Torpe pero escuálido
Esos momentos de agotamiento en el poder, suelen acompañarse de una pérdida de apoyo popular. Las masas sin duda son manipulables. Inclusive responden a estímulos, muchas veces, desproporcionados a sus verdaderas aspiraciones
“Por un instante, contempló desdeñosamente sus absurdas singularidades, desde el pináculo sideral del lugar común. Sintió que tenía sobre ellos la superioridad inconsciente y elemental que experimenta el hombre valeroso ante el poder de las bestias, o el sabio ante el poder del error.” (G. K. Chesterton)
En la escena política y especialmente en la electoral, es frecuente que se pueda acertar por un tiempo prolongado. La acumulación de poder político y económico, aunado a la capacidad de violencia física y judicial, siempre otorgan tranquilidad al hegemón. Llega un momento en que se cumple la metáfora del poder que reza: “como todo capital otorgado, su tendencia es a agotarse”. El poder se agota de tanto utilizarlo. En especial cuando se abusa de él. También la crápula, la frivolidad y el desenfreno colaboran con su mengua.
Esos momentos de agotamiento en el poder, suelen acompañarse de una pérdida de apoyo popular. Las masas sin duda son manipulables. Inclusive responden a estímulos, muchas veces, desproporcionados a sus verdaderas aspiraciones. Aun así la necesidad no satisfecha y el engaño continuado llevan al cansancio. Es cierto que los hombres y las mujeres, tropezamos varias veces en la misma piedra. Pero con más o con menos, conservamos una dignidad de origen que reclama, aunque sea con retraso de años, aquello que nos corresponde. Es el momento cuando vuelve a brillar en los ojos de un pueblo, las ansias de libertad.
La coincidencia de la aparición, renovación o gestación de un nuevo liderazgo puede coincidir o no con ese agotamiento de la hegemonía política. El liderazgo depende más de una condición personal. Además, de la autoridad que se obtiene mediante la acción política acertada. La coherencia y honestidad de vida. Surge como una realidad aglutinadora y catalizadora del relevo. Aunque debamos insistir que el cambio nunca es suficiente. Solo si hay un salto de calidad sustancial en la talla moral e intelectual de los dirigentes, será posible que se consume una nueva orientación que sea capaz de sacar a las masas de su inopia.
Siempre es posible para el hegemón, ejercer la violencia asimétrica. Es el escenario menos deseable. No se puede justificar la violencia, contra un pueblo desarmado. Sin embargo, cuando la desproporción numérica es tan evidente, la violencia es un escenario riesgoso. El que ejerce el rigor, lo ejerce a través de otro. Estos nunca están desligados de la gran masa popular. Allí reside el riego. Y nace el miedo. La torpeza se muestra inversamente proporcional a la aceptación. Siempre esperamos que el buen juicio, prevalezca en los ejecutantes.
“Lo cierto es que se trata de un error suponer que la ausencia de convicciones definidas proporciona a la mente libertad y agilidad. El hombre que cree en algo se muestra dispuesto e ingenioso porque cuenta con todas sus armas. Es capaz de someter lo que sea a su examen en todo momento.” (G. K. Chesterton)
José Antonio Gámez E.
jagamez@gmail.com
@vida.vibra
En la escena política y especialmente en la electoral, es frecuente que se pueda acertar por un tiempo prolongado. La acumulación de poder político y económico, aunado a la capacidad de violencia física y judicial, siempre otorgan tranquilidad al hegemón. Llega un momento en que se cumple la metáfora del poder que reza: “como todo capital otorgado, su tendencia es a agotarse”. El poder se agota de tanto utilizarlo. En especial cuando se abusa de él. También la crápula, la frivolidad y el desenfreno colaboran con su mengua.
Esos momentos de agotamiento en el poder, suelen acompañarse de una pérdida de apoyo popular. Las masas sin duda son manipulables. Inclusive responden a estímulos, muchas veces, desproporcionados a sus verdaderas aspiraciones. Aun así la necesidad no satisfecha y el engaño continuado llevan al cansancio. Es cierto que los hombres y las mujeres, tropezamos varias veces en la misma piedra. Pero con más o con menos, conservamos una dignidad de origen que reclama, aunque sea con retraso de años, aquello que nos corresponde. Es el momento cuando vuelve a brillar en los ojos de un pueblo, las ansias de libertad.
La coincidencia de la aparición, renovación o gestación de un nuevo liderazgo puede coincidir o no con ese agotamiento de la hegemonía política. El liderazgo depende más de una condición personal. Además, de la autoridad que se obtiene mediante la acción política acertada. La coherencia y honestidad de vida. Surge como una realidad aglutinadora y catalizadora del relevo. Aunque debamos insistir que el cambio nunca es suficiente. Solo si hay un salto de calidad sustancial en la talla moral e intelectual de los dirigentes, será posible que se consume una nueva orientación que sea capaz de sacar a las masas de su inopia.
Siempre es posible para el hegemón, ejercer la violencia asimétrica. Es el escenario menos deseable. No se puede justificar la violencia, contra un pueblo desarmado. Sin embargo, cuando la desproporción numérica es tan evidente, la violencia es un escenario riesgoso. El que ejerce el rigor, lo ejerce a través de otro. Estos nunca están desligados de la gran masa popular. Allí reside el riego. Y nace el miedo. La torpeza se muestra inversamente proporcional a la aceptación. Siempre esperamos que el buen juicio, prevalezca en los ejecutantes.
“Lo cierto es que se trata de un error suponer que la ausencia de convicciones definidas proporciona a la mente libertad y agilidad. El hombre que cree en algo se muestra dispuesto e ingenioso porque cuenta con todas sus armas. Es capaz de someter lo que sea a su examen en todo momento.” (G. K. Chesterton)
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