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¡Fraude!

Los líderes y lideresas políticos deben lanzar con sumo tiento sus mensajes a la masa porque a veces basta un chispazo para causar una tragedia.

  • ALEJANDRO ANGULO FONTIVEROS

27/06/2024 05:00 am

La tan atractiva cuan talentosa María Corina Machado yerra en grande (“Errarem humanum est”) al asegurar con reiteración que el Gobierno hará “fraude” para impedir que Edmundo González triunfe en las bien cercanas elecciones presidenciales. Con ese comportamiento imprudente hay una grave puesta en peligro para Venezuela.

En primer término, el hacer creer a un pueblo o a una parte de éste que si el señor Edmundo González pierde, sería sobre la base de engaños o simulaciones y disimulos porque se le arrebatará –al pueblo y al candidato– la segura victoria en los comicios, ipso facto carga de violencia anímica y fáctica a los pobladores –porque además esa idea lleva aparejada la de que éstos, encima del engaño, serían víctimas de una gran burla– y propicia una situación supremamente peligrosa en el país (que ha mucho sufre una calamitosa crispación política) y máxime en Caracas. Hice mención de una “segura victoria” –en son de crítica– porque es evidente que si un competidor o un ad látere denuncia un próximo e inminente y seguro fraude en la contienda y en contra suya, es porque está o se siente “seguro” de su victoria y de que será despojado de ésta por ese “fraude” ya cantado según el quejoso o reclamante. La prudencia enseña que hay que calibrar bastante bien lo que se dice y máxime si se trata de personas con notoriedad e importancia política, en cuyo caso deben sopesar de buena gana y suficientemente sus opiniones y muy en especial si aspira a influir de manera decisiva en el país y aun presidirlo.

Desde otra vertiente, eso hasta podría basar –con preacuerdo o sin él– una intervención militar extranjera para “salvar” al pueblo venezolano y al unísono “tomar” sus colosales riquezas. Cuando comenté esta perspectiva al talentoso jurista Fernando Vegas Torrealba, acotó que “Eso pasó en Siria. Hubo gran conflicto político y para salvar a Siria la tomaron, sacaron a Bashar al-Assad y de paso se quedaron con las grandes riquezas de Siria”. Después Bashar al Assad logró retomar el control de gran parte de Siria a costa de doce años de guerra y ¡¡seiscientos mil muertos!!

Es probable que la señora ingeniera Machado no conozca a ciencia cierta y en profundidad el gravísimo riesgo que significa el incitar grandes conjuntos de gente a la violencia, al conjuro del muy venenoso y archimachacado lema del “fraude” que, por tan refrendado, aseméjase a una letanía y más por versar sobre asuntos trascendentales. En realidad, el de la instigación a la violencia de muchedumbres es un arduo tema más propio de la ciencia penal o de la psicología de masas. La incitación reviste su manera más funesta al tener por objeto muchedumbres, cuya fulmínea e irrefrenable propensión a los crímenes más violentos y terribles es sobremanera estudiada y conocida en Derecho penal.

En 1985 hubo una enorme temeridad, proferida por un solo alarido en el estadio Heysel en Bruselas –donde por la Copa de Europa enfrentaríanse el Juventus contra el Liverpool– y se desencadenó una de las mayores tragedias de la historia del deporte en el universo: los hooligans ingleses ensartaron a muchos italianos con astas de banderas y hasta mataron a gran cantidad de ellos. En total hubo treinta y nueve italianos muertos por ésas y otras causas.

Muchos instigan a las masas de propósito o intencionalmente –y no digo que éste sea el caso de la señora Machado– porque, roídos por el odio intolerante e impulsados por la furia sibilina del “Thanatos” o instinto agresivo de muerte (según el genio del siglo XX, Sigmund Freud), causan que muchos se entredevoran por doquier en holocausto de la prudencia, que es una de las virtudes más importantes –y probablemente la más– porque es condición sine qua non de la justicia, fortaleza y templanza. Consistiendo la prudencia en cuidar las propias acciones para evitar los peligros y las graves consecuencias de no hacerlo, se comprende lo arriesgado y osado de la conducta irreflexiva de dar mensajes realmente alarmantes a millones de personas en la inminencia de elegir a quien presidirá su patria por seis años. Algunos ilusos acarician el ensueño de que nunca habrá la pavorosa violencia que pudiera desencadenarse por su temeridad y que, de haberla, no acarreará calamidades sino el provecho generalizado o ideal bien o “telos” del Derecho…

