Nuevas oportunidades para el cambio
Nuestra práctica política ha sido de sistemática y continua diferenciación de los extremos que retrasan y niegan el cambio para bien que nos hemos propuesto
La búsqueda y logro de una sociedad mejor es un esfuerzo permanente.
No se trata de un deseo que se decreta y se alcanza de manera instantánea tan solo por quererlo. La introducción de cambios que se consideren necesarios en los modos de organización social, en el funcionamiento del aparato del Estado y de la red de instituciones públicas reclama un continuo empeño de promoción de iniciativas, de corrección de errores y desviaciones, de convocatoria de consensos y de acuerdos que se perfeccionan día tras día o que se enmiendan al resultar fallida o negativa la intervención de un supuesto aliado que resultó un factor de retroceso en la lucha por el cambio planteado.
Mucho menos es una garantía de éxito que el proyecto de cambio tenga abundante financiamiento de sectores poderosos que han sido los beneficiarios de los esquemas institucionales, jurídicos y económicos que nos hemos planteado sustituir para instaurar una sociedad de equidad, justicia social, crecimiento y bienestar para todos, en especial para los más vulnerables, para los pobres, los abandonados, que son el vivo testimonio de la necesidad y urgencia de los cambios que planteamos. Por lo contrario, esos sectores privilegiados deliberadamente exacerban la confrontación extrema hundiendo al país en pesados odios. De supuestos aliados en la logística y las conexiones con referentes poderosos, se convierten en piezas gruesas de resistencia al cambio y terminan por poner su peso e influencias en desviar y disminuir la acción política promotora de progreso y democracia para ponerla bajo su control y a su servicio, lo que es la negación del cambio planteado.
Nuestro empeño por el cambio no disminuye ni pierde valor por el fracaso de intentos que mancharon sus acciones con vergonzosos actos de entrega del patrimonio nacional, de corrupción y de asociación con perversos intereses extranjeros. Nuestro compromiso no ha estado ni está asociado con irresponsables aventuras, con la violencia ni con proclamas de venganza y retaliación contra aquellos que se suponía entregarían pacíficamente el poder para luego ser llevados al cadalso. Ese cinismo y torpeza dibujó desde el inicio la oferta engañosa condenada al fracaso.
Tampoco nuestro trabajo político se pasma ni detiene ante al abuso de poder, el ventajismo, ni por las acciones de colonialismo político del autoritarismo o por el fortalecimiento y relanzamiento del oficialismo como consecuencia de la errática conducción y fracaso de quienes sacando provecho de la polarización extrema se presentaron astutamente como la posible opción de cambio, cuando no lo representan y plantean vías violentas y de indigno sometimiento a potencias extranjeras para alcanzar el poder.
Nuestra voluntad es firme. Nuestra conciencia de la complejidad del problema ha interiorizado la convicción de mantener abierta diferenciación con la plutocracia y con representantes del colonialismo extranjero disfrazados de agentes de la modernidad. Nuestra práctica política ha sido de sistemática y continua diferenciación de los extremos que retrasan y niegan el cambio para bien que nos hemos propuesto. Un cambio para que Venezuela mejore, para que el país funcione, para que la convivencia y la inclusión sea nuestra manera de vivir y no la exclusión, el exterminio del contrario y la barbarie.
El próximo 27 de abril, más allá de frustraciones recientes, de incertidumbre y confusión, de indefiniciones latentes en varios referentes del debate público, del agotamiento político en sectores sindicales, comunicacionales y del mundo productivo, del cansancio al que la colectividad ha sido sometida por el ajetreo electoral, se presenta una nueva oportunidad de cambio.
Tendremos la oportunidad de elegir una Asamblea Nacional representativa del país complejo, diverso e insatisfecho que se ha levantado en los últimos lustros. Aspiramos sustituir ataques e improperios por propuestas, por soluciones y por gestiones para la normalización y buen funcionamiento del país. La Asamblea Nacional debe ser el gran escenario de reencuentro de Venezuela y no el asiento de interminables conflictos entre partidos.
El 27 de abril es una gran oportunidad para fortalecer la descentralización, poniendo los gobiernos regionales en manos de las fuerzas productivas, de los industriales y de los trabajadores, de los agricultores y los comerciantes, de los estudiantes y los transportistas, de los dirigentes comunitarios y de los científicos, de los cultores del folklore y los deportistas, de las universidades y de las cámaras de comercio, de los pescadores y los promotores inmobiliarios, de políticos con criterios de amplitud, en fin, de una sociedad que se ha visto ignorada por el clientelismo partidista. El desarrollo regional lo haremos realidad dándole una oportunidad a sectores preteridos, puestos al margen por la cultura de la hegemonía partidista, y que urgen de espacios para presentar sus proyectos, trabajar por ellos y convertirlos en realidad.
Soluciones para Venezuela, partido que me honro en presidir, asume el compromiso de seguir luchando por esos cambios. Mientras las necesidades y problemas nos agobien seguiremos firmes y resueltos buscando una Venezuela mejor. Allí estaremos para dar nuestro aporte, para dar la cara por el cambio para bien, para dejar atrás frustraciones y decepciones, entendiendo que sólo la lucha permanente traerá la Venezuela que queremos. Seguimos en campaña por el cambio.
