Producción petrolera venezolana en vilo, ante posibles sanciones de EEUU
Paradójicamente, según cálculos de la firma Ecoanalítica, el presidente Trump pondría fin a las licencias otorgadas a las petroleras: Chevron, Repsol y Maurel & Prom para operar en el país
Nada provechoso o saludable para Venezuela que el régimen solo por orgullo o ufanía, subestime las posibles sanciones contra la administración del presidente Maduro Moros, cuyo acecho constituye una espada de Damocles para la economía venezolana, crítica -de costura- sobremanera. Tales acciones del presidente republicano podrían tener repercusión directa sobre nuestra economía tan precaria, aparte de las secuelas ulteriores. La clave estaría, entre otras, en un control eficiente y sesudo del equilibrio fiscal tan vulnerable por las distorsiones asociadas a las políticas monetarias del gobierno de Maduro. Pues, sir Trump ha prometido endurecer las medidas de presión contra la dictadura del mismo, y descabelladamente, puso en duda la compra de petróleo a Venezuela, aunque Venezuela fue el mayor provisor de crudo a EEUU durante 2024 –; solo en octubre, alrededor de unos 295 mil bpd, con proyección hacia 1,5 millones bpd. Paradójicamente, según cálculos de la firma Ecoanalítica, el presidente Trump pondría fin a las licencias otorgadas a las petroleras: Chevron, Repsol y Maurel & Prom para operar en el país. De eliminarse sus licencias, por causas de la incertidumbre institucional, los efectos serían negativos sobremanera.

Puntualiza que observa nuestra situación “con mucho interés”, luego de que “hasta hace unos 20 años fuese un gran país y, ahora, un desastre”.
No bastante, aunque él podría tener razones muy pertinentes para tal afirmación, debería estimar seriamente, acerca del dato que ofrece el OVF sobre crecimiento de nuestra economía durante 2024 en un 3,9 por ciento gracias a la explotación petrolera, de provecho para EEUU, en momentos cuando Venezuela se ha convertido en su tercer provisor de crudo en monta. Quizá sea una actitud impulsiva en prevención o cautela al hecho de que Venezuela, por las actitudes de su régimen más la crisis se ha n erigido en amenazas certeras para la región tras unas elecciones dudosas que desataron una ola de saña, abuso y un éxodo masivo que amenaza con desestabilizar a toda Latinoamérica, poniendo en jaque a la democracia regional.
Han transcurrido algo más de unos 180 días de una elección presidencial en un país que está marcando un nuevo hito en la erosión de la democracia, la violencia y la crisis humanitaria en el continente americano. El domingo 28-J se ancló en Venezuela el pulso de América Latina. Hasta esa noche, gobiernos, organismos internacionales y expertos electorales con ddhh de distintos países y perfiles, que apostaron –con dudas y nerviosismo- a que el gobierno de Nicolás Maduro respetaría su compromiso de entregar las actas donde quedaría registrada la votación de unos |6 mil colegios electorales a escala nacional.
Y, a pesar de los obstáculos y acusaciones que el régimen esgrimió contra MCM, luego de haber ganado las elecciones primarias el año pasado, y de que esa misma oposición sacara una carta presidencial en la persona de Edmundo González Urrutia, en medio de la aridez, de aquel 28-J, unos 12 millones de venezolanos votaron. Participación apoteósica para un país de gente atemorizada. Por varios países del continente adonde han buscado refugio cerca de unos siete millones de venezolanos que han migrado en éxodo masivo, ese domingo de julio millones de ojos se volcaron hacia su terruño; había ansiedad, esperanza.
Nada importó haber expulsado a políticos y periodistas que deseaban ingresar con antelación al país a fin de dar cuenta de una elección bajo escrutinio internacional. Lo que estaba en juego lo ameritaba: Maduro apostaba a su segunda reelección, es presidente de su país desde hace casi unos 12 años, desde 2013. Y, quiere permanecer allí hasta 2031. Y, a eso jugó.
isaimar@gmail.com

Siguenos en
Telegram,
Instagram,
Facebook y
Twitter
para recibir en directo todas nuestras actualizaciones