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Salir adelante en momentos de crisis

Ser una persona resiliente y fuerte no solo tener la capacidad de resistir las adversidades; se trata de desarrollar la capacidad natural de adaptarse, aprender y crecer a partir de las experiencias difíciles

  • ECCIO LEÓN R.

09/04/2025 05:01 am

Pensar cosas que no queremos pensar puede ocurrir por varias razones, entre ellas los pensamientos intrusivos, los pensamientos catastróficos, o el autosabotaje.

La creencia de que no hay suficiente para todos, conocida como mentalidad de escasez, puede llevar a malos pensamientos. Los pensamientos negativos pueden ser un síntoma de depresión o empeorar la depresión. Pensamientos sobre la crisis pueden incluir que las crisis son oportunidades para aprender y crecer, que la perseverancia es clave, y que los momentos difíciles pasan. “La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia”. “Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos”. “Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones”.

Como dijo Albert Einstein “una crisis es igual a una oportunidad para progresar”. Las crisis nos permiten darnos cuenta de que hay algo que debemos cambiar para poder enfrentarlas, y al decidir hacerlo, aprendemos y salimos fortalecidos. La resiliencia es la capacidad que tenemos las personas para sobreponernos y ser capaces de enfrentar y superar con éxito la adversidad, utilizando los propios recursos. Implica flexibilidad, tolerancia y resistencia; dicen que la resiliencia es el “arte de navegar en la tormenta”.

Por ejemplo la crisis económica es la fase de un ciclo económico en la que se da un período de escasez en la producción, comercialización o consumo de productos y servicios. Se caracteriza por sus efectos negativos, siendo «recesión» el movimiento cíclico descendente, «contracción» cuando la actividad cae por debajo del nivel mínimo del ciclo anterior y «depresión» un caso extremo por su duración o efectos, que se producen por situaciones de inestabilidad.

En la crisis del petróleo de 1973 comenzó el 16 de octubre de 1973, a raíz de la decisión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo de no exportar más petróleo a los países que habían apoyado a Israel durante la guerra de Yom Kipur, que enfrentaba a Israel y Egipto. Aunque en un principio el embargo afectaba a Canadá, Japón, Países Bajos, Reino Unido y Estados Unidos, posteriormente se extendió a Portugal, Rodesia actual Zimbabue y Sudáfrica.

El aumento del precio, unido a la gran dependencia que tenía el mundo industrializado del petróleo, provocó un fuerte efecto inflacionista y una reducción de la actividad económica de los países afectados. Estos países respondieron con una serie de medidas permanentes para frenar su dependencia exterior.

Antes del embargo, el Occidente industrializado, sobre todo Estados Unidos, solía disponer de petróleo abundante y barato. Las ciudades estadounidenses posteriores a la Segunda Guerra Mundial, muy extendidas, con enormes núcleos urbanos de casas unifamiliares dispersas, dependían del automóvil como principal medio de transporte, de modo que utilizaban combustible de forma masiva. Entre 1945 y finales de los 60, Occidente y Japón consumían más petróleo que nunca. Solo en Estados Unidos, el consumo se había duplicado entre 1945 y 1974. Con un 6 % de la población mundial, Estados Unidos consumía el 33 % de la energía de todo el mundo. Al mismo tiempo, la economía estadounidense mantenía una cuarta parte de la producción industrial mundial, lo cual quiere decir que los trabajadores estadounidenses eran cuatro veces más productivos que la media global, pero a cambio el país consumía cinco veces más energía.

El petróleo, sobre todo el procedente de Oriente Medio, se pagaba en dólares estadounidenses, con los precios también fijados en dólares. Durante el mandato del presidente Richard Nixon, el modelo económico estadounidense estaba ya agotado, el crecimiento era nulo, y sin embargo la inflación ya empezaba a ser preocupante. Durante el verano de 1971, Nixon estaba bajo una fuerte presión pública para que actuara de forma tajante ante este estancamiento económico. Para provocar una caída del precio del oro en los mercados internacionales, Nixon abandonó el patrón oro el 15 de agosto de 1971, finalizando así el sistema de Bretton Woods, que había funcionado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. El dólar fue devaluado en un 8 % en relación con el oro en diciembre de 1971, y se volvió a devaluar en 1973.

En las crisis financieras, bancarias y bursátiles, son crisis económicas subsiguientes a un fallo en el sector financiero que ocasiona una caída abrupta del crédito por fallo o desconfianza de entidades financieras sistémicas, y un desplome de las cotizaciones en la bolsa; son también denominadas como "pánicos" Además de la disminución de las ventas, las crisis económicas suelen ir acompañadas de un aumento en la incertidumbre y la volatilidad en los mercados financieros. Esto puede dificultar el acceso al crédito y al capital para las empresas, lo que limita su capacidad para financiar operaciones y proyectos de inversión.

En momentos de crisis, nuestra verdadera fortaleza se pone a prueba y revelamos quiénes somos realmente. Ser una persona resiliente y fuerte no solo tener la capacidad de resistir las adversidades; se trata de desarrollar la capacidad natural de adaptarse, aprender y crecer a partir de las experiencias difíciles.

Como bien se dice, un mar tranquilo nunca hizo a un buen marinero. Una persona resiliente ve los problemas no sólo como obstáculos, sino como oportunidades para aprender. La capacidad de resiliencia nos permite transformar cada dificultad en una lección valiosa. En el ámbito empresarial, esta mentalidad es crucial. Ver a los problemas y momentos difíciles como información para mejorar es una cualidad esencial en los negocios, donde la incertidumbre y los fracasos son inevitables y universales, dado que no controlamos todo. La resiliencia no es exclusiva de unos cuantos; es una capacidad innata que todos poseemos y que como seres humanos podemos cultivar, en el medio del caos, puede surgir cosas fascinantes y convertir nuestras cicatrices en espacios de innovación.

En fin, todos tenemos bajones y nadie es una isla. Por esto, tener una red de apoyo sólida con quienes poder compartir y hablar sobre lo que sentimos es fundamental para superar los tiempos difíciles. Puede ser un amigo, familiar, mentor o colega que pueda ofrecer consejo, apoyo emocional y diferentes perspectivas. Invertir en relaciones significativas y nutrir estas conexiones puede proporcionar el apoyo necesario para mantenerte fuerte y resiliente durante las crisis.

Eccio Leon
@el54r 
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