SINSECRETOSCB: ¡Se acabó la fábula!
Edmundo González, con sus años a cuestas, ha demostrado no tener la más mínima capacidad de inmolarse o asumir la responsabilidad de la vorágine de violencia y desacierto
Planeado asilo. En estas mismas líneas habíamos advertido sobre la sofisticada estrategia, diseñada por un sector de la oposición, para convertir la histórica y cívica jornada electoral presidencial del 28 de julio en el detonante para tratar de comprometer la paz y tranquilidad de esta venerada patria. Nunca, dentro de su descubierta fachada y vocación, incluyeron en su agenda al 28J como factor de orden electoral donde surgiera el sufragio como fiel reflejo del pronunciamiento popular. Jamás iban a reconocer la óptima y responsable actuación del árbitro electoral, nuestro Consejo Nacional Electoral. Todo estaba preparado para crear un ambiente de inestabilidad política y enfilar, con insensatez y desvarío, contra medulares instalaciones de salud, educación, militares y policiales incluso antes del primer pronunciamiento del órgano comicial donde se anunciaba la holgada reelección del presidente Nicolás Maduro. Pero vencida la breve conjura, capturados los asalariados delincuentes, otros aún en fuga o pertrechados en sus guaridas, se producían continuas deserciones dentro del otrora irreverente factor opositor. Quien terminó por delatar toda esta desatinada conducta fue precisamente quien fungiera como desechable abanderado presidencial, ya que ha narrado cada uno de sus pasos y ha señalado, sin reserva, a los verdaderos responsables de esta nueva aventura sediciosa. Edmundo, con sus años a cuestas, ha demostrado no tener la más mínima capacidad de inmolarse o asumir la responsabilidad de la vorágine de violencia y desacierto. Nos relata, de manera pausada, que estuvo desde el 29 de julio en las instalaciones de la embajada de los Países Bajos en la ciudad de Caracas, es decir que al día siguiente del evento electoral, el autoproclamado ganador de los históricos comicios, yacía cómodamente alojado en una sede diplomática rodeado de enormes tulipanes. Es bueno destacar el rol cumplido por el entorno familiar de Edmundo, quienes habían tenido serios y fuertes enfrentamientos con la inhabilitada quien pretendía regir cada actividad o palabra que fuese pronunciada por Edmundo. De allí la incontrolable ira y cólera no solo de la inhabilitada, sino de su atolondrado séquito al enterarse de la visita del jurista José Vicente Haro, en representación de un preocupado Edmundo, a las instalaciones del Ministerio Público y ser recibido por el Fiscal General de la República, Tarek William Saab y a quien manifestó que el reposado y sereno Edmundo desconocía el origen de las supuestas actas forjadas que fueron colocadas en un falaz enlace, elaborado el mismo, por un equipo de técnicos criollos y extranjeros desde semanas anteriores a la realización de la fiesta democrática del 28J. Edmundo con su dilatado recorrido marcaba irreversible distanciamiento con la elaborada treta y colocaba al descubierto la malograda estrategia. Días después de la delación por parte de Edmundo, surgía la vicepresidenta Delcy Rodríguez quien, de manera tajante, anunciaba al país que Edmundo había salido de territorio patrio rumbo a la península ibérica y fue quien solicitó el asilo político que, tras el debido trámite con España, el gobierno habría decidido otorgarle un salvoconducto para dejar el país. Al arribar a la base aérea de Torrejón de Ardoz, un sosegado Edmundo llegaba a expresar. “He decidido salir de Venezuela y trasladarme a España a cuyo gobierno agradezco profundamente que me haya acogido, igualmente agradezco a la Embajada de los Países Bajos en Venezuela. Lo he hecho pensando en mi familia. Saben que siempre he defendido los valores democráticos de paz y libertad. Mi compromiso no se basa en una ambición personal. Solo la política del diálogo puede reencontrarnos como compatriotas”. Se cuenta que una decena de venezolanos aguardaban la llegada del otrora candidato presidencial, entre ellos destacaban Leopoldo López, la inefable Lilian Tintori, Antonio Ledezma y su dilecto e inmaculado yerno Andrés Izarra quienes enarbolaban pequeños banderines de nuestro tricolor patrio, Edmundo al percatarse del delictivo comité de bienvenida, transmitía inmediatamente a su familia "Vade retro satana", allí están los mismos, son las sombras que me acosaban en Venezuela, huyamos por este atajo y así se extraviaba en las calles madrileñas para finalmente tener la tranquilidad que deseaba desde antes que fuese utilizado como herramienta para el abortado ardid.
El séquito y sus acusaciones. Una vez constatado el arribo a tierras españolas del embajador Edmundo González Urrutia, se desencadenó un verdadero y demoledor ataque por parte del aparataje comunicacional de la iracunda inhabilitada. Uno de ellos es el periodista Orlando Avendaño, quien colmado de su característica y femenina rabia, increpaba al buen Edmundo y lanzaba esta publicación “González debe contar al pisar Barajas cuáles fueron las razones que lo obligaron a considerar que su única alternativa era abandonar la lucha por su triunfo. El silencio sería inaceptable”. Pero no contento con el infeliz texto, el afeminado periodista proclamaba, en una suerte de Juana de Arco “Muerte a los traidores y confianza en quien construyó la épica y sigue comprometida”. Hay que recordar que “La Avendaño” fue el mismo que tildó de colaboracionista al gobernador del Zulia, Manuel Rosales en aquellos angustiosos momentos de la inscripción del hoy asilado Edmundo. El ferial de pública lapidación continuaba y se podían leer algunos lacerantes comentarios “Algo bueno de la salida de Edmundo es que María Corina tendrá más libertad para tomar acciones de mayor riesgo, sin preocuparse por la salud y edad del descubierto traidor”. Sencillamente finalizó la fábula. Desde el fondo de una alegre habitación vuelve a sonar, de manera estridente, la vetusta pero eficiente gramola y así poder volver a tararear añejas melodías como aquella de Héctor Lavoe que nos advierte “Todo tiene su final, nada dura para siempre, tenemos que recordar que no existe eternidad” y luego poder danzar al ritmo de la parranda boricua "Yo tenía una luz que a mí me alumbraba, yo tenía una luz que a mí me alumbraba y venía la brisa y fuá... y me la apagaba". Y esa es la verdad.
Por César Burguera
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