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Los hombres del 19 de abril

Madariaga encarnó el liderazgo, la majestad de la Iglesia consecuente con la libertad y los derechos de los pueblos; Salias, al pueblo mismo, el del gesto civil determinante que exige a sus gobernantes cumplimiento y respeto a la voluntad de la ciudad

  • JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ

14/04/2024 05:02 am

Hombres singulares, de conciencia y determinación, por cuyo ejemplar patriotismo nació la República. Los principios humanistas que inspiraron los derechos y fundaron las libertades promovidas por las revoluciones modernas, la de Estados Unidos y la de Francia, se impusieron gracias a sus actos al extender como lo hicieron la doctrina republicana en el resto del mundo occidental, las Indias Americanas, la tierra nueva y del futuro.

El desenvolvimiento de los acontecimientos evidenció la resolución de sus actores y el aprovechamiento de las circunstancias que configuraron tanto en España como en América una realidad distinta, encubierta aquí en la conservación de los derechos del Rey Fernando VII, pero que anticipaba en nuestro caso un insólito reclamo de autonomía y un inevitable sentimiento de libertad.

Entre la solemnidad de los oficios sagrados de ese jueves santo y la constricción popular que inspiraba el momento, nadie podía prevenir el desarrollo de los hechos apreciados, primero con sorpresa y, luego, con indignación por los realistas, seguros como estaban de la conservación de sus dominios en América Española.

El cuadro que sobre los sucesos en Caracas ese 19 de abril nos presenta el realista don José Domingo Díaz, refleja en toda su intensidad, la magnitud del cambio que empezó a producirse en la vida colonial, así como también, la actuación de algunos de aquellos personajes decisivos, inadvertidos hasta entonces, capaces de contrariar como lo hicieron los intereses de la monarquía para iniciar el movimiento emancipador.

Entre los principales impulsores figura el canónigo Madariaga, cuya conducta fue crucial adentrada la mañana de ese día en la Plaza Mayor, establecida desde la fundación de la ciudad, lugar testigo de la vida colonial, sus gentes, sus costumbres, su historia; las sagradas horas de la religión; la majestad indiscutida de la autoridad real; el elevado señorío de las familias principales; así como el devenir del resto de las clases sociales, leales súbditos del Rey, que resolvieron ejercer por sí mismos sus facultades soberanas y el derecho natural de los hombres.

Para José Domingo Díaz, Madariaga: “dirigía la conspiración” y era: “uno de aquellos hombres a quienes la naturaleza ha formado para la rebelión”, capaz de generar todos los trastornos, a quien le observaba poseer: “un eco declamatorio” con el cual logró animar la voluntad del pueblo reunido en la histórica asamblea, y que avaló los posteriores actos de aquel histórico Cabildo que encarnó el mandato de la soberanía popular y nuestro primer acto de democracia política. Madariaga había sido, según Díaz: “el hombre de aquel día, y el alma de las deliberaciones”.

Más no fue él únicamente el responsable, se había urdido desde antes una ramificada conspiración que tenía como origen la casa de los Bolívar, según señalaron posteriormente Baraciarte y Anza, a la cual acudían los Toro, los Montilla, los Ribas, los Salias y otros patriotas como Roscio, Sanz, Espejo, Álamo y Paúl, calificados por Díaz como: “parte de aquella juventud turbulenta” o miembros de una: “oligarquía” para quienes las: “ideas de licencia y democracia eran el ídolo de su adoración”.

Convocado ese día el Capitán General Emparan a las urgentes deliberaciones del Cabildo e incorporados en el mismo Roscio y Sosa como diputados del pueblo, aquél logró hábilmente disolver la primera sesión bajo el pretexto de asistir a la ceremonia religiosa en la Catedral, lo cual anticipaba el fracaso del movimiento.

En ese instante sólo la audaz y oportuna intervención de don Francisco Salias - quien debe ser tenido como el primer ciudadano de la patria-, conminó la presencia de Emparan otra vez al Cabildo, mientras que el mismo pueblo había nombrado a sus nuevos representantes que, además de Madariaga, a nombre del clero y Francisco José Rivas por el pueblo, eran Ponte, Uztáriz y José Félix Ribas, este último a nombre de los pardos.

Integrados así todos los gremios sociales, sacerdotes y hacendados, militares y abogados, nobles y plebeyos, pardos y blancos, se vio forzado Vicente de Emparan a renunciar estableciéndose inevitablemente una Junta representativa de la soberanía popular que nacía basada en la libre determinación de los ciudadanos que empezaban a gobernarse y, desde entonces, arbitrar su destino como mandato superior de la historia como bien lo concretaron los hombres del 19 de abril, fecha iniciativa de nuestra independencia y, además, de la legitimidad del municipio, institución fundamental de la República que no debe desaparecer.

De cuanto hombre determinantes para adelantar aquel movimiento que el propio Emparan sospechó cuando en 1809 dirigió al Rey una relación sobre los sucesos de Caracas entonces, a la cual tildó de: “peligrosa” no obstante que fue fiel a la corona cuando los franceses pretendieron influirla, además de Madariaga quien impulsó con sus acciones decididas y cruciales el desarrollo final de los acontecimientos, debemos recordar a Francisco Salias, quien al conminar al Capitán General, a las puertas de nuestra histórica y sagrada Catedral de Caracas, su inevitable presencia en el Cabildo, con apoyo de los presentes e inclusive de un cuerpo militar que permaneció firme en respeto al llamado, desempeñó un gesto clave.

Madariaga encarnó el liderazgo, la majestad de la Iglesia consecuente con la libertad y los derechos de los pueblos; Salias, al pueblo mismo, el del gesto civil determinante que exige a sus gobernantes cumplimiento y respeto a la voluntad de la ciudad, de la Nación y de la historia.

Rememorarlos significa honrar lo mejor de nuestra historia y es mandato y señal de cumplimiento para el destino de Venezuela que no puede, sin dejar de ser ella misma, más allá de sus mandones y traidores, libre, soberana, ciudadana, independiente y verdaderamente democrática.

jfd599@gmail.com
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