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Qué espero de León XIV

Espero de León XIV una voz clara, sin ambigüedades, sin miedos a incomodar cuando la justicia lo exija. Un pastor que entienda que la espiritualidad no es un refugio donde esconderse de los problemas del mundo

  • SOLEDAD MORILLO BELLOSO

16/05/2025 05:03 am

El amanecer de un nuevo pontificado siempre viene cargado de expectativas, preguntas y un susurro que recorre los pasillos de El Vaticano: ¿qué tipo de líder será? León XIV inicia su camino en un mundo convulso, donde la esperanza es un bien frágil y la fe, para muchos, una llama que titila pero que poco ilumina.
 
No espero milagros. No espero gestos grandilocuentes ni frases que retumben en titulares. Pero sí espero profundidad. Espero un Papa que comprenda que la Iglesia es más que una institución y que su mayor desafío no está en el mármol de San Pedro, sino en los corazones de quienes buscan consuelo y verdad en tiempos de incertidumbre.

Espero de León XIV una voz clara, sin ambigüedades, sin miedos a incomodar cuando la justicia lo exija. Un pastor que entienda que la espiritualidad no es un refugio donde esconderse de los problemas del mundo, sino una fuerza que nos empuja a enfrentarlos con valentía.

León XIV ha de dar cara a una era de transformaciones irreversibles. Las paredes del Vaticano son gruesas, pero no insonorizadas; el clamor de quienes exigen una Iglesia cercana, inclusiva y firme en su compromiso con los más vulnerables y también con los que sufren sin qué se les
note llega hasta el balcón de la Basílica. Espero que escuche. Espero que vea. Espero que entienda que la fe no se trata de poder, sino de servicio. Espero que se vea a sí mismo como lo que debe ser: un hombre que entienda que no sólo debe preocuparse y ocuparse de los católicos, sino de cada ser humano en el planeta. Y que comprenda que su liderazgo no se limita a lo espiritual y lo religioso. Es también social y político, y universal.

Si algo define al verdadero liderazgo es la capacidad de sostener el diálogo con apertura y humildad. Que León XIV no sea prisionero de la tradición, pero tampoco esclavo de la novedad. Que sepa distinguir entre el cambio necesario y el que diluye la esencia. Que su pontificado sea menos sobre él y más sobre los más de ocho mil millones de seres humanos a quienes debe servir.

El futuro no se construye sobre promesas vacías ni discursos calculados. Se construye sobre la verdad, el pensamiento profundo y la acción. Deseo y espero que León XIV lo tenga claro. Porque si el mundo necesita algo, es un faro que no sólo ilumine, sino que guíe con firmeza. Que escriba buenas páginas en la historia de esta humanidad que sufre y que en muchos sentidos ha perdido el rumbo.

Soledadmorillobelloso@gmail.com
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