Del Llano “desplumado”
Los garceros, dormitorios y gambotes, hábitats naturales de las garzas fueron explotados indiscriminadamente por los cazadores de plumas, que en su afán de lucro violentaban las "Leyes de Garceros"
Unido con el autor en el cariño hacia nuestro Llano, recuerdo aquí la excelente obra "Explotación y comercio de plumas de garza en Venezuela" (fines del siglo XIX-principio del siglo XX) de Alfonso J. Zerpa Mirabal (Ediciones Congreso Nacional, Caracas, 1998), testimonio del efecto de una moda mundial pasajera como todas, que dejó a nuestro Llano “desplumado" y sin garzas.
Para ese tiempo, la masiva explotación de garzas blancas y chusmitas, tras sus codiciadas plumas que llegaron a preciarse más que el oro, fue el boom económico que marcó la época en nuestros Llanos. Los garceros, dormitorios y gambotes, hábitats naturales de las garzas fueron explotados indiscriminadamente por los cazadores de plumas, que en su afán de lucro violentaban las "Leyes de Garceros" que los gobiernos estadales, comenzando por el de Apure en 1910, debieron de crear para reglamentar la explotación y administrar el régimen de licencias y los impuestos derivados.
Al respecto refiere Zerpa Mirabal que "bastaba que alguien adquiriera una escopeta, pólvora y municiones; reclutara algunos hombres, y en poco tiempo, obtenía las preciadas plumas". Una garza blanca "bien vestida" producía entre cincuenta a sesenta plumas del tipo "aígrette", debiendo desplumarse entre 200 y 250 garzas para producir un kilo de plumas, por lo que al final "el exterminio no pudo haber bajado de diez millones de aves muertas.”
Así, mientras sus blancas plumas adornaban los sombreros de las damas de París, Londres y Nueva York, el Llano sin garzas se quedaba. ¿Ven por qué en los hatos se tiene que cuidar ahora tanto a nuestra fauna? “!Garzas! Encanto de mi Llanura; riqueza inmensa del pueblo mío, garzas reales de real blancura" (L. Arvelo Torrealba, 1921).
ppinate@gmail.com
Para ese tiempo, la masiva explotación de garzas blancas y chusmitas, tras sus codiciadas plumas que llegaron a preciarse más que el oro, fue el boom económico que marcó la época en nuestros Llanos. Los garceros, dormitorios y gambotes, hábitats naturales de las garzas fueron explotados indiscriminadamente por los cazadores de plumas, que en su afán de lucro violentaban las "Leyes de Garceros" que los gobiernos estadales, comenzando por el de Apure en 1910, debieron de crear para reglamentar la explotación y administrar el régimen de licencias y los impuestos derivados.
Al respecto refiere Zerpa Mirabal que "bastaba que alguien adquiriera una escopeta, pólvora y municiones; reclutara algunos hombres, y en poco tiempo, obtenía las preciadas plumas". Una garza blanca "bien vestida" producía entre cincuenta a sesenta plumas del tipo "aígrette", debiendo desplumarse entre 200 y 250 garzas para producir un kilo de plumas, por lo que al final "el exterminio no pudo haber bajado de diez millones de aves muertas.”
Así, mientras sus blancas plumas adornaban los sombreros de las damas de París, Londres y Nueva York, el Llano sin garzas se quedaba. ¿Ven por qué en los hatos se tiene que cuidar ahora tanto a nuestra fauna? “!Garzas! Encanto de mi Llanura; riqueza inmensa del pueblo mío, garzas reales de real blancura" (L. Arvelo Torrealba, 1921).
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