Muchísimo más grave, desde luego, es cuando la conducta del agente es propiamente incitadora –con dolo de primer grado, directo y perfecto– porque hay la evidente intención de mover e impulsar a alguna persona o a muchas a proceder de una forma predeterminada. Habría un rango mucho mayor de gravedad pues al soltar una acusación de tánta monta la probabilidad de que haya una reacción violenta es inmensa. Por eso podría atribuirse perfectamente no sólo la intención de causar un tan predecible cuan violentísimo estallido social, sino además la premeditación de que tal ocurrirá. Y aquí esto estaría en un grado máximo de gravedad, porque el pueblo venezolano es guerrero por excelencia y violento en consecuencia. Muy noble y bueno sí, mas con esa innegable condición.

La bravura y guerrería correspondientes se demuestran, muy en especial y en primer término, con Simón Bolívar, flor de raza y de siglo. Y también fechacientemente con la gloriosísima Guerra de Independencia, que es prueba apodíctica de tales características de la espléndida hombría de bien que adorna desde aquella tan gloriosa época a los venezolanos, magníficos ejemplos de la raza. En Venezuela se peleó en realidad de verdad por la Independencia y no sólo de Venezuela sino de cinco naciones más: Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá y Perú. ¡¡Se dice rápido!!

Y para concluir la nota sobre la indudable ardentía guerrera de los venezolanos creo oportuno agregar –ya más a ras de tierra– que en el llamado “Caracazo”, habido en 1989 y que consistió en muy fuertes protestas por las duras e inconsideradas medidas económicas del presidente Carlos Andrés Pérez, se desencadenó una violencia nunca vista en Suramérica. No quiero decir que eso sea bueno sino traer a colación un dato que también respalda mi anterior aseveración sobre el talante de los venezolanos y, en particular, de los caraqueños.

Todo eso está en relación con lo temerario que resulta el asegurar con insistencia machacona que en las venideras elecciones habrá “fraude” contra Edmundo González –léase María Corina Machado– lo cual si pierden podría violentar al sector que los respalda, puesto que por añadidura todo fraude o embuste implica burla, y provocar una feroz reacción tanto de las masas que los apoyan como las que les son antagónicas, a las que es claro que no conviene entigrecer y que por añadidura –visto lo visto– han venido siendo amplia mayoría en este primer cuarto de siglo. Por si esto fuera poco, es junto destacar que en este mismo lapso siempre la oposición ha cantado “fraude” pero jamás ha presentado pruebas de tan grave denuncia pública, como se clarifica en otra parte de esta columna.

Muchos azuzan a las multitudes con la intención de producir muy cruentos enfrentamientos. Por todo eso está ahíta en sangre la siniestra figura de los “meneurs” o azuzadores o íncubos. Y roídos por el odio intolerante e impulsados por la furia sibilina del “Thanatos” o instinto agresivo de muerte (Freud), en el colmo de la chifladura, se entredevoran en el orbe. Pese a lo cual también muchos creen que la violencia y aun la guerra no los afectarán. Hay que evitar que el odio e intolerancia consiguiente cunda en nuestro bien glorioso y bello país.

Habiendo ya comentado lo muy riesgoso que resulta el instigar masas a la violencia –y con mucha mayor razón si se trata de una elección presidencial o contienda de rango o alcance nacional– viene a colación enfatizar en el porqué ello resulta tan peligroso: el móvil principal para matar gente es el dinero. Y es de sobra sabido que con justo motivo o sin justificación alguna, en todas las latitudes y longitudes, hay en realidad o en el imaginario colectivo (y quizá esto por aquello) una relación matemática o rigurosa o exacta o verdadera entre el poder político y el dinero. La política es el Gobierno e instituciones del Poder Público, como el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Por esa infaltable relación que tiene o se le atribuye siempre a la política con el dinero (principal móvil para matar gente) es muy censurable eso de azuzar a las gentes con el argumento del fraude, de suyo bien indignante (también implica burla), para que se violenten por circunstancias políticas y nada menos que en trance de elegir a quien habrá de presidir la República. Y también es censurable el difundir de modo masivo graves e imprudentes imputaciones que puedan encender los ánimos de las muchedumbres, aunque no haya el ánimo de causar disturbios ni mucho menos mortandades.

Sobra el hacer hincapié en que el hecho de asegurar que le harán fraude, equivale por absoluta necesidad lógica a también asegurar, como presupuesto del advertido fraude, que suya será la victoria en la muy próxima elección. Estar asegurando cosas es, cuando menos, imprudente. Como en lo personal estoy seguro de muy pocas cosas en esta vida, creo en lo muy conveniente de albergar dudas razonables y próvidas inhibiciones, lo cual, por lo demás, contribuye en alto grado a sí poder lograr lo deseado.

