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Sostiene Tabucchi

Su legado, sin duda, es de primer orden, nos lleva por vastos mundos y nos sumerge en espacios complejos (pero tratados con eficacia y perfecto manejo del lenguaje)

  • RICARDO GIL OTAIZA

14/05/2023 05:03 am

A finales de 1996 descubrí al escritor italiano Antonio Tabucchi (1943-2012), cuando cayó en mis manos su celebrada novela Sostiene Pereira: todo un suceso mediático. Fue una suerte de amor a primera vista, porque a partir de entonces me hice fanático de este popular autor, quien con un estilo reiterativo y diáfano conquistó a miles de lectores de habla española y de otras lenguas, y se quedó entre nosotros para mostrarnos su enorme talento narrativo. Estas breves palabras bastaron para quedar prendado de su novela: “Sostiene Pereira que le conoció un día de verano. Una magnífica jornada veraniega, soleada y aireada, y Lisboa resplandecía”. Con tan poco, me atrapó, pero el portento que seguiría me dejó en la lona y ya nunca más pude ser indiferente a su propuesta literaria.

De entrada me llamó poderosamente la atención su obsesión lisboeta, su pasión por todo aquello que rezumara Portugal y su vasta cultura artística y cultural. De Tabucchi me fascinaron su estilo preciso, de oraciones eficaces y sencillas; su manera de describir a los personajes y el entorno, que nos atrapan y sumergen con fuerza en su historia, y el preciosismo de su prosa sin recargos y con pocas figuras retóricas: para él lo básico era el manejo del lenguaje, y si bien lo leí en traducción, y esto hay que considerarlo a la hora de cualquier análisis literario o hermenéutico, no deja de ser significativo, ya que echa mano de los vocablos y logra una contundencia y una verosimilitud tan extraordinarias, que podría afirmar, hoy, luego de muchos años de mi encuentro con sus libros, que era un maestro de la palabra, con ella blandía su historia y su verdad (que en la novela es mentira o ficción) y se hacía dueño y señor de las emociones, y esto no es poca cosa cuando de la creación se trata.

Sostiene Pereira fue un superventas, su impronta marcó huella profunda en un tiempo en el que ostentaban el escenario libresco grandes maestros, y Tabucchi supo abrirse espacio y ganar adeptos y reconocimientos, así como posicionar su libro en las listas de los más importantes diarios de Europa y América Latina, para convertirse en un fenómeno editorial y ser denominado como el mejor autor italiano de su generación, logrando así desplazar a otros quienes trajinaban las letras mucho tiempo atrás. Si bien esto le dio grandes satisfacciones y un público fiel (en el que me ubico), fue blanco también de ataques por parte de algunos medios y colegas, que hicieron de él objeto de su medianía y envidia.

No tardó Sostiene Pereira en ser llevado a la gran pantalla y sumar gente al escuadrón de adeptos y de atacantes, pero todo esto llevado a las necesarias sumas y restas dio como resultado la consagración definitiva del autor. Y la alcanzó y no deja de ser relevante, porque la novela trata temáticas muy duras: habla de totalitarismos y de la dictadura de Salazar, así como de la guerra civil española. En definitiva: del extravío de la civilidad en medio del odio y la intransigencia.

El personaje central de la trama es Pereira, un oscuro periodista que trabaja en la página de sucesos de un diario, quien de pronto recibe el encargo de dirigir el suplemento cultural del periódico Lisboa. Si bien al principio el personaje se nos muestra con mirada romántica y hasta con cierta candidez, a medida que avanza la novela el autor tensa el tejido de su trama y lo eleva a cimas extraordinarias, y en él se conjuntan de pronto muchas miradas, pero lo genial del personaje es que asume su tarea cultural desde una mirada una tanto extraña: le fascinan las necrológicas de figuras relevantes y tiene la extravagante idea de hacerlas anticipadas (es decir, antes de que el personaje fallezca). En su labor echa mano de un colaborador, Monteiro Rossi, quien al contrario de Pereira gusta de escribir acerca de la vida, lo que los lleva a una suerte de dialógica que trae consigo un punto de inflexión en el ánimo y la vida de Pereira.

Sostiene Pereira es una pequeña obra maestra (no alcanza las doscientas páginas), pero de tal contundencia e impacto en el lector, que el mismo se ve obligado, impelido, azuzado a buscar con desesperación el resto de las obras de Tabucchi. Fue así como pude hacerme de buena parte de su narrativa y ensayo: El juego del revés (1996), El ángel negro (1997), La cabeza perdida de Damasceno Monteiro (1997), Se está haciendo cada vez más tarde (2002), Tristano muere (2004), Autobiografías ajenas (2006), El tiempo envejece deprisa (2010), Viajes y otros viajes (2012), Ah, todas por Anagrama. Fue Tabucchi un gran admirador y estudioso de Pessoa, y me fascinó su tomo: Un baúl lleno de gente. Escritos sobre Fernando Pessoa (Temas Grupo Editorial, 1998).

Lamentablemente, Antonio Tabucchi falleció aún joven (68 años) en su amada Lisboa, y se cortó así su portentoso talento narrativo, su afabilidad y sencillez, así como todos los planes literarios que pronto se quedaron en el tintero. Su legado, sin duda, es de primer orden, nos lleva por vastos mundos y nos sumerge en espacios complejos (pero tratados con eficacia y perfecto manejo del lenguaje). La libertad como principio universal, y el toque sutil, pero certero, en el alma de lector, hacen de sus libros piezas únicas y acabadas, que quedan entre nosotros para recordarnos que la vida no es tanto lo que parece, sino lo que nos sugieren los grandes autores en sus obras.

rigilo99@gmail.com
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