Los cinco (y más) errores del gobierno
El quinto error es el enfoque de marketing. Pensaron que, a falta de logros palpables y apreciables por los demás, el marketing político puro resolvería su desconexión con los electores
Normalmente el desenlace de una competencia como las elecciones es fruto de la combinación de la cantidad de recursos, su calidad y de la inteligencia de su uso. La oposición supera muy holgadamente a su adversario en una proporción de, al menos, en 2,5 a 1 y, en esta ocasión, parece que su ingeniería electoral es mejor que la oficialista un rato largo. Pero el oficialismo tiene a su favor todos los recursos públicos y la capacidad de judicializar en cualquier momento a sus adversarios o recursos, haciendo a estas elecciones escasamente competitivas. Con estas ventajas el gobierno ha buscado rebanar la brecha electoral entre él y su contrincante, pero aquí la inteligencia gubernamental ha tenido serios tropiezos o errores de cálculo.
Veamos los más recientes: se equivocó con las primarias, pensó que sería un fracaso y no lo fue. Creyó que MCM no calaría en el pueblo “porque es de la burguesía”. Asumió que podría dividir a las fuerzas opositoras. Imaginó que podría desestimular a la gente a votar. Insistió en una narrativa según la cual las sanciones son las culpables de la crisis y soñó que podría convencer con que “ahora sí cambiaremos a Venezuela”. Logró solo que mucha gente pensara en las sanciones como parte del problema, pero no como la causa de la crisis. En la narrativa popular se escuchó bastante “no es el bloqueo, es el saqueo” a modo de contra narrativa a la voz del gobierno.
Ahora bien ¿por qué elecciones?, porque después de la caída de los ingresos fiscales por la ruina de PDVSA, el gobierno ha girado hacia un modelo chino tropical, que promueve libertad de mercado tutelado por un gobierno centralizado y autoritario. China no precisa elecciones pero Venezuela sí para hacer realidad el modelo chino tropical: precisa reinsertarse en los circuitos económico-financieros internacionales y atraer inversores extranjeros. Esto es posible si reordena su deuda, renegocia los montos y momentos de pago, pero para ello necesita relegitimarse. Creyó que con la leve recuperación económica operada, el control de la hiperinflación y la estabilidad cambiaria lograda, la gente revalorizaría su gestión, cosa que no pasó en la medida esperada y no vinieron las inversiones porque las condiciones y perspectivas no son favorables a los negocios: si algo tiene buen olfato es el dinero.
El quinto error es el enfoque de marketing. Pensaron que, a falta de logros palpables y apreciables por los demás, el marketing político puro resolvería su desconexión con los electores. Comunicacionalmente debió enfrentar varios retos. No tiene logros gubernamentales que presentar. La historia de la cual viene ya no le pertenece porque muchos de los fieles al culto de Chávez sienten que se traicionó su legado. Sin historia, ni obra ni futuro que ofrecer no quedó más remedio que tratar de vender al candidato por sí mismo y lo pusieron a bailar, cosa que hace muy mal. Trataron de endulzarlo pero no destaca por su simpatía escénica, ni encanto personal; no fue creíble su imagen de abuelo bonachón, entre otras cosas porque muchas veces en sus alocuciones públicas se mostraba amenazador, soez y malencarado, lo que hacía inconsistente publicidad y acción, así no fue posible contrarrestar el entusiasmo, la alegría, admiración y hasta devoción que se aprecia en la acera de enfrente. Ha hecho una campaña plena de vallas, afiches, cuñas radiales, televisivas, en redes sociales y hasta con presencia en el Times Square. Publicidad con una factura técnica impecable, que ha elevado su puntaje en las encuestas al movilizar a su favor a chavistas-maduristas indecisos. Esta inundación publicitaria hace liga con las encuestas fabricadas que le dan puntajes favorables y con un cambio muy inteligente en la proyección de sus concentraciones públicas que ahora lucen “repletas”, pero son acciones que no han podido penetrar el muro de concreto del electorado desencantado con el gobierno.
Todavía persiste en el juego electoral porque piensa que puede reducir la brecha por las buenas o por las malas. Amenaza con baño de sangre si es derrotado y hay que reconocerle que en muchos ha infundido miedo, pero es ciego para ver que los venezolanos son hoy un pueblo con esperanza, rabia, deseos de cambio y justicia, emociones que individualmente pueden vencer el miedo y que juntas y esparcidas colectivamente se hacen más fuertes que él.
Los patrones de conductas suelen ser refractarios al cambio, se tiende a pensar que lo hecho es lo correcto, que el error, en este caso, es la baja intensidad, por lo tanto, el remedio es profundizarla. Veremos la Intensificación de la proyección de crecimiento, del miedo y de la desinformación. Es muy improbable que la ingeniería gubernamental tuerza las tendencias electorales, entonces solo queda reconocer o desconocer las elecciones. A veces un choque con la realidad re establece la conexión perdida, otras veces la ceguera es tan grande que es refractaria a la más fuerte evidencia de que lo de antes ya no sirve como acostumbraba.
@AsuajeGuedez
asuajeguedezd@gmail.com
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