España cuenta con una muy antigua tradición universitaria que se remonta, al menos, hasta el año medieval gótico de 1212, cuando el Rey Alfonso VIII fundó el Studium Generale de Palencia, de poca duración y donde estudió Santo Domingo de Guzmán. Pero es la más antigua Universidad, aún hoy activa y próspera, la Universidad de Salamanca, fundada por el Rey Alfonso IX de León en 1218, contando hoy con apenas 805 años de funcionamiento. Seguidamente, y en la misma línea fundacional, el Rey de Castilla y León, Alfonso X “El Sabio” nacido en Toledo (1221-1254) creó la primera fuente de Derecho universitario al definir el Estudio, en sus célebres Siete Partidas, como: “Ayuntamiento de maestros e de escolares que es fecho en algún lugar con la voluntad e entendimiento de aprender los saberes.” Donde los escolares recibían los grados correspondientes como “ius ubique docendi”, de bachilleres, licenciados, maestros y doctores.

Después de la victoria militar cristiana de las Navas de Tolosa en 1212 sobre los musulmanes, España comenzó a poder disponer de recursos (como las Tercias Reales) para ser invertidos en obras de consolidación como las Universidades. Igualmente, después de 1492, con la conquista del Nuevo Mundo, se destinaron recursos muy temprano para instalar Universidades en Hispanoamérica, comenzando por la fundación de la Universidad Tomista de Santo Domingo en 1538, las de México y Lima en 1551, la de Santafé de la Nueva Granada en 1580 y la de San Fulgencio de Quito en 1586. Todavía no había pasado un siglo después del descubrimiento, cuando ya se contaba con un sistema de universidades en la América española. No había terminado el siglo XVI cundo el Rey Felipe II decretó en 1592 la creación de Colegios Seminarios tridentinos en sus posesiones de Ultramar, de lo que en la Provincia de Venezuela apenas pudo funcionar una Cátedra de Gramática.

Como lo han señalado Águeda Rodríguez Cruz y también Carlos Tünnermann, España, entre el siglo XVI y 1812, llegó a decretar la creación de 32 Universidades en Hispanoamérica, aunque algunas pocas se quedaron al nivel de trámites jurídicos, mientras que Inglaterra no llegó a crear ninguna Universidad en sus posesiones coloniales, como tampoco Portugal tuvo interés en ello, permitiendo el acceso a su principal Universidad en la de Coimbra portuguesa. Las célebres leyes de Indias recopiladas en 1680 por el rey Carlos II, contenían en su libro Primero 57 Leyes dedicadas a las Universidades del Nuevo Mundo español que, conjuntamente con los Estatutos de Salamanca y de Alcalá de Henares fueron el modelo para las Universidades hispanoamericanas, entre ellas las de Caracas y Mérida.

En la Provincia de Venezuela durante el siglo XVIII se creó y desarrolló la Real y Pontificia Universidad de Santa Rosa de Lima de Caracas, un 22 de diciembre de 1721, en el Castillo de Lerma (cercano a Burgos), por el Rey Felipe V, el primer Borbón de la dinastía que desde entonces reina en España. Ese mismo año se decretó también la erección de la Universidad de San jerónimo de La Habana (Cuba). Mientras que la Universidad de Mérida (hoy Universidad de Los Andes de Venezuela) fue erigida sobre la base del seminario de San Buenaventura a comienzos del siglo XIX, concretamente en 1806 bajo el reinado de Carlos IV. Finalmente, fue creada la última Universidad hispanoamericana en la ciudad de León de Nicaragua, en 1812 bajo el gobierno de las Cortes de Cádiz, cuando ya se asomaba en la historia la independencia republicana para Sudamérica.

La Universidad Hispanoamericana fue la puerta y ventana para la modernidad del Nuevo Mundo desde el mismo siglo XVI, tanto por el aporte organizador del pensamiento por medio de la Escolástica, como por el traer los vientos frescos del Humanismo a nuestras tierras y generar frutos propios desde México hasta la Argentina. Y, finalmente, aportando las ideas renovadoras de la Ilustración y el Liberalismo, formándose así el marco de referencia mayor para el desarrollo republicano entre los siglos XIX y XX y, posiblemente, para el siglo XXI. Esta Universidad republicana y autónoma, de raíz profundamente hispana, lucha hoy por preservar y mejorar sus derechos frente a regímenes políticos amenazantes. Unos de carácter tecnocrático alejados del espíritu humanista esencial de la república universitaria que ya se acerca a los mil años de existencia, otros como amenaza de índole totalitaria y populista que representa, como ya lo dijo Cicerón hace dos mil años, la peor de las tiranías, la que pretende ser una tiranía disfrazada de popular.

Los Nazis y el Estalinismo Soviético nos enseñaron que puede existir un régimen antirrepublicano moderno totalitario, pero, también nos enseñaron que un sistema de ese tipo se disuelve apenas en décadas, aunque piensen durar mil años. Mientras que la Universidad hispanoamericana, que ya cuenta con 500 años de historia, ha podido resistir, en nuestro contexto, las amenazas totalitarias que siempre reaparecen disfrazadas de pueblo en realidades como las de Nicaragua. Por lo que afirmamos que: Sin Universidad no hay posibilidad real de República.