de inteligencia, rescate o captura.

La figura de María Corina Machado ha recibido un segundo aire. La pregunta es: ¿Puede la administración Trump II convertirse en el factor determinante de cambio en la región? ¿Cuánto tiempo puede mantenerse el liderazgo de María Corina y Edmundo Gonzalez? ¿Qué sucedería si durante el nuevo gobierno de Trump II no logramos una transición política sostenible? Unidad señores.

Desde las primarias opositoras [2023], María Corina Machado se ha consolidado como la principal voz democrática del país. Su candidatura arrasó con más del 90% de los votos. Aun bajo persecución, censura y una inhabilitación política impuesta por el oficialismo, sigue contando con la confianza y aprobación de un 70% de la población a lo cual ella responde con permanencia y valiente clandestinidad.

Pero esa preferencia y firmeza es sensible y frágil a los tiempos. Su perfil —liberal, ético, valiente, ajeno a toda sospecha de impostura—ha generado entusiasmo dentro y fuera de Venezuela. Su aislamiento es tanto heroico y admirable como vulnerable. El reto es armar una alianza interna y externa eficaz. Hay voluntad política de cuidarla dentro y fuera del país. El tema es superar serios paradigmas que han impedido el objetivo restaurador: Divisiones, retórica diplomática, terrorismo, persecución y recursos.

El gobierno de Maduro ha demostrado resiliencia y un especial enfoque en acabar con el liderazgo de Maria Corina. La represión es inclemente, la capacidad de convocatoria a nuevos actos de calle es prácticamente nula, la rutina económica asfixiante y el miedo agobiante. Es aquí donde el apoyo internacional, especialmente desde Washington, es decisivo. El nuevo gobierno de Trump exhibe sus colmillos políticos, económicos y diplomáticos. Su agenda internacional es ambiciosa. La paz en Ucrania y el medio Oriente, equilibrar a balanza de pagos con China y el mundo, derrotar el terrorismo. Seamos parte de esa agenda con inteligencia, pragmatismo y franco nacionalismo.

Trump ha declarado en favor de Machado. Tanto la protege como la promueve. El fraude electoral en Venezuela quedó como un hecho dado. Trump ha impulsado activamente los casos de crimen organizado, estrategias de captura y programas anti corrupción. ¿Es viable la transición? En términos técnicos, la caída del régimen no es inminente, pero tampoco es utópica.

El margen de maniobra del régimen se achica. La gran incógnita es si María Corina podrá mantener[se] unida a la oposición real y si el chavismo permitirá una salida electoral vigilada y honesta, o se encerrará aún más en el autoritarismo y control institucional. Internamente también tienen sus fracturas. Han sabido contenerlas. Pero la grieta es profunda.

La transición en Venezuela requerirá tres ingredientes: una oposición cohesionada, una sociedad movilizada y un liderazgo internacional decidido a no legitimar más farsas electorales.

Con Trump en Washington y Machado liderando la resistencia interna, esa ecuación podría finalmente coronar. Trump tiene en sus manos una oportunidad histórica de restablecer la democracia en Cuba, Nicaragua y Venezuela, estabilizando la región, lo cual alivia las amenazas contra EEUU en muchos flancos. Pero necesita un frente político interno de resistencia y obediencia disciplinado, fiel y ordenado, más alianzas regionales comprometidas. El resto es alea, recursos y voluntad.

Cuando los vientos soplan a favor, hay que izar velas…Pero ellos también juegan. Votar les hace el juego, rompe los mástiles.

@ovierablanco/ vierablanco@gmail.com 
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