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Garantizar la propiedad de la tierra para impulsar el desarrollo

Lograr más seguridad en la tenencia de la tierra es uno de los muchos objetivos que los líderes mundiales se comprometieron a alcanzar para 2030, cuando fijaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en 2015

  • BJORN LOMBORG

21/04/2023 05:00 am

La mayoría de la gente del mundo desarrollado no tiene que preocuparse por perder el derecho a vivir donde vive. Si tienes una escritura o un contrato de alquiler, es poco probable que mañana aparezca alguien con sus propios documentos y te eche. Esta seguridad significa que los propietarios que construyen una cocina nueva saben que podrán disfrutarla durante décadas o aumentar el valor de su propiedad cuando la vendan. Los agricultores pueden plantar árboles que tardan años en madurar, sabiendo que no los echarán de la tierra para cuando den fruto.

Imagina que no estuvieras seguro de ser realmente el dueño de tu casa. Quizás podrías seguir viviendo aquí el año que viene. Tal vez alguien te echaría. No sólo estarías psicológicamente peor, sino que también sería mucho menos probable que inviertas en mejorar tu casa o tu terreno.

Sin embargo, para la mayoría de la población de los países en desarrollo, la seguridad del derecho de propiedad es un lujo escaso. Globalmente, el 70% de la población no tiene acceso a sistemas formales de registro de la propiedad. Una de cada cinco personas, es decir, casi mil millones, considera probable o muy probable que será desalojada en los próximos cinco años. En Venezuela, el 25% se considera inseguro incluso en su propiedad principal.

Lograr más seguridad en la tenencia de la tierra es uno de los muchos objetivos que los líderes mundiales se comprometieron a alcanzar para 2030, cuando fijaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en 2015. Este año llegaremos a la mitad del plazo para alcanzar estos objetivos mundiales, pero no estamos ni cerca de la mitad del camino. De hecho, a pesar de que un gran número de organizaciones de desarrollo se centran en lograr una mejor tenencia de la tierra, los avances han sido insignificantes, y ningún país ha informado de algún progreso.

Mi grupo de reflexión ha trabajado con algunos de los mejores economistas del mundo para identificar las formas más eficaces de acelerar la consecución de los ODS. En un trabajo de investigación que acaba de publicarse, el Dr. Frank Byamugisha, quien fuera el especialista principal en tierras del Banco Mundial, y sus colegas demuestran que el desarrollo de mejores sistemas de registro de tierras aportaría beneficios asombrosos.

Los investigadores se centraron en el África subsahariana porque tiene la proporción más baja de tierras oficialmente cartografiadas y categorizadas por los gobiernos: con sólo el 14%, el África subsahariana tiene los derechos de propiedad de la tierra más endebles y los niveles más altos de litigios. El continente también es, por mucho, el que tiene más adultos inseguros en la tenencia de la propiedad, junto con el costo más alto de registro de tierras en el mundo.

Países pioneros como Ruanda han demostrado que es posible registrar la tierra, digitalizar la información y ofrecer mediación jurídica para resolver los inevitables conflictos por la tierra.

No obstante, lograr una mayor seguridad de la tierra rural en África exigirá un enorme esfuerzo, porque el 86% de todas las parcelas rurales del continente aún no están registradas. El costo total para el continente ascenderá a unos 21.700 millones de dólares.

Sin embargo, los beneficios podrían ser aún mayores. Cuando los agricultores saben que son propietarios de sus tierras, están más dispuestos a realizar inversiones costosas para aumentar la productividad a largo plazo. También pueden utilizar su título de propiedad como garantía, para pedir dinero prestado para inversiones como equipos agrícolas o ampliación de la propiedad.

Desgraciadamente, hay relativamente pocas pruebas directas sobre cuál sería el impacto en la productividad en África. Esto significa que los investigadores tienen que utilizar datos del resto del mundo, lo que hace que la estimación sea menos precisa. No obstante, las pruebas sugieren que los beneficios de una mayor seguridad sobre la tierra, a través de una mayor productividad agrícola, probablemente aumentarían los ingresos de los hogares en casi 400.000 millones de dólares.

Gastar 21.700 millones de dólares para obtener casi 400.000 millones en ingresos es una muy buena inversión, ya que se obtienen 18 dólares de beneficios sociales por cada dólar gastado.

La necesidad de aumentar la seguridad en la tenencia de la tierra es aún mayor para los casi 500 millones de personas que viven en las zonas urbanas del África subsahariana. Más de un tercio de todas las parcelas urbanas están sin registrar, y costaría mucho menos, 5.200 millones de dólares, inspeccionar y registrar estas tierras, incluidas las de los barrios marginales; además de establecer un sistema de resolución de conflictos y gestionarlo.

Los beneficios de la tenencia en las zonas urbanas están mejor documentados: las viviendas con registro de propiedad seguro valen en promedio un 25% más. Esto no es sorprendente: una casa vale más simplemente porque su propietario tiene ahora la seguridad financiera y psicológica de saber que es suya. Los investigadores muestran que los beneficios totales de proporcionar una tenencia urbana más segura serían, por tanto, de unos 160.000 millones de dólares, es decir, 30 veces los costos.

Actualmente, el mundo no está cumpliendo muchas de las promesas más importantes de los ODS, en parte porque se propuso hacerlo todo de una vez. En su lugar, debemos dar prioridad a las soluciones inteligentes y centrarnos en invertir en las que provean mejores resultados. Brindar seguridad a la propiedad urbana, que a bajo costo mejoraría la situación de cientos de millones de personas, es una de esas inversiones. Pocas veces se ofrece al mundo una oportunidad que proporcione hasta 30 dólares de beneficios sociales por cada dólar invertido. Deberíamos aprovecharla.

(*) Bjorn Lomborg es presidente del Copenhagen Consensus Center y visiting fellow en Hoover Institution de la Universidad de Stanford. Ha sido considerado una de las 100 personas más influyentes del mundo por la revista Time, una de las 75 personas más influyentes del siglo XXI por la revista Esquire y una de las 50 personas capaces de salvar el planeta por el periódico The Guardian, del Reino Unido. Su más reciente libro en español es Falsa alarma: Por qué el pánico ante el cambio climático no salvará el planeta, que se suma a sus numerosas publicaciones, entre ellas los best seller “El ecologista escéptico” y “Cool It”.

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