El jefe de la casa
En el Estado, el gobierno que lo representa, debe trabajar de la mano con las comunidades para satisfacer sus necesidades y crear condiciones para el desarrollo integral, sostenido y estructural
En la familia, al padre, y a la madre, se les denomina como jefe del hogar. Su carácter de proveedor y experiencia de vida le confiere la autoridad para dirigir los temas de la familia y tener las tomas de decisiones más favorables para todo el núcleo familiar.
El jefe de la casa, o del hogar, es un ser comprometido con el desarrollo integral de la familia y con el manejo equitativo y en paz de los recursos para que todos puedan disfrutar de manera armónica del bienestar familiar.
Esta estructura del hogar se amplifica y repite en la sociedad hasta replicarse en las estructuras del Estado.
En las áreas de trabajo existe un esquema organizativo tipo piramidal que coloca en lo más elevado a quienes tienen la responsabilidad del manejo de los recursos y la producción.
En el Estado, menos impositivo que la estructura laboral que por dinámica los altos cargos se designan por capacidad y preparación, los altos cargos se eligen en procesos democráticos donde participan algunos elementos que hacen propuestas al grupo social y estos eligen de la proposición hecha, por empatía con el sujeto o su apuesta o por la afinidad político ideológica.
Destacan en las dos estructuras, casa y Estado, un elemento sustancial: el manejo de los recursos y la toma de decisiones debe ser para impactar equitativamente en la mayoría y está destinada a contribuir al desarrollo estructural de los individuos del grupo y mejorar la calidad de vida de estos.
En la casa, el jefe está obligado por sus propias responsabilidades a trabajar y proveer desarrollo y bienestar a todos.
En el Estado, el gobierno que lo representa, debe trabajar de la mano con las comunidades para satisfacer sus necesidades y crear condiciones para el desarrollo integral, sostenido y estructural. Si ante un período eleccionario las propuestas de gobierno no van en sincronía con la mayoría de los ciudadanos estos deberían elegir otras opciones, incluso más allá de su afinidad política. La elección debe darse más por el interés común que por la rabia y la neurosis
Por ello es tan importante revisar en profundidad las propuestas de los diferentes candidatos y su viabilidad. No se puede por terquedad o venganza arriesgar el bienestar colectivo.
Pero en la esfera internacional el panorama es más complicado. Aunque existe un ordenamiento internacional y un marco legal para generar una convivencia armónica con equidad, existe un conjunto de Estados y gobiernos que se creen los dueños de la casa y hacen y deshacen a capricho, poniendo en riesgo la estabilidad global y el bienestar de países fuera de su ámbito de aliados. Es como el hermano mayor que agrede a los pequeños, pero con terquedad criminal les roba la comida, los libros, la cama y el dinero que pueda tener en los bolsillos.
Un ejemplo de esto es la política exterior de las grandes potencias, algunas convertidas en imperios venidos a menos, que a punta de terquedad alimentan, impulsan y estimulan guerras, saquean naciones, imponen el terrorismo de Estado, estimulan la barbarie, pero además juzgan con supuestos derechos humanos y utilizan procedimientos para castigar y generar drama, miseria y dolor.
El sistema multilateral, que debía mantenerlos a raya, se convirtió en su armadura y les protege ante sus desmanes globales. La ley es de ellos y por eso agreden y atentan contra quienes traten de ser independientes y soberanos.
En un jefe de casa sádico, criminal y explotador, que no actúa lo que profesa, y extorsiona, intimida y agrede constantemente.
La cotidianidad planetaria nos deja, para tristeza y desazón, un poder hegemónico que torpedea la paz mundial, el libre desarrollo de las naciones y el equilibro planetario.
Estableciendo la comparación y sin valoraciones ideológicas, estos países que se pretenden dueños de la casa recuerdan los casos inmorales de padrastros que abusan de los hijos, golpean a la madre, no trabajan y encima ponen a sus hijos a pelear para disfrutar ellos, el amo de la casa, del bienestar que es de todos.
Esta es la realidad de hoy.
Analiza, evalúa y crea. Y sobre todo piensa.
Leonardo Zurita
Comunicador Social UCV
Periodista por vocación y oficio
El jefe de la casa, o del hogar, es un ser comprometido con el desarrollo integral de la familia y con el manejo equitativo y en paz de los recursos para que todos puedan disfrutar de manera armónica del bienestar familiar.
Esta estructura del hogar se amplifica y repite en la sociedad hasta replicarse en las estructuras del Estado.
En las áreas de trabajo existe un esquema organizativo tipo piramidal que coloca en lo más elevado a quienes tienen la responsabilidad del manejo de los recursos y la producción.
En el Estado, menos impositivo que la estructura laboral que por dinámica los altos cargos se designan por capacidad y preparación, los altos cargos se eligen en procesos democráticos donde participan algunos elementos que hacen propuestas al grupo social y estos eligen de la proposición hecha, por empatía con el sujeto o su apuesta o por la afinidad político ideológica.
Destacan en las dos estructuras, casa y Estado, un elemento sustancial: el manejo de los recursos y la toma de decisiones debe ser para impactar equitativamente en la mayoría y está destinada a contribuir al desarrollo estructural de los individuos del grupo y mejorar la calidad de vida de estos.
En la casa, el jefe está obligado por sus propias responsabilidades a trabajar y proveer desarrollo y bienestar a todos.
En el Estado, el gobierno que lo representa, debe trabajar de la mano con las comunidades para satisfacer sus necesidades y crear condiciones para el desarrollo integral, sostenido y estructural. Si ante un período eleccionario las propuestas de gobierno no van en sincronía con la mayoría de los ciudadanos estos deberían elegir otras opciones, incluso más allá de su afinidad política. La elección debe darse más por el interés común que por la rabia y la neurosis
Por ello es tan importante revisar en profundidad las propuestas de los diferentes candidatos y su viabilidad. No se puede por terquedad o venganza arriesgar el bienestar colectivo.
Pero en la esfera internacional el panorama es más complicado. Aunque existe un ordenamiento internacional y un marco legal para generar una convivencia armónica con equidad, existe un conjunto de Estados y gobiernos que se creen los dueños de la casa y hacen y deshacen a capricho, poniendo en riesgo la estabilidad global y el bienestar de países fuera de su ámbito de aliados. Es como el hermano mayor que agrede a los pequeños, pero con terquedad criminal les roba la comida, los libros, la cama y el dinero que pueda tener en los bolsillos.
Un ejemplo de esto es la política exterior de las grandes potencias, algunas convertidas en imperios venidos a menos, que a punta de terquedad alimentan, impulsan y estimulan guerras, saquean naciones, imponen el terrorismo de Estado, estimulan la barbarie, pero además juzgan con supuestos derechos humanos y utilizan procedimientos para castigar y generar drama, miseria y dolor.
El sistema multilateral, que debía mantenerlos a raya, se convirtió en su armadura y les protege ante sus desmanes globales. La ley es de ellos y por eso agreden y atentan contra quienes traten de ser independientes y soberanos.
En un jefe de casa sádico, criminal y explotador, que no actúa lo que profesa, y extorsiona, intimida y agrede constantemente.
La cotidianidad planetaria nos deja, para tristeza y desazón, un poder hegemónico que torpedea la paz mundial, el libre desarrollo de las naciones y el equilibro planetario.
Estableciendo la comparación y sin valoraciones ideológicas, estos países que se pretenden dueños de la casa recuerdan los casos inmorales de padrastros que abusan de los hijos, golpean a la madre, no trabajan y encima ponen a sus hijos a pelear para disfrutar ellos, el amo de la casa, del bienestar que es de todos.
Esta es la realidad de hoy.
Analiza, evalúa y crea. Y sobre todo piensa.
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