La Oposición no sólo ha usado la siniestra estrategia de cantar “fraude” con reiteración en todas las elecciones en que ha participado durante este siglo, sino que cuando también perdió en los comicios de abril de 2013, hizo el día quince, al través de su candidato de entonces y con expresiones soeces por parte de éste –lo cual constituyó un hecho inaudito en Venezuela– muy graves llamados a la violencia. Violencia que por esto se desfogó por una serie de crímenes causantes del muy doloroso desenlace con varias personas fallecidas e incluso niños…

Esa pulsión ya fue señalada con anterioridad por el muy bien afamado Centro Carter, cuando informó: “EL CENTRO CARTER Y EL PROCESO DE CONSTRUCCIÓN DE PAZ EN VENEZUELA JUNIO 2002-FEBRERO 2005. Los abajo firmantes, comprometidos con el pueblo Venezolano, reafirmamos que los problemas de Venezuela pueden y deben ser resueltos por los mismos Venezolanos, en el marco de la Constitución y de las leyes de la República Bolivariana de Venezuela. Reafirmamos nuestra completa adhesión a los principios democráticos y a la justicia oportuna y repudiamos el recurso de la violencia que causó la muerte de personas. (…)” (resaltado mío).

El mundial trabajo del expresidente Carter al frente del Centro Carter le valió el Premio Nobel de la Paz en 2002, “por sus décadas de esfuerzo en la búsqueda de soluciones pacíficas a los conflictos internacionales, por el desarrollo de la democracia y los derechos humanos, y por fomentar el desarrollo social y económico”. Y por sus importantísimos éxitos como presidente en política exterior, como los tratados del canal de Panamá, establecer relaciones diplomáticas con China, así como forjar la paz con Rusia (Tratado Salt) y entre Egipto e Israel.

Fox News reportó que Carter declaró que “Chávez ganó con todas las de la ley”. El Carter Center investigó las acusaciones de fraude y publicó un artículo y un análisis estadístico reafirmando sus conclusiones originales. (Carter Center, 17 September 2004, Report on an Analysis of the Representativeness of the Second Audit Sample, and the Correlation between Petition Signers and the Yes Vote in the Aug. 15, 2004 Presidential Recall Referendum in Venezuela, accessed 20 February 2010).

El Centro Carter observa procesos electorales, actúa como mediador en crisis internacionales y según Wikipedia “refuerza los sistemas nacionales, regionales e internacionales dedicados a la democracia y los derechos humanos. Al mismo tiempo, encabeza programas para erradicar varias enfermedades presentes en América Latina y/o África”. El Centro Carter, según se define a sí propio, “se esfuerza por aliviar el sufrimiento promoviendo la paz y la salud en el mundo; busca prevenir y resolver conflictos, realizar la libertad y la democracia, y proteger y promover los derechos humanos alrededor del globo”.

El fundador y líder del Centro Carter, el presidente Carter, al frente del Centro Carter y con el apoyo de éste, observó la elección en Venezuela y el 19 de septiembre de 2012 aseguró lo siguiente: “El proceso de elección en Venezuela es el mejor del mundo”. Al día siguiente, ratificó esa declaración: “El sistema electoral venezolano es el mejor del mundo”. (Publicado:20 sep 2012 14:30 GMT). Y añadió (también en septiembre de 2012): “De las 92 elecciones que hemos monitoreado, yo diría que el proceso electoral en Venezuela es el mejor del mundo”, dijo el exmandatario en septiembre de 2012. Y durante el conversatorio anual del Centro Carter, fundación que preside el ex mandatario, Carter elogió a Venezuela “por contar con un sistema automatizado de votación que además arroja una boleta en físico y facilita la verificación de los resultados (…) Desde 2008, la plataforma electoral venezolana funciona de manera automatizada en su totalidad, es decir, cada uno de los procesos, desde la inscripción en el Registro Electoral hasta el conteo de los votos, es auditable”, según refiere una nota publicada en el portal Web de Global Atlanta.

Y el 3 agosto 2017 reportó Arthur Wallace, en BBC Mundo, que el expresidente norteamericano, Jimmy Carter, dijo que “tras haber monitoreado más de 90 comicios en diversos países puede afirmar que el proceso electoral en Venezuela es el mejor del mundo.

