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Proveedores y cuidadores

Cuando has dependido sistemáticamente del conflicto para sobrevivir, la posibilidad de enfrentamiento entre poderosos, es muy probable. Los señores feudales pocas veces negocian

  • JOSÉ ANTONIO GÁMEZ E.

08/05/2024 05:02 am

“Ninguna comunidad, ningún sistema constitucional puede sobrevivir y conservar su identidad, si sus miembros no se sienten lo suficientemente identificados con él, de modo que en momentos extremos de peligro lo consideren digno de ser salvado.” (G. K. Chesterton)

La idea de un padre protector y providente tiene orígenes muy conservadores. Nada nuevo ni original. No tiene relación alguna con la distribución del poder. Mucho menos con la participación en el gobierno. Hace referencia clara a una relación de dependencia. Muy difícil de superar. Al tiempo de ser muy difícil de mantener. Exige de sus practicantes más que una fe religiosa. Se requiere casi el servilismo relativo a un señor feudal. Algo que no apunta a las expectativas de autodeterminación e independencia que dominan el ideario imperante. Conservar tales relaciones de dependencia, tiene un costo muy alto. No solo económico sino principalmente político.

Como hemos señalado en anteriores oportunidades, el poder se gasta. Además, se desgasta. Especialmente cuando los intentos de ideologización, se ven superados por la cultura dominante. De poco valen los mecanismos de intención hegemónica. El adoctrinamiento requiere de glucosa. Mucho más, de aminoácidos. Todo ello tiene un costo que hace insostenible el vasallaje. Los vasallos salían económicos hace muchos años. Desde hace dos siglos resultan realmente un lujo, que ningún Estado se permite. No en vano hasta las monarquías más tradicionales han evolucionado a sistemas parlamentarios, y hasta republicanos.

Pero qué decir de la falta de efectividad de los sistemas feudales. No solo son costosos por lo que representan en lo operativo. También lo son en lo que respecta a su ausencia de resultados. Que la palabra del proveedor providente llegue sin defecto a su cumplimiento por parte de sus subordinados, se hace cuesta arriba cuando vives en un sistema que aporta ruido sin descanso. El ruido hace muy costoso el funcionamiento del Estado. No lográndose además los efectos deseados. Muy difícilmente se llegan a cumplir los objetivos y las metas cuando no hay una voluntad de asumir sus consecuencias. Consecuencias que se presentan a todos los niveles. Dentro de las cuales la más costosa es el conflicto.

Cuando has dependido sistemáticamente del conflicto para sobrevivir, la posibilidad de enfrentamiento entre poderosos, es muy probable. Los señores feudales pocas veces negocian. Casi siempre van a la guerra. Hay pocas cosas tan caras, dolorosas e inútiles como las guerras. Aunque solo sean de móviles políticos o económicos. El costo lo terminamos pagando todos. Muy especialmente los más necesitados.

“Si usted corta ese lazo natural y lo sustituye por un sistema asalariado, se estará comportando como el necio que paga a alguien para que haga girar la rueda de su molino cuando podría emplear para esa labor la fuerza del viento o del agua que no habrían de costarle nada; o como el pobre loco que riega cuidadosamente su jardín con una regadera, mientras sostiene un paraguas para protegerse de la lluvia.”(G. K. Chesterton)

José Antonio Gámez E.
jagamez@gmail.com
@vida.vibra
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