Punto de cierre
Muchos autores recomiendan los rituales de cierre. Se trata de tener una serie de acciones, rutinarias habituales, con las cuales vamos preparando nuestra mente y especialmente nuestro ánimo, para cortar con cualquier actividad o pensamiento sobre trabajo
“Varias décadas de investigaciones en diversos campos de la psicología apuntan a esta conclusión: permitirle regularmente al cerebro descansar “mejora la calidad del trabajo profundo. Cuando trabajes, trabaja con dedicación. Cuando termines, termina. Es posible que el promedio de tus respuestas a los correos electrónicos sufra un poco, pero te sentirás recompensado por este cambio al ver que aumenta el volumen del trabajo verdaderamente importante producido durante el día, gracias a tu capacidad renovada de profundizar más que tus agotados colegas.”(Cal Newport)
No llevar el trabajo a la casa. Un verdadero reto especialmente después que, como consecuencia de la pandemia, el trabajo se tuvo que hacer desde casa. Posiblemente en esto el personal de salud, se puede considerar la excepción. Sin duda la posibilidad de separar trabajo y ambiente familiar se ha visto afectado por la “nueva realidad”. No es descabellado pensar que incluso en casa, el trabajo debe tener un sitio, un lugar; cuarto habitación, estudio, bien definido. Queda claro, por ejemplo, que llevarse la laptop a la cama, no es una buena idea.
Parece algo que no hace falta decir. Ni tampoco sobre lo que haya que insistir. Cuando trabajes, trabaja. Pues claro, que más podría hacer. Sabemos que no es tan fácil. La cantidad de distracciones, imprevistos e interrupciones que surgen cuando uno trata de concentrarse, posiblemente tiendan al infinito. Pero adicionalmente suele suceder que cuando llega la hora de terminar el trabajo, nos cuesta mucho pasar el interruptor y apagar. Seguramente mucho “burnout” ha pasado por esta dificultad para acabar con el trabajo. Saber ponerlo en su sitio.
Normalmente todo parte de un compromiso, de no volver sobre los asuntos de trabajo, una vez que se da por terminada la jornada. Esto debe incluir, por supuesto, la revisión de los correos electrónicos. También se debe eliminar la tentación de navegar por los sitios web relacionados con nuestro trabajo. Además, muchos autores recomiendan los rituales de cierre. Se trata de tener una serie de acciones, rutinarias habituales, con las cuales vamos preparando nuestra mente y especialmente nuestro ánimo, para cortar con cualquier actividad o pensamiento sobre el trabajo. Normalmente estos rituales pueden hacernos usar 10, 15 o más minutos adicionales. Pero son una forma probada de establecer el cierre.
Los rituales de cierre pueden variar mucho, dependiendo de la personalidad y las rutinas de trabajo que tiene cada uno. Deben provocar en nosotros la seguridad de tener un plan para culminar aquello que dejamos pendiente. Y que será posible reanudar nuestros proyectos en el momento adecuado. Inclusive los autores recomiendan que al final del rito de cierre, se diga una frase tipo: “Se cierra el día”, “Fin de la Jornada” o cualquier otra que deje claro que ese día hasta allí llegamos. En Venezuela podríamos usar algo como: “este negro se va pa’ su casa” o, “ya por hoy, nos ganamos la arepa”. Lo importante es convencernos del bien que nos hacemos y hacemos a nuestro trabajo, sabiendo cerrar.
“Los rituales de cierre pueden ser molestos, pues hacen que debamos añadir otros diez o quince minutos a la jornada laboral, antes de darla por terminada (y, a veces, incluso más), pero son necesarios para recoger los frutos del descanso sistematizado, tal como señalamos anteriormente.”(Cal Newport)
José Antonio Gámez E.
jagamez@gmail.com
@vida.vibra
No llevar el trabajo a la casa. Un verdadero reto especialmente después que, como consecuencia de la pandemia, el trabajo se tuvo que hacer desde casa. Posiblemente en esto el personal de salud, se puede considerar la excepción. Sin duda la posibilidad de separar trabajo y ambiente familiar se ha visto afectado por la “nueva realidad”. No es descabellado pensar que incluso en casa, el trabajo debe tener un sitio, un lugar; cuarto habitación, estudio, bien definido. Queda claro, por ejemplo, que llevarse la laptop a la cama, no es una buena idea.
Parece algo que no hace falta decir. Ni tampoco sobre lo que haya que insistir. Cuando trabajes, trabaja. Pues claro, que más podría hacer. Sabemos que no es tan fácil. La cantidad de distracciones, imprevistos e interrupciones que surgen cuando uno trata de concentrarse, posiblemente tiendan al infinito. Pero adicionalmente suele suceder que cuando llega la hora de terminar el trabajo, nos cuesta mucho pasar el interruptor y apagar. Seguramente mucho “burnout” ha pasado por esta dificultad para acabar con el trabajo. Saber ponerlo en su sitio.
Normalmente todo parte de un compromiso, de no volver sobre los asuntos de trabajo, una vez que se da por terminada la jornada. Esto debe incluir, por supuesto, la revisión de los correos electrónicos. También se debe eliminar la tentación de navegar por los sitios web relacionados con nuestro trabajo. Además, muchos autores recomiendan los rituales de cierre. Se trata de tener una serie de acciones, rutinarias habituales, con las cuales vamos preparando nuestra mente y especialmente nuestro ánimo, para cortar con cualquier actividad o pensamiento sobre el trabajo. Normalmente estos rituales pueden hacernos usar 10, 15 o más minutos adicionales. Pero son una forma probada de establecer el cierre.
Los rituales de cierre pueden variar mucho, dependiendo de la personalidad y las rutinas de trabajo que tiene cada uno. Deben provocar en nosotros la seguridad de tener un plan para culminar aquello que dejamos pendiente. Y que será posible reanudar nuestros proyectos en el momento adecuado. Inclusive los autores recomiendan que al final del rito de cierre, se diga una frase tipo: “Se cierra el día”, “Fin de la Jornada” o cualquier otra que deje claro que ese día hasta allí llegamos. En Venezuela podríamos usar algo como: “este negro se va pa’ su casa” o, “ya por hoy, nos ganamos la arepa”. Lo importante es convencernos del bien que nos hacemos y hacemos a nuestro trabajo, sabiendo cerrar.
“Los rituales de cierre pueden ser molestos, pues hacen que debamos añadir otros diez o quince minutos a la jornada laboral, antes de darla por terminada (y, a veces, incluso más), pero son necesarios para recoger los frutos del descanso sistematizado, tal como señalamos anteriormente.”(Cal Newport)
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