No se trata de un deseo que se decreta y se alcanza de manera instantánea tan solo por quererlo. La introducción de cambios que se consideren necesarios en los modos de organización social, en el funcionamiento del aparato del Estado y de la red de instituciones públicas reclama un continuo empeño de promoción de iniciativas, de corrección de errores y desviaciones, de convocatoria de consensos y de acuerdos que se perfeccionan día tras día o que se enmiendan al resultar fallida o negativa la intervención de un supuesto aliado que resultó un factor de retroceso en la lucha por el cambio planteado.
Mucho menos es una garantía de éxito que el proyecto de cambio tenga abundante financiamiento de sectores poderosos que han sido los beneficiarios de los esquemas institucionales, jurídicos y económicos que nos hemos planteado sustituir para instaurar una sociedad de equidad, justicia social, crecimiento y bienestar para todos, en especial para los más vulnerables, para los pobres, los abandonados, que son el vivo testimonio de la necesidad y urgencia de los cambios que planteamos. Por lo contrario, esos sectores privilegiados deliberadamente exacerban la confrontación extrema hundiendo al país en pesados odios. De supuestos aliados en la logística y las conexiones con referentes poderosos, se convierten en piezas gruesas de resistencia al cambio y terminan por poner su peso e influencias en desviar y disminuir la acción política promotora de progreso y democracia para ponerla bajo su control y a su servicio, lo que es la negación del cambio planteado.
Nuestro empeño por el cambio no disminuye ni pierde valor por el fracaso de intentos que mancharon sus acciones con vergonzosos actos de entrega del patrimonio nacional, de corrupción y de asociación con perversos intereses extranjeros. Nuestro compromiso no ha estado ni está asociado con irresponsables aventuras, con la violencia ni con proclamas de venganza y retaliación contra aquellos que se suponía entregarían pacíficamente el poder para luego ser llevados al cadalso. Ese cinismo y torpeza dibujó desde el inicio la oferta engañosa condenada al fracaso.
Tampoco nuestro trabajo político se pasma ni detiene ante al abuso de poder, el ventajismo, ni por las acciones de colonialismo político del autoritarismo o por el fortalecimiento y relanzamiento del oficialismo como consecuencia de la errática conducción y fracaso de quienes sacando provecho de la polarización extrema se presentaron astutamente como la posible opción de cambio, cuando no lo representan y plantean vías violentas y de indigno sometimiento a potencias extranjeras para alcanzar el poder.
Nuestra voluntad es firme. Nuestra conciencia de la complejidad del problema ha interiorizado la convicción de mantener abierta diferenciación con la plutocracia y con representantes del colonialismo extranjero disfrazados de agentes de la modernidad. Nuestra práctica política ha sido de sistemática y continua diferenciación de los extremos que retrasan y niegan el cambio para bien que nos hemos propuesto. Un cambio para que Venezuela mejore, para que el país funcione, para que la convivencia y la inclusión sea nuestra manera de vivir y no la exclusión, el exterminio del contrario y la barbarie.
El próximo 27 de abril, más allá de frustraciones recientes, de incertidumbre y confusión, de indefiniciones latentes en varios referentes del debate público, del agotamiento político en sectores sindicales, comunicacionales y del mundo productivo, del cansancio al que la colectividad ha sido sometida por el ajetreo electoral, se presenta una nueva oportunidad de cambio.
Tendremos la oportunidad de elegir una Asamblea Nacional representativa del país complejo, diverso e insatisfecho que se ha levantado en los últimos lustros. Aspiramos sustituir ataques e improperios por propuestas, por soluciones y por gestiones para la normalización y buen funcionamiento del país. La Asamblea Nacional debe ser el gran escenario de reencuentro de Venezuela y no el asiento de interminables conflictos entre partidos.
El 27 de abril es una gran oportunidad para fortalecer la descentralización, poniendo los gobiernos regionales en manos de las fuerzas productivas, de los industriales y de los trabajadores, de los agricultores y los comerciantes, de los estudiantes y los transportistas, de los dirigentes comunitarios y de los científicos, de los cultores del folklore y los deportistas, de las universidades y de las cámaras de comercio, de los pescadores y los promotores inmobiliarios, de políticos con criterios de amplitud, en fin, de una sociedad que se ha visto ignorada por el clientelismo partidista. El desarrollo regional lo haremos realidad dándole una oportunidad a sectores preteridos, puestos al margen por la cultura de la hegemonía partidista, y que urgen de espacios para presentar sus proyectos, trabajar por ellos y convertirlos en realidad.
Soluciones para Venezuela, partido que me honro en presidir, asume el compromiso de seguir luchando por esos cambios. Mientras las necesidades y problemas nos agobien seguiremos firmes y resueltos buscando una Venezuela mejor. Allí estaremos para dar nuestro aporte, para dar la cara por el cambio para bien, para dejar atrás frustraciones y decepciones, entendiendo que sólo la lucha permanente traerá la Venezuela que queremos. Seguimos en campaña por el cambio.
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