El odio o la otra cara del amor
El amor es una reacción muy compleja que puede surgir entre quienes no deben o no darse entre quienes debieran amarse. En otras palabras, no solo es que no obedece a nuestra voluntad para que ocurra, es que puede desencadenarse a pesar de ella
Alfredo Álvarez es un escritor que se curtió en el periodismo y es un buen amigo mío. Cuando leyó mi artículo de la semana antepasada “El lado oscuro, y mortal, del amor”, me envió un libro fantástico, y a la vez terrible, porque hay que armarse de valentía para leerlo: “Amor y Horror NAZI”, de Mónica Álvarez. La conexión entre los dos textos es fina e interesante, como veremos de seguido.
Mi artículo quiso mostrar que nuestra condición social es tan fuerte que mueve a los bebés a rechazar comer si no reciben afecto y aceptación. Somos sociales gracias al amor y amamos porque somos sociales. Pero el amor a los nuestros puede convertirse en odio a los ajenos; esa es la fase oscura del amor, que puede llevar a matar a los lejanos en aras de salvar o proteger a los próximos. Lo terrible es que puede convertirse en deseo de aniquilación a priori a los que no son como nosotros. Los asaltantes del 7 oct 2023, ocasión de la celebración de la festividad judía de la Simjat Torá, cuyo saldo fue más de mil muertos y 254 personas secuestradas, estuvieron inspirados para actuar así por fanatismo religioso, por la adhesión dogmática a sus creencias entre las cuales está que los judíos son merecedores de la muerte por infieles. Esta mutación del amor a unos en odio a otros, es la metamorfosis cruel que como hecho social soportado por la realidad neurológica de conexiones cerebrales construidas por aprendizaje es el tema que ocuparon esas líneas. Del amor al odio solo hay un paso.
Por su parte, el libro de Mónica Alvarez aborda una arista del amor no menos hipnótica: el surgimiento del amor entre quienes no deben tenerlo, tal como Romeo y Julieta. En el libro se narra, entre otros, el caso real de Helena Citrónová, prisionera judía y Franz Wunsch, oficial de las SS. quienes tienen un amor prohibido nada menos que en Auschwitz, amorío que no logra consumarse por las condiciones del encuentro, pero cuya atracción no pueden evitar y la relación se interrumpe después de la derrota nazi. Años después Wunsch es atrapado y juzgado por crímenes de guerra, se le imputaban varias acciones de crueldad hacia prisioneros. Citrónová es localizada a petición de Wunsch para su defensa y así lo hace, pero aunque Wunsch sale absuelto, no vuelven a verse más nunca en la vida.
El amor es una reacción muy compleja que puede surgir entre quienes no deben o no darse entre quienes debieran amarse. En otras palabras, no solo es que no obedece a nuestra voluntad para que ocurra, es que puede desencadenarse a pesar de ella. Esto tiene importantes implicaciones. La primera es la relación entre nuestra biología y nuestra sicología y que podemos resumir en la pregunta “si es que lloramos porque estamos tristes o si estamos tristes porque lloramos”. Las ciencias de la conducta dicen que ambas posibilidades son ciertas. Por ello podemos llegar al llanto si recordamos la partida de un ser muy querido y añorado con lo cual hacemos cierta la primera afirmación, mientras que la segunda se haría cierta si el azar nos hace testigos de un accidente trágico que ocasione la pérdida súbita de un ser querido.
La otra implicación importante es la relación entre libertad y biología y que podemos resumir en la pregunta ¿elegimos sentir lo que sentimos o llegamos a querer lo que elige nuestra biología? Aquí la respuesta no es tan clara. Sin duda que nuestra biología nos impone condiciones insalvables como la de no poder volar por no tener alas, pero la libertad no consiste en hacer lo que se nos antoje, sino en elegir racionalmente de entre las cosas que están en el rango de nuestras posibilidades biológicas. Cosas que si bien sobre ellas no tenemos todo el poder que quisiéramos, las realidades sociales, culturales y económicas, que hemos construidos nos han hecho vencer limitaciones que la dimensión biológica de nuestra naturaleza nos había impuesto. La histórica humana nos ha hecho poder sustituir órganos por prótesis o reemplazarlos gracias a donantes, podemos volar y andar a velocidades superiores a la del animal más veloz, por ejemplo, pero también tenemos regímenes –incluso entre los que se denominan democráticos- que desean imponernos lo que debemos y no debemos hacer y querer y, en este contexto, tuercen ilegítimamente las posibilidades libertarias que nos brinda nuestra biología e historia. Son enemigos de la naturaleza y de la humanidad.
Amor y odio son manifestaciones complejas de nuestra biología, nuestras experiencias e historia. La biología puede impulsar nuestras respuestas emocionales, pero el aprendizaje y la cultura pueden modelar su expresión. La historia de Helena y Franz junto con los eventos de octubre de 2023, ilustran cómo el amor y el odio pueden ser caras distintas de una misma moneda: aquella que nos ha hecho más humanos, pero también más destructivos. La relación entre biología y libertad en nuestras emociones sigue siendo una pregunta abierta, crucial para entender nuestras interacciones y construir un futuro más compasivo.
@AsuajeGuedez
asuajeguedezd@gmail.com
La otra implicación importante es la relación entre libertad y biología y que podemos resumir en la pregunta ¿elegimos sentir lo que sentimos o llegamos a querer lo que elige nuestra biología? Aquí la respuesta no es tan clara. Sin duda que nuestra biología nos impone condiciones insalvables como la de no poder volar por no tener alas, pero la libertad no consiste en hacer lo que se nos antoje, sino en elegir racionalmente de entre las cosas que están en el rango de nuestras posibilidades biológicas. Cosas que si bien sobre ellas no tenemos todo el poder que quisiéramos, las realidades sociales, culturales y económicas, que hemos construidos nos han hecho vencer limitaciones que la dimensión biológica de nuestra naturaleza nos había impuesto. La histórica humana nos ha hecho poder sustituir órganos por prótesis o reemplazarlos gracias a donantes, podemos volar y andar a velocidades superiores a la del animal más veloz, por ejemplo, pero también tenemos regímenes –incluso entre los que se denominan democráticos- que desean imponernos lo que debemos y no debemos hacer y querer y, en este contexto, tuercen ilegítimamente las posibilidades libertarias que nos brinda nuestra biología e historia. Son enemigos de la naturaleza y de la humanidad.
Amor y odio son manifestaciones complejas de nuestra biología, nuestras experiencias e historia. La biología puede impulsar nuestras respuestas emocionales, pero el aprendizaje y la cultura pueden modelar su expresión. La historia de Helena y Franz junto con los eventos de octubre de 2023, ilustran cómo el amor y el odio pueden ser caras distintas de una misma moneda: aquella que nos ha hecho más humanos, pero también más destructivos. La relación entre biología y libertad en nuestras emociones sigue siendo una pregunta abierta, crucial para entender nuestras interacciones y construir un futuro más compasivo.
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