Durante el discurso anual en el Centro Carter celebrado en la ciudad de Atlanta, EE.UU., “el ex presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, elogió públicamente el sistema electoral venezolano e incluso declaró que es el mejor del mundo”, escribió Jewel Samad en AFP. Y “Aunque el ex presidente expresó su desacuerdo con la política de Hugo Chávez, afirmó que en 2006 ganó los comicios de una manera totalmente honesta (…) De hecho, de las 92 elecciones que hemos monitoreado, yo diría que el proceso electoral en Venezuela es el mejor del mundo”, señaló Carter. Según él, la mayor ventaja del sistema venezolano es el hecho de que sea totalmente automático, lo que facilita la verificación de los resultados de las elecciones:

“Un sistema donde se vota de manera directa, secreta y universal, es decir el ciudadano vota de manera directa por el candidato o candidata de su preferencia sin que haya intermediaros. Al momento de la votación se verifica la identidad del elector a través de la huella digital que impide que una persona vote más de una vez. A partir del año 2004 se implementó en todos los centros de votación del país el voto electrónico. Este consiste en una computadora con una pantalla táctil que permite seleccionar al candidato de su preferencia. Una vez señalada la opción el elector pulsa la opción “votar” y la máquina emite un ticket en papel donde verifica su opción, la cual una vez comprobada se deposita en la urna. Se auditan todos los procesos: Una vez finalizada la elección se corrobora que los resultados que arrojan las máquinas se correspondan con los papeles depositados en las urnas”.

El 19 de agosto de 2004, la agencia de noticias EFE, informó: Cacerolazo contra Carter. El ex presidente estadounidense Jimmy Carter soportó ayer un cacerolazo por parte de opositores del presidente Hugo Chávez en un restaurante de Caracas, donde otro grupo de clientes ‘respondió con aplausos’ al desaire. Medios de prensa locales afirmaron que Carter tuvo que retirarse del restaurante Limoncello, en el barrio El Rosal, de la capital, ‘protegido por sus escoltas’. La OEA y el Centro Carter han sido duramente criticados por la oposición venezolana tras haber avalado el triunfo de Chávez en el referéndum del domingo”.

Varios prominentes políticos, en una especie de tradición, también han cantado “fraude” cuando se dan los escrutinios desfavorables a la oposición en general y a ellos en particular; pero nunca presentaron pruebas de sus dichos y a continuación transcribiré algunos datos y comentarios, siempre muy importantes, de periodistas en Caracas:

“Denuncia de un gobernador. El gobernador del estado venezolano de Zulia, Manuel Rosales, que había expresado el lunes su “respeto institucional” al resultado oficial del referéndum, denunció ayer que había “indicios suficientes” para lo que podría ser “el mayor fraude de la historia electoral venezolana”. Rosales se pronunció en favor de encauzar “por las vías institucionales” las denuncias sobre irregularidades, a la vez que instó a los venezolanos a superar el clima de confrontación”. (DPA)

Henry Ramos: “Aún estamos todos a la espera de que la extinta Coordinadora Democrática, aquella que violentó las leyes electorales con su campaña en el año 2004, entregue las supuestas pruebas de fraude, que vociferaron tener, y que nunca presentaron”. El propio Ramos anunció por TV, en relación con un resultado electoral favorable al oficialismo, que hubo “fraude” y que “mañana” presentaría las pruebas; pero nunca las presentó.

“¿Existen pruebas para afirmar que hubo fraude?», le preguntó un periodista al abogado opositor Tulio Álvarez, uno de los voceros de la extinta Coordinadora Democrática, que denunció fraude en el Referéndum Revocatorio. «Las presentaremos en su momento», respondió. Han transcurrido ocho años y el «momento» no ha llegado”, comentaron los periodistas.

“El Referéndum Revocatorio del 15 de agosto de 2004 se convirtió en ratificatorio al obtener el presidente de la República, Hugo Chávez, el apoyo de más de 59% de los electores. La oposición se negó a reconocer los resultados anunciados en la madrugada del 16 de agosto de aquel año y prometió presentar pruebas «en las próximas horas». Así lo proclamaba el entonces vocero de la Coordinadora Democrática, Henry Ramos Allup, quien indicó en conferencia de prensa, tras conocerse la victoria del presidente Chávez, que la oposición rechazaba «de manera rotunda y categórica» los resultados entregados por los rectores del Consejo Nacional Electoral (CNE). Según el vocero de la derecha, los más de 5 millones 800 mil votos obtenidos por el presidente Chávez debían ser en realidad de la oposición porque esa había sido su estimación durante la campaña electoral”. Pero no aportó pruebas al respecto.

«Vamos a seguir peleando, el juego no ha terminado, sigue vivo, hay forma de verificar que el ‘Sí’ (opción correspondiente a dejar sin efecto el mandato de Hugo Chávez) ganó por un amplio margen», dijo en su momento el coordinador de Primero Justicia, Julio Borges. Pero nunca probó la denuncia pública que hizo.

“Ante el reconocimiento de transparencia del proceso por parte de los organismos internacionales, Enrique Mendoza anunció que los equipos técnicos de la Coordinadora Democrática estaban documentando las «irregularidades» para presentarle pruebas a la Organización de Estados Americanos (OEA) y al Centro Carter”.

Empero, ni la OEA ni el Centro Carter nunca recibieron información sobre el supuesto fraude denunciado por él y por toda la oposición. El entonces gobernador del Zulia, Manuel Rosales, “inicialmente había aceptado el resultado, pero luego de algunos llamados de atención de sus colegas de la oposición, cambió de discurso y apoyó la tesis de fraude”.

La tesis del fraude también fue apoyada por Antonio Ledezma, quien llamó a la gente a salir a la calle a «Defender la victoria porque se ha cometido el fraude más descarado del mundo. Porque este triunfo no nos lo va a arrebatar quien ahora pretende entronizarse en el poder por la vía del fraude». Pero jamás presentó pruebas que respaldaran la veracidad de sus dichos.

“Se alinearon las voces del fraude. Por su parte, el entonces diputado por Primero Justicia Gerardo Blyde expresó: «Hay suficientes elementos para tener dudas muy fuertes respecto a los resultados de este proceso de referendo revocatorio y seguimos todos tras la pista…”. Pero en ningún momento consignó presentó pruebas que justificaran sus graves cuestionamientos.

Otro militante de Primero Justicia, Carlos Ocariz, consideró que «hubo muchos indicios de fraude durante y antes del proceso». Pero tampoco presentó ninguna prueba sobre eso.

“Ocho años después no se han conocido las famosas pruebas prometidas en aquel entonces por la oposición. De este ataque el Poder Electoral venezolano salió fortalecido, los organismos internacionales constataron la transparencia del proceso, al punto que incluso el Departamento de Estado estadounidense se vio obligado a expresar que: «Los resultados están claros para todo el mundo; hubo un referendo pacífico que se realizó con transparencia y el resultado es que el pueblo expresó su voluntad y ya es hora de respetar esa voluntad y seguir adelante», dijo entonces el portavoz Adam Ereli”.

Como se ha visto en el precedente recuento, hay un verdadero prurito de la oposición por cantar fraude en las elecciones con excepción de la única que ganaron en diciembre de 2015, que no era de índole presidencial sino para escoger parlamentarios. De modo que esta conducta representa una constante o persistencia, que resucita en cada lance electoral para elegir presidente de la República e irrumpe una vez más –cual bomba– en este año electoral. Ahora la irrupción es mucho más peligrosa por la muy alarmante crispación habida en Venezuela –como nunca antes– entre los sectores en pugna u opuestos, desde la finalización del Gobierno del general Pérez Jiménez. “Pugna” más teórica o aparente que verdadera porque, en realidad de verdad, lo que había era un entente cuasi empresarial en beneficio de una auténtica industria de la política en beneficio no tanto del país sino de algunos.

Pero ahora y desde que alboreó este nuevo siglo, a partir del año 2000, el conflicto sociopolítico y el congruo antagonismo entre los dos sectores ha sido muy enconado y en plan hasta de hacer o causar el mal a los otros, en lo que a menudo parece más el accionar de unos enemigos en guerra al tenor de un odio ursino, más característico del bando opositor. Por todo esto es que representa un peligro sumo el difundir a tambor batiente la especie de un supuesto fraude (del cual no se presenta prueba alguna), que pudiera sumir a la nación en la más honda sima de la violencia fratricida y hasta despeñarla a una infernal guerra civil. Conviene recordar que las guerras son instrumentos políticos para tomar el poder y mantenerlo.

Es harto sabido que para que las guerras de disparen, basta un chispazo sin mayor importancia o un solo suceso real o ficto para pretextarlas. Un próvido ejemplo puede ser el del supuesto ataque el 4 de agosto de 1964 contra un barco de guerra estadounidense en el golfo de Tonkín (Vietnam), acerca del cual la propia Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de los Estados Unidos, reconoció que “el gobierno mintió en incidente del golfo de Tonkín que sirvió para iniciar la agresión USA a Vietnam” (documento desclasificado en 2005).
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