Cualquier enojo altera las arterias y hasta predispone a la ateroesclerosis, según un reciente estudio experimental de investigadores de la Universidad de Columbia.(1) El resultado final se resume en que una breve provocación de ira afecta negativamente a las células (endoteliales) de las arterias, al alterar la vasodilatación dependiente de esa superficie vascular interna. La investigación también demostró (en 300 voluntarios) cómo, además de la ira provocada, igual puede ocurrir con la salud de esas células endoteliales mediante las emociones negativas de tristeza y ansiedad. El tejido endotelial es el responsable de la respuesta fisiológica arterial, de allí la importancia de tener un buen resguardo de la presión ante las emociones.
El estudio evaluó la salud de las células endoteliales antes y después de los estímulos mencionados, analizando los niveles circulatorios de micropartículas derivadas de células endoteliales para detectar lesiones y medir la vasodilatación dependiente del flujo. Además, se examinaron los niveles de células progenitoras endoteliales de la médula ósea para evaluar la capacidad de reparación del endotelio, permitiendo así verificar la integridad y funcionalidad del revestimiento arterial interno.
Los efectos negativos se produjeron casi de inmediato, entre 0 y 40 minutos. Lo bueno (si es que algo positivo se puede decir) es que el efecto dañino fue agudo, pues cesó al término de los 40 minutos. Lo peor es que el recuerdo de tales situaciones emocionales también produce el efecto indeseado en las células endoteliales, así que mejor es no evocar aquellos trances de enojo, ansiedad o tristeza aguda. De cualquier manera, lo mejor es guardarse de muchos disgustos cuya mayoría terminan siendo inútiles o evitables. El trastorno endotelial, además, es parte del proceso de aterosclerosis.
El sufrimiento voluntario está al acecho, y la buena vida también. Escoja usted, querido lector ante una emoción fuerte.
@rrangelaldao
1. https://www.ahajournals.org/doi/full/10.1161/JAHA.123.032698
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