Ese hombre fue el español castellano: Domingo de Guzmán quien había nacido en Caleruega, pueblo castellano que hoy es un municipio de la Provincia de Burgos, un 8 de agosto de 1170, de una casa noble liderada entonces por Félix de Guzmán, su padre guerrero, y con una madre extremadamente piadosa, Juana de Asa, también de familia notable y beatificada por sus méritos y caridad cristianos.

Pese a que, a fines del siglo XII y comienzos del XIII, se mantenía aún la guerra contra los moros en Castilla, bajo el reinado de Alfonso VIII, Domingo no siguió la carrera de las armas, como tal vez lo esperaba su padre, pues el estudio y la religiosidad lo arrastraron desde muy temprano hacia los caminos del conocimiento y la predicación de la fe cristiana, para lo cual contaba con una natural vocación de oratoria y persuasión, muchas veces iluminado providencialmente. Desde los 7 años y hasta los 15 de edad fue entregado a un intenso estudio primario bajo la tutela de su tío materno y sacerdote en Gumiel de Izán (cercano a Aranda del Duero), allí comienza a conocer la literatura clásica antigua, latinos y bíblicos, meditación, oración y oficios religiosos, etc. Allí también recibió mucha influencia de la Orden de los Canónigos Premonstratenses, de dónde Domingo obtendría ideas y símbolos para la fundación de su futura Orden de Predicadores, entre ellos el hábito blanco y la vocación social predicadora, que implicaba atender al pueblo cristiano más allá de los muros del monasterio.

Desde los quince años hasta los 28, Domingo de Guzmán se dedicó, profundamente , al estudio en las escuelas catedralicias de la ciudad de Palencia, casas de estudio que serían luego la base de la primera Universidad de España, elevada a esa condición de Estudio en 1208, por lo cual Domingo debe ser considerado entre los precursores de las primeras universidades españolas como la de Palencia (extinguida en poco tiempo) y proyectada hacia 1218 a otras universidades que hoy subsisten como la de Salamanca. En Palencia Domingo cursó seis años de artes-filosofía (especie de Bacalaureus) y seguidamente cuatro años de Teología, para culminar como profesor de aquellas escuelas. En aquel tiempo académico de su vida ocurrió el suceso de la venta de sus valiosos libros en 1191, para poder socorrer a los pobres y hambrientos por la sequía en Castilla aquel año.

Ordenado sacerdote desde 1194 hace una carrera ascendente y ya es Vicario en su diócesis en 1198, pero más tarde, desde 1205 su vida cambia radicalmente, al formar parte de una embajada que viajó a Dinamarca por órdenes del Rey Alfonso VIII, ello le permitió conocer Roma y el Languedoc francés, motivando su vocación como predicador contra la herejía de los Albigenses (mejor conocidos como cátaros) una secta paracristiana fanática del “Consolamentum” y el maniqueísmo con variantes ajenas al catolicismo. Por ello Domingo fundó la primera casa de Monjas en Pruille y su primer convento masculino en Toulouse en 1215, desafiando a dicha herejía de Occitania. Luego de varios viajes a Roma logró la Bula del Papa Honorio III “Religiosam Vitam” en 1216, por la que se autoriza la creación de la Orden de los Predicadores. Domingo había recibido de la Virgen María la práctica del rezo del Rosario, el mismo año en que los musulmanes pierden y retroceden ya de manera irreversible en la batalla de la Navas de Tolosa de 1212.
Esta profusa labor académica y religiosa, así como los milagros y prodigios que realizó Domingo de Guzmán, dieron sus frutos en España, Francia e Italia, inicialmente, logrando reunir su Primer Capítulo General de la Orden en 1220, contando ya para 1221 de unas 60 comunidades religiosas divididas entre ocho Provincias de la Orden. Aunque ese mismo año, el 6 de agosto falleció en Bolonia con 50 años y agotado de su inmenso trabajo. Su cuerpo yace en la basílica de Santo Domingo en la misma Bolonia. Desde entonces y por ocho siglos la Orden de los Predicadores ha crecido como una realidad mundial, es Europa, Asia América y África, en colegios, hospitales, parroquias y casas de la Orden. Grandes nombres aún perduran en este trayecto: Tomás de Aquino, Francisco de Vitoria, y Antonio de Montesinos, así como científicos, pedagogos, Teólogos, literatos e historiadores que desde aquel lejano entonces acompañan el trayecto de la humanidad.

En la historia de la Real y Pontificia Universidad de Caracas erigida en 1721, hoy Universidad central de Venezuela, los dominicos de la Orden de los Predicadores “OP” desempeñaron también un papel fundacional desde el antiguo Convento de San Jacinto desempeñando la Cátedra de Filosofía para la Universidad caraqueña. De la misma manera, fue un dominico el Dr. Antonio González de Acuña (n. en Lima 1520) quien fundó el Colegio Seminario de Santa Rosa de Lima de Caracas, siendo el Obispo de Caracas, poniendo así las bases de la Universidad Caraqueña. La obra del historiador y profesor del ITER y de la UCV, el Dr. fray Oswaldo Montilla Perdomo OP, puede ilustrarnos mucho mejor que este artículo sobre este tema de los Dominicos en la Historia de Venezuela.

Anb Cronista de la UCV