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Ganadería venezolana

PEDRO E. PIÑATE B. El establecimiento de la ganadería venezolana, es de saber fue en el Llano a todo lo ancho y largo de sus inmensas sabanas

  • PEDRO E. PIÑATE B.

06/09/2018 05:00 am

Sobre el establecimiento de la ganadería venezolana, es de saber que fue en el llano a todo lo ancho y largo de sus inmensas sabanas, luego que en 1530 don Cristóbal Rodríguez “venido a estas llanuras procedente del Tocuyo” fundara el primer hato llanero que se conoce a unas veinticinco leguas del sitio en que está hoy Calabozo, en un lugar llamado Uberito. En este lugar, junto a once familias cordobesas, se estableció Rodríguez, “quien llevó a aquella fundación dieciocho vacas paridas, con diez yeguas jerezanas y dos potros”

De la trascendencia del histórico hecho cita Daniel Mendoza en su libro El Llanero: “Veinticinco o treinta años después, o sea, en el último tercio del siglo XVI, había en el Guárico y el Apure un promedio de catorce mil reses, y más o menos la mitad de raza caballar y asnal”. Respecto a otras regiones se conoce que para 1560 los Valles de Valencia contaban ya con hatos de vacas y estancias, mientras en Maracaibo, para 1579 Rodrigo de Argüelles y Gaspar de Párraga citados por Ruiz Martínez, señalan: “se da en esta tierra el ganado vacuno, porque se cría muy grueso y las novillas de a dos años viven en esta tierra paridas, y es tan buena tierra para ganados, que ha acaecido matar toro andando con hatajo de vacas y sacarle más de siete arrobas, de sebo y grosura; dase también la oveja y la cabra, e criase el ganado cabruno y ovejuno que es todo cebo”. 

Tan extraordinarias resultarían las sabanas del llano al ganado vacuno andaluz introducido, que para mediados del siglo XVII existían ya 137.680 reses censadas en el Archivo Real de Arichuna junto a los primeros ganaderos del llano y sus hatos. De éstos y otros primeros colonizadores del llano procedentes de Almería, Córdoba, Granada, Cádiz, Sevilla y Jaén, heredaría el llanero -según señala Daniel Mendoza su mejor narrador- el abolengo andaluz. Por su parte, las faenas ganaderas del llano evolucionarían como el folklore de la mismísima llanura, hasta llegada la reciente modernidad. A principios del siglo XVIII tras la multiplicación de los rebaños se hizo obligatorio el empadronamiento de hierros y señales. 

Para 1720 la ganadería cubría además de las necesidades del consumo interno, las de exportación de cueros en pelo o curtidos denominados cordobanes, junto a jamones, quesos, sebo, manteca y salones de carne, que era considerable.

ppinate@gmail.com
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