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La influencia y el poder sobre las presidenciales

Hasta hace dos años, el voto opositor estaba disperso, las intenciones de voto por cada uno de sus candidatos no superaban a los pocos votos que presentaba el presidente NM y la abstención reportada era mucho mayor, rondaba el 50%

  • JOSÉ ANTONIO GIL YEPES

16/05/2024 05:03 am

Las próximas elecciones presidenciales pueden – y deben – verse desde dos puntos de vista: La influencia y el poder.

La influencia es la posibilidad de incidir en una decisión. El poder es tener la capacidad de decidir e imponer. Ambas se diferencian de la Autoridad porque esta última es poder institucionalizado o de jure sobre aspectos o prerrogativas definidas por la ley. En cambio, la influencia y el poder se ejercen sobre cualquier aspecto, de manera de facto, son nebulosas.

Ciertamente, y mientras las tendencias sigan como van conformándose hasta ahora, los ciudadanos no afectos al gobierno tienen una gran potencial de influencia debido a que tienden a ganar las elecciones por amplio margen dado que cerca de un 80% de los votantes rechazan la labor de gobierno, quiere cambio y la mayoría ellos ha concentrado su intención de voto en un candidato: Edmundo González Urrutia, quien cuenta, según varias encuestas consultadas, entre un 50 y un 62% de los votos válidos (descontando entre 20 y 30% de abstencionistas).

Hasta hace dos años, el voto opositor estaba disperso, las intenciones de voto por cada uno de sus candidatos no superaban a los pocos votos que presentaba el presidente NM y la abstención reportada era mucho mayor, rondaba el 50%. Esa era la combinación ideal para que el actual presidente ganase la elección, aún por una exigua minoría que rondaba entre el 13 y el 15% de los votos válidos. Pero eso cambió en agosto de 2022 cuando el gobierno perdió el control del tipo de cambio y se disparó la inflación. La población reaccionó rechazando tanto al gobierno como a la oposición tradicional, y concentrando sus expectativas en el personaje más outsider que encontraron, María Corina Machado. Recuérdese que Benjamín Rausseo venía compitiendo con MCM por la posición del outsider preferido, pero había desaparecido por segunda vez del escenario electoral. Habiendo ganado MCM las Primarias de Oposición con el 92,3% de los votos, siendo luego inhabilitada, endosó sus votos a Corina Yoris y luego a Edmundo González Urrutia, endoso que se ha hecho efectivo en un 90% de los votantes que tenía la Sra. MCM.

Veamos ahora el tema del poder y quien lo tiene. A pesar de que EGU tiende a ganar las elecciones, por ahora, en una proporción cercana a 3 a 1; la transferencia del gobierno en las situaciones autoritarias está condicionada a otros factores, distintos a las intenciones de voto. Si los votos opositores representan factores conductuales y opináticos que pueden tener influencia, los factores que condicionan la entrega del gobierno por parte de un grupo autoritario representan aspectos estructurales, de poder.

Según Robert Dahl, conocido profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Yale, los cambios de gobiernos autoritarios que él y su equipo han estudiado se deben dos factores, típicos de poder: Un alto costo de mantenerse en el poder (por ejemplo, enfrentando protestas masivas e incontrolables) y un bajo costo de salida. Para que se cumpla la primera condición, es necesario tener una oposición articulada y capaz de movilizarse ante cualquier ventajismo o exceso del gobierno autoritario. Pero eso hoy no se cumple, pues la oposición puede contar con muchos votos, pero no cuenta con una organización fuerte y movilizable capaz de repetir jornadas como las que obligaron al ex presidente Chávez a renunciar. Algunos países occidentales cercanos a la oposición asumieron el papel de infringir ese costo de mantenerse en el gobierno al madurismo utilizando sanciones económicas. Pero éstas han demostrado ser inefectivas para cambiar gobiernos. Más bien, tienden a ser contraproducentes para los países que las aplican porque no logran su objetivo, más bien “atornillan” a los gobiernos sancionados, y le dejan el espacio libre a sus competidores geopolíticos. En nuestro caso, a Rusia, China e Irán.

Para que se cumpla la segunda condición, bajarle el costo a la salida, es necesario negociar las sanciones personales para bajarlas. De lo contrario, quien esté en el poder, pero amenazado de fuertes castigos si deja de controlarlo, hará lo indecible para evitar entregarlo porque eso significa grandes costos personales. Por eso veo como positiva la decisión de la Unión Europea quien el 13-05-2024 eliminó sanciones personales al presidente del CNE y a tres ex rectores. Desafortunadamente, ya se sabe que la Asamblea Nacional venezolana pidió al CNE retirar la invitación a la UE para observar la elección del 28-07. Un ejercicio de poder y preludio de que el sector oficial haría lo indecible por no perderlo.

Estamos en una coyuntura en la que debemos escoger entre continuar la polarización y las intenciones de castigos mutuos versus un gran entendimiento en el que lo importante sea lograr un gobierno que lo sea para todos los venezolanos y en manos de un grupo que esté dispuesto a recuperar la economía y el estado de derecho.

Lástima que las dos condiciones que propone Dahl no estén en manos de venezolanos sino que sean sanciones económicas y personales impuestas por otros países. Esto implica que, la reducción de sanciones personales ofrecida a cuatro ha debido ser generalizada y proveniente tanto de la UE como de los EE. UU. Lo mismo aplica para las sanciones económicas. No son efectivas, entonces no deben estar allí si sólo han servido para justificar las carencias que han impuesto las malas políticas gubernamentales y pudieran servir para justificar otras cosas.

@joseagilyepes
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