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Esa gente que nunca ha sido infeliz

Aquellos que nunca han sido infelices, si es que realmente existen, tal vez nunca han amado con intensidad, nunca han arriesgado, nunca han permitido que el mundo los toque con toda su crudeza

  • SOLEDAD MORILLO BELLOSO

09/05/2025 05:03 am

Desde fuera, hay quienes parecen haber atravesado la vida sin conocer el peso de la tristeza, sin haber sentido el vacío de una pérdida ni el filo de una decepción profunda. Son esas personas cuya serenidad parece absoluta, cuya felicidad parece incuestionable, como si existieran ajenos a la fragilidad de la condición humana. Pamplinas.
 
¿Realmente hay quienes nunca han sido infelices? ¿O simplemente han aprendido a ocultarlo, a minimizarlo, a disfrazarlo hasta hacerlo invisible? La felicidad perpetua, sin sombras ni pausas, es una construcción ilusoria. Un severo ataque de frivolidad. La vida no es un camino uniforme ni una línea recta. Todos, en algún momento, hemos sentido el peso de la incertidumbre, el golpe de una noticia inesperada, el eco de una ausencia que nunca se llena.

Quizás la diferencia no está en la ausencia de la tristeza, sino en la manera en que se enfrenta. Hay quienes han aprendido a esconderla detrás de una sonrisa impecable, a contenerla bajo el escudo de la indiferencia, a reducirla hasta que parece no existir. Otros la transforman, la convierten en aprendizaje, en fuerza, en una oportunidad para comprender la profundidad de la existencia. Y hay, ciertamente, quienes jamás la han sentido porque su banalidad, su cortedad de inteligencia emocional, no se los permite.

La verdadera pregunta no es si existe gente que nunca ha sido infeliz, sino si realmente se puede vivir sin haber sentido la tristeza alguna vez. Porque la infelicidad no es un fracaso, ni una marca de debilidad. Es una parte inevitable de la vida, un recordatorio de que sentimos, de que nos importa, de que estamos vivos.

Aquellos que nunca han sido infelices, si es que realmente existen, tal vez nunca han amado con intensidad, nunca han arriesgado, nunca han permitido que el mundo los toque con toda su crudeza. Porque quien ama con profundidad, quien sueña con valentía, quien espera con el corazón abierto, tarde o temprano enfrenta la posibilidad del dolor. Pero también descubre algo más valioso: la capacidad de encontrar belleza incluso en la tristeza.

Quizás la felicidad no sea la ausencia del sufrimiento, sino la capacidad de seguir adelante a pesar de él. No como negación ni como huida, sino como una forma de entender que la tristeza no nos define, que el dolor no nos destruye completamente, que la vida, en su complejidad, es mucho más rica cuando aprendemos a abrazarla en todas sus formas.

Entonces, más que preguntarnos si existe gente que nunca ha sido infeliz, deberíamos preguntarnos si una vida sin dolor es realmente una vida completa. Porque al final, no se trata de evitar la tristeza, sino de aprender de ella, a entender lo que nos enseña, a encontrar en su profundidad la verdadera razón por la que seguimos adelante.

Soledadmorillobelloso@gmail.com
@solmorillob
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