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La Aldea Global y el Orden Internacional

a premisa de que los Estados actúan racionalmente, aunque no a partir de una información completa ni con preferencias incambiables es abiertamente contradictoria con la existencia de regímenes autoritarios, con sistemas autocráticos

  • DYLAN J. PEREIRA

15/04/2023 05:00 am

Las premisas del orden internacional del siglo XVI eran de origen divino, siendo la autoridad legitimada y explicada por Dios. Ya en el siglo XVIII eran las de un mecanismo gigante, las de la filosofía de Copérnico, Galileo, Boyle, Descartes y Newton, entre otros; “una máquina o un reloj, creado y mantenido en movimiento por un relojero divino (…) Sin embargo, en los tiempos del Congreso de Viena la imagen del balance gobernado por leyes mecánicas y deterministas fueron desplazadas por la noción de que los humanos pueden aprovechar el poder del conocimiento para entender y manipular las leyes de la naturaleza” (Allan, 2018, p. 1, citado por Blinder (2021)

También es clara la influencia del realismo político; podemos encontrar los seis Principios de una teoría realista de la política internacional en una fuente primaria como H. Morgenthau, fundador de la teoría del realismo político en las relaciones internacionales, donde pueden tomarse como elementos fundamentales las siguientes premisas: los actores son racionales y los patrones que definen su comportamiento son objetivos; el interés nacional se mide en términos de poder; la importancia del contexto espacio-temporal; tensión entre Moral y Razón de Estado (siempre privará la segunda); el poder se mide en términos materiales objetivos y no ideales o perceptivos; autonomía de la política internacional de otras ciencias (derecho, economía, etc…)

Siempre debemos tomar en cuenta que las Relaciones Internacionales como disciplina no se institucionalizan sino hasta 1919, en un contexto histórico marcado por eventos como la Guerra ruso-japonesa, la guerra de los Balcanes, La Primera Guerra Mundial, la Sociedad de las Naciones, orientando ya su marco de acción hacia una dinámica de cooperación y paz, y la búsqueda de un orden legal internacional de los DDHH.

Además, ciertamente, los fundamentos y el sustrato del sistema multilateral contemporáneo, encarnado en organismos como las Naciones Unidas, están construidos en base a la necesidad de promover la cooperación internacional para avanzar en el objetivo de paz, bienestar y justicia; de hecho, mecanismos de integración efectiva y vinculante como la Unión Europea trabajan bajo estos preceptos del idealismo.

Algunas de las bondades del idealismo también son tangibles en esta disciplina, que constituye una reacción ante la debilidad de la propuesta del realismo político para la construcción de paz y seguridad (gobernabilidad, convivencia en el plano mundial), esto se ha traducido en instituciones y mecanismos como el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, aunque presente fallas y un enfoque más optimista de la antropología de la naturaleza humana, donde se cree en una disposición al diálogo, al encuentro de ideas, una tendencia al pluralismo, la multiculturalidad, y un mundo multipolar. Estos ideales que se han traducido en un amplio sistema jurídico como el Derecho de los DDHH y/o el Derecho Internacional Humanitaria con expresiones globales como la Declaración Universal de los DDHH (1948), o regionales como la Convención Europea de DDHH (1953), o los Convenios de Ginebra (1949);

Resulta relevante, en este debate teórico y metodológico, el énfasis que realiza Mónica Salomón sobre el hecho que “en un mundo cada vez más interdependiente, las teorizaciones basadas en la preponderancia del Estado-nación eran juzgadas insuficientes para describir y explicar la realidad internacional.”

Ciertamente vivimos en una suerte de Aldea Global, término acuñado por el sociólogo canadiense Marshall MacLuhan caracterizado por la “glocalidad” esa intersección entre lo local y lo global en una “sociedad de la información”, concepto que el profesor Manuel Castells ha estudiado a profundidad, donde la vida y las intersecciones entre personas, gobiernos, facultades y organizaciones se aúnan por el uso intensivo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), que facilitan la creación, distribución y manipulación de la información, desempeñando un papel esencial en las actividades sociales, culturales y económicas hoy día, reconfigurando la dinámica en los diversos campos sociales

Claro está que nuestra Aldea Global no está exenta de amenazas y desafíos. La premisa de que los Estados actúan racionalmente, aunque no a partir de una información completa ni con preferencias incambiables es abiertamente contradictoria con la existencia de regímenes autoritarios, con sistemas autocráticos que van en contra de un marco axiológico racionalmente democrático respetuoso de los DDHH, pese a los esfuerzos del sistema internacional por contenerlos.

Igualmente se perfila una radicalización de los marcos globales de seguridad recíproca, reorganizándose la geopolítica internacional a partir de nuevos vectores como lo son las relaciones entre Estados Unidos y China que replantearán el panorama global. Conceptos como “autonomía estratégica”, altamente valorado por la UE recobran fuerzas tras darse cuenta de la incómoda realidad de dependencia en lo energética, lo tecnológico y lo militar. Fenómenos como la incesante y crónica guerra en Ucrania tras la invasión rusa, o las tensiones en el Estrecho de Taiwán confirman, lamentablemente, una involución en los paradigmas de cooperación y fraternidad universal a la que apuntaba el sistema global.

Dylanjpereira01@gmail.com
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