Atatürk y la especificidad de la Revolución Turca
JULIO CÉSAR PINEDA. En la Revolución Turca, religión y cultura facilitaron la homogeneidad y la diferenciación del Occidente además de fortalecer el sentimiento otomano y su glorioso pasado hacia una nueva definición de la Nación y del Estado
JULIO CÉSAR PINEDA
La República de Turquía, con sus 774.815 kilómetros cuadrados y sus 80 millones de habitantes y con una historia de cultura y civilización, ha sido desde 1923 un Estado democrático, laico y constitucional, bajo la orientación de Mustafá Kemal Atatürk. Turquía es una referencia obligada para Oriente y Occidente, como puente entre Asia y Europa y encrucijada entre culturas, religiones y civilizaciones.
Turquía hoy, es un centro de interés en la geopolítica del Siglo XXI, con un permanente dinamismo tanto a escala regional como mundial. Está ubicada entre las veinte naciones de mayor crecimiento. Su política exterior se fundamenta en el principio de “Paz en Casa y Paz en el Mundo”, con la afirmación de la solución pacífica de las controversias internacionales.
El conflicto
La Primera Guerra Mundial le obligó a abandonar la vieja política de conservación de territorios a pesar de los esfuerzos de la clase dirigente turca de conservar el Imperio. Todo fue producto de esta I Guerra Mundial, por la Guerra de los Balcanes, los movimientos nacionalistas árabes y por las reivindicaciones griegas y armenias sobre estos territorios. Por eso, la identidad nacional del Estado turco fue producto de un grupo de dirigentes que fundaron la República en 1923, bajo la orientación de Kemal Atatürk, en un ambiente de conflicto mundial y dentro de una lucha violenta porque combinaba la Guerra de Independencia contra los vencedores del conflicto mundial y su propia guerra civil.
Perfiló el Estado turco
En 1923 por el Tratado de Lausanne los vencedores impusieron las fronteras a Turquía, aceptada por Kemal Atatürk, quien abolió el Califato, destituyó al Sultán y permaneció como presidente hasta 1938. Perfiló el Estado turco como es hoy con su nacionalismo y el alejamiento al panislamismo, reivindicando para la nueva nación el territorio de Anatolia que a la vez era reclamada por los griegos y por los armenios, más allá de pretensiones de los kurdos. El padre de la nación turca incentivó las reformas que han hecho de Turquía un país laico y democrático. Turquía fue el único país del Medio Oriente en imponer sus propias fronteras a las potencias occidentales con la excepción de la región de Mosul fue cedido a Irak por el Tratado turco-británico en 1926. El Tratado de Lausanne obligó a Turquía a aceptar a las minorías no musulmanas y permitir la libertad de culto de idioma y educación. Pero siempre Turquía ha tenido una reserva frente a la minoría kurda cuyo 20% de la población está en su país.
Modelo teórico evolutivo
Esta revolución y su líder fundamental Kemal Atatürk permitió una nueva expresión de las tradicionales revoluciones como la francesa enmarcada en el liberalismo y la bolchevique rusa en el comunismo. La denominada “Revolución Turca” no pretendió ser ideológica aunque con el tiempo diseñó un modelo teórico evolutivo. A diferencia de las otras revoluciones no buscó la transformación absoluta del hombre ni de su sociedad con verdades absolutas, sin renunciar al pasado y a su historia. Los procesos revolucionarios de Francia y Rusia, en nombre de la racionalidad, confrontaron la realidad religiosa, en sus respectivos tiempos.
La Revolución Turca nunca pretendió negar su dimensión espiritual dentro del Islam y en convivencia con el Corán, pero con una nueva actitud en la separación de lo religioso y lo político y en la prioridad de asignarle a la política el manejo de la sociedad en su organización y en su economía siempre respetando el dogma, la fe y el culto islámico.
Árabe y Persa
Privilegió el Corán, pero aceptó como lo vemos en la Turquía de hoy las convivencias con el Cristianismo y el Judaísmo. Con la Caída del Sultanato en 1922 y la afirmación de la laicidad se fue configurando una nueva realidad turca diferenciándose del Islam Árabe y Persa y permitiendo en ese periodo de 1922-1938 la afirmación republicana del nuevo Estado.
Fue una revolución eminentemente cultural y por eso el reto del sentimiento nacional sin desligarlo del pasado otomano, pero respondiendo a los desafíos de los nuevos tiempos. Trasformó lo que quedaba del Imperio en un Estado moderno, laico, mirando a Occidente.
Siempre expresó empatía con el grupo revolucionario de los Jóvenes Turcos y por los intentos de renovación de las élites otomanas durante el Sultanato.
En la Revolución Turca, religión y cultura facilitaron la homogeneidad y la diferenciación del Occidente además de fortalecer el sentimiento otomano y su glorioso pasado hacia una nueva definición de la Nación y del Estado. Conceptualizándolo como laico y multirracial
Jcpineda01@gmail.com