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La osadía de Bayly

Como el pez muere por la boca, la verdad literaria es la que queda asentada cuando la verdad histórica luce enterrada o difusa, y no es posible bajo ningún concepto acceder a ella por un posible pacto “moral” tácito o de rencor entre las partes

  • RICARDO GIL OTAIZA

13/08/2023 05:03 am

La novedad literaria del primer trimestre de 2023 en el mundo de habla hispana, fue la novela Los genios (Galaxia Gutenberg) del escritor peruano Jaime Bayly, que llegó a mis manos gracias al cariño de una buena amiga, quien se encontraba hace poco en los Estados Unidos y me la trajo de regalo. El eje argumental gira en torno de la trompada que Mario Vargas Llosa le propinó a su amigo Gabriel García Márquez, que lo dejó noqueado y confuso en el suelo, suceso acaecido en febrero de 1976 en el salón privado de la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica de México, una noche en la que en función privada se proyectaría el documental La odisea en los Andes, cuyo guion había sido escrito por Vargas Llosa y que relata los trágicos sucesos que vivieron los integrantes de un equipo de rugby uruguayo al caer el avión que los transportaba desde Montevideo a Santiago de Chile, y cuyos sobrevivientes se vieron en la penosa situación de tener que comerse los cuerpos de sus compañeros para no morir de hambre.

Nos cuenta Bayly, que una vez que Vargas Llosa derrumbó a su amigo y compadre, dijo en voz alta: “¡Esto es por lo que le hiciste a Patricia!” A partir de esta declaración teje el novelista una serie de interrogantes (e hipótesis), que en realidad son las mismas que los testigos de los hechos y las generaciones siguientes nos hemos hecho frente a las circunstancias: ¿Qué fue lo que el Gabo le hizo a la esposa de su amigo que llevó a éste a tamaña y brutal decisión? ¿Defraudó García Márquez aquella hermandad establecida años atrás entre ambos hombres y sus respectivas familias? ¿Fue aquel puñetazo una reacción visceral del peruano frente a un hecho infundado? ¿Qué hay de realidad y de ficción en un suceso que rompió para siempre una amistad que parecía inquebrantable?

Aquí entra en el escenario el novelista, el fabulador y el retorcido duende de la palabra que es Jaime Bayly, quien con toda esa masa de información que pudo acumular durante varias décadas, cuando su joven y febril cabeza tejía ya la historia y ello lo empujó a preguntarle a los propios protagonistas qué fue en realidad lo que pasó entre ellos, y al sólo obtener evasivas, eluciones y silencios decidió echar a andar los artificios del género novelesco, para recrear (y esclarecer) los porqués acumulados, las brechas sin cerrar, las conjeturas esbozadas aquí y allá, las medias verdades y los comentarios velados, y construir así una novela osada, rompedora por donde se la mire, intrépida y sagaz, que va más allá de los hechos históricos presentados, para formular su propia verdad, lo que su olfato perruno y su intuición de narrador le dictan, y dejar así sentados en la conciencia o en el inconsciente de los lectores, aquello que los “genios” protagonistas se negaron a revelar.

Por supuesto, debemos partir de un supuesto impostergable: Los genios es mera invención basada en hechos reales. Para decirlo con otras palabras: es historia novelada, y tenemos por lo tanto que tener muy claro que cuando tomamos personajes y hechos reales y los insertamos en un contexto novelesco, su producto es una ficción. Aquí cabría por cierto afirmar que lo contado por Bayly en su novela entra en lo que el propio Vargas Llosa alguna vez enunciara en un libro suyo que para mí es esencial: La verdad de las mentiras. En una de sus páginas (la 23) el hoy Premio Nobel afirma: “Por eso la literatura es el reino por excelencia de la ambigüedad. Sus verdades son siempre subjetivas, verdades a medias, relativas, verdades literarias que con frecuencia constituyen inexactitudes flagrantes o mentiras históricas.” Más adelante (página 24) afirma concluyente: “La verdad literaria es una y otra la verdad histórica.”

Como el pez muere por la boca, la verdad literaria es la que queda asentada cuando la verdad histórica luce enterrada o difusa, y no es posible bajo ningún concepto acceder a ella por un posible pacto “moral” tácito o de rencor entre las partes. Gústeles o no a los Vargas Llosa o a los García Barcha, supongo enemigos a muerte de Bayly, el osado novelista dio sin temor un paso adelante y contó con maestría y sumo atrevimiento y desparpajo su versión de los hechos, lo que pone a ambas familias en una suerte de dilema filosófico: callar para no remover las aguas ya bastantes turbias, o salirle al paso al narrador e intentar a destiempo huir hacia adelante con su propia versión, que (se supone) sería la verdadera. Pienso que lo segundo es improbable por la desaparición física del Gabo y de Mercedes su esposa, quien fue testigo del hecho.

Me imagino que habrá pasado por la cabeza calenturienta de las partes, sobre todo de los hijos de los protagonistas de la trama, entablar alguna suerte de querella contra el novelista, porque en su libro se narran episodios supuestamente “injuriosos”, que pondrían en tela de juicio la honorabilidad y el buen nombre de los personajes. En este sentido, luego de leer dos veces la novela, pienso que intentarlo sería tan desquiciado como los hechos que se narran en estas ardientes páginas, primero porque se trata de una novela (ergo, ficción) y no de un libro histórico y o de una investigación periodística, cuestión que deja sentada a manera de epígrafe el editor, y luego porque la literatura es arte y el arte es libertad creativa, aunque se vulneren desde ella los límites de lo posible.

rigilo99@gmail.com
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