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El halcón y el águila

Quiero ser optimista y afirmar que Venezuela reducirá su cuadro de múltiples dificultades, y pronto mejorará nuestra calidad de vida, superando la asfixiante marginalidad, por un próspero y democrático país

  • BEATRIZ PÉREZ SOTO DE SOCORRO

10/07/2024 05:00 am

A punto de concluir esta campaña electoral en Venezuela, que permitirá a uno de los dos aspirantes, acceder a la Primera Magistratura de la República, puede decirse que habrá muchos ganadores y sólo tres verdaderos perdedores. De éstos, dos absolutos, el miedo y la incertidumbre. Entre los muchos ganadores estarán el pueblo venezolano, el sistema democrático, los candidatos, las Fuerzas Armadas; cada uno, dentro de sus posibilidades y a su manera, colaborarán en darle al país un paso final en este histórico proceso que se dará el 28 de julio próximo.

Cuando se analice y se pretenda historiografiar lo que sucederá en Venezuela, se encontrarán dificultades para darle sentido y armonía, a la secuencia de hechos que acontecerán. Surgen dos representantes, uno, que denominaré como el HALCÓN, perteneciente al Oficialismo; otro, que también denominaré como el ÁGUILA, representando a la Oposición.

Todas las fuerzas humanas del país, tanto las vivas como las no tan vivas, tratan de fijar un punto de partida para concebir y percibir la necesidad de enmendar errores, hacia la creación de un estado particular de conciencia colectiva, llamada matriz de opinión, fijando la perentoria necesidad de rectificar. Hay un país con grandes valores que en el momento preciso emergen y cambian el curso de la Historia.

Nicolás Maduro, actual Presidente de Venezuela, quien asemejo al HALCÓN en esta contienda, es el actual símbolo de poder, determinación y liderazgo, que ha ejercido sus funciones como representante de los venezolanos, durante un período de 11 años ( 2013-2024).

Edmundo González, su oponente, de quien hago la similitud con el ÁGUILA, ha convocado multitudes. Es polémico, con fina e incisiva inteligencia, con una palabra vigorosa, prometedor de justicia, de paz, de libertad, de orden, de amplio desarrollo económico. Tuve la oportunidad de conocerle y platicar con El, en Caracas, en Recepciones Diplomáticas de diversos países, años atrás.

Todo esto ha constituído una motivación llena de fé, de ilusión, como si nuestras esperanzas estuvieran dirigidas a la búsqueda y al hallazgo de un camino al que aspiramos encontrar, pues existen presunciones de que el próximo período gubernamental será no solo delicado en su textura, sino acosado de serios peligros para su supervivencia. Carga muy pesada que requerirá mucho conocimiento y decisión, so pena de inmovilizarse y esperar a que le estallen conflictos, aun cuando sean pacíficos, pero que tendrían enorme influencia en la evolución de la economía venezolana, en la política, y en el sindicalismo. El más grave de esos conflictos se derivaría de la acentuación de la pobreza, que de pobreza crítica llegaría a pobreza total.

De veras, quiero ser optimista y afirmar que Venezuela reducirá su cuadro de múltiples dificultades, y pronto mejorará nuestra calidad de vida, superando la asfixiante marginalidad, por un próspero y democrático